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Juan Velarde

Sobre el problema energético español

España y Asturias no pueden en estos momentos volver la vista atrás.

España y Asturias no pueden en estos momentos volver la vista atrás.

El gran problema económico español es el de la competitividad. Cuando se consulta la balanza por cuenta corriente, observamos que, en los doce meses que concluyen en mayo de 2012, éste se cerraba con un déficit de 41. 600 millones de dólares, lo que suponía un 2’8% del PIB. Es necesario aliviar eso, no por el procedimiento que comenzó a morir en 1959 del proteccionismo integral, sino por que seamos capaces de enviar al exterior bienes y servicios. Alguna región, como Asturias, que cuenta con una industria crecientemente deprimida, tiene más obligaciones en este sentido que otras que disfrutan de un crecimiento muy fuerte. Para eso, la realidad española –y, por supuesto, la asturiana– precisa de cambios muy profundos en sus estructuras productivas. Entre otras cosas, necesitamos energía barata, a precios internacionales.

Sostuve eso en La Nueva España el pasado 8 de agosto, y con evidente dolor me referí a que la economía española y la asturiana necesitaban carbón importado y barato, no propio y caro. Esto provocó una carta, "Dos cuencas asfixiadas", escrita por un antiguo minero que demuestra una cultura poco corriente. Pero he aquí que al intentar refutar mis afirmaciones no se refiere ni una sola vez a que el carbón asturiano –y, en general, el español–, puesto en el puerto de El Musel, sea más barato que el importado. Porque no se trata de si tenemos, o no, 164 millones de toneladas de reserva de esta zona o de la otra; o de si se abandonó, o no, maquinaria en tal o cual explotación; ni de si tenían que estar funcionando en el Caudal y en el Nalón tales o cuales pozos. Tampoco se trata del número de mineros afectados. Sólo, sencillamente, de si el carbón asturiano es, o no, más barato que el de importación, todo ello dentro de un planteamiento comunitario que sirve para que el hundimiento no sea dramático; y, desde luego, por si sucede algún conflicto, conviene que algún pozo no quede totalmente abandonado. Pero ni una sola vez en su carta vuelve el antiguo minero al tema del coste. Y Asturias y España no se pueden permitir energías caras, y menos dentro del conjunto europeo.

El tema del coste en economía es esencial. Y bien lo comprendió Jovellanos cuando, precisamente en el asunto del carbón asturiano, que comenzó a estudiar, abandonó el transporte fluvial por el Nalón y procuró que la carretera –pronto un ferrocarril– uniese Langreo y Gijón.

España y Asturias no pueden en estos momentos volver la vista atrás. La lectura del Memorándum sobre la política del carbón, del gran economista Román Perpiñá Grau, comenzaba, ya en 1935, a exigir un cambio en la política carbonera española. ¡Qué más quisiera uno que incluso fuésemos exportadores!

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