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Autor de La maquinaria de la libertad

David Friedman: "El dinero no debe ser un monopolio del Estado"

El economista estadounidense trata la reforma educativa, la tenencia de armas y el sistema monetario en una entrevista con Libre Mercado.

El economista estadounidense trata la reforma educativa, la tenencia de armas y el sistema monetario en una entrevista con Libre Mercado.

La Editorial Innisfree acaba de publicar en España La maquinaria de la libertad, el brillante libro que David Friedman -hijo del Nobel Milton Friedman- publicó por primera vez hace casi cuarenta años. Durante su visita a Madrid, Friedman se reunió con Libre Mercado en la sede de la Fundación Rafael del Pino para hablar de diferentes cuestiones.

Pregunta (P): Su hijo Patri Friedman promueve diferentes alternativas a los gobiernos tradicionales. Entre ellas, el Instituto Seasteding, que aspira a crear comunidades sin Estado en altamar, y el proyecto de las ciudades chárter, que quiere establecer ciudades libres dentro de la jurisdicción de Estados tradicionales.

Respuesta (R): Creo que hay que explorar estos caminos. Ya le he dicho a mi hijo que dudo que funcione el primero de esos dos proyectos, pero en cualquier caso se trata de una iniciativa muy deseable. Además, como su proyecto tiene una posibilidad pequeña de éxito, el retorno que podría generar sería notablemente alto.

En cualquier caso, creo que las ciudades chárter son más realistas, aunque el proyecto con el que Patria ha estado trabajando en Honduras empieza a complicarse. La última vez que hablé con él me dijo que cree que quizá no saldrá adelante. Pero también sería un avance en la dirección correcta.

P: ¿Entonces cree que hay un futuro interesante para las ciudades chárter?

R: Veamos, un gobierno bien informado se enfrenta a un conflicto de intereses contradictorios: por un lado, maximizar su poder, y por otro, maximizar el bienestar de la sociedad a la que gobierna. Estos dos objetivos son, en última instancia, incompatibles... Pero si un gobierno es realista y lo asume, entonces iniciativas como las ciudades chárter tienen más sentido.

Ésta es una posibilidad realista en el siglo XXI. Puede que hace décadas un burócrata indio creyese en la planificación económica, pero hoy es mucho más difícil que sea así. Por suerte, como hay muchos países en el mundo, sería difícil frenar la propagación de estas iniciativas.

P: Confía, por tanto, en que el establecimiento de una o varias ciudades chárter generaría un efecto arrastre en el resto del mundo...

R: En este tema entiendo que ocurre lo mismo que en la tecnología. Basta con que un solo país permita el desarrollo de un determinado proyecto tecnológico para que los demás acaben aceptándolo, tarde o temprano.

Por ejemplo, debido al gran progreso científico que hemos vivido, pienso que existe la posibilidad de alcanzar una tecnología que frene el envejecimiento. Evidentemente, algunos gobiernos se opondrían a esto, pues complicaría más aún la supervivencia de sus programas asistenciales. No obstante, bastaría con que algunos países estuviesen dispuestos a aceptar este desarrollo para que los demás terminasen por adoptarlo.

P: ¿Qué me dice de la educación? Tanto su padre Milton Friedman como Vd. han recomendado en incontables ocasiones que este ámbito no esté en manos del Estado.

R: Soy un radical, pero no un revolucionario. Por eso entiendo que podemos avanzar en esa dirección mediante soluciones graduales como el cheque educativo. Con un sistema así, el Estado pasa de proveer servicios de educación a simplemente financiarlos. Así, las escuelas ya no están manejadas ni controladas de forma centralizada, y se ven obligadas a competir entre sí por la asignación de los recursos. Un sistema de cheque educativo asegura que los centros que proporcionen un mejor servicio serán receptores de esos fondos. A largo plazo, lo ideal sería que el sistema fuese enteramente privado y libre, pero esta es una reforma apropiada para avanzar en la dirección correcta.

P: En España no es nada fácil defender que el Estado deba replegar su papel en el ámbito educativo.

R: Pues creo que este sector es uno de los que más lejos debería estar del Estado. Entiendo que se enmarca en la misma categoría que la prensa, la radio, la televisión... Tener una agencia estatal controlando y dirigiendo la educación permite que políticos y burócratas impongan sus ideas y valores en detrimento de otras sensibilidades. Por eso creo que todo paso que nos aleje del paradigma actual será recomendable. Afortunadamente, en Estados Unidos se están produciendo avances significativos en esta cuestión.

P: Otro aspecto impopular a este lado del Atlántico es la libertad de poseer armas que defienden muchos estadounidenses.

R: Hay dos razones muy fuertes por las que merece la pena reivindicar esto. La primera es que las armas permiten a la gente protegerse mejor del crimen. La segunda es que las armas ayudan a limitar también los excesos de la policía. En mi país, como en muchos otros, los abusos policiales no siempre son castigados como correspondería. Por eso es importante defender la libertad de poseer armas: no solamente nos protege del crimen sino también de los excesos estatales contra los derechos individuales.

En esta cuestión no podemos olvidar lo importantes que son los incentivos. El criminal que sabe que nadie más va armado tiene mucho que ganar y poco que perder, pero permitiendo la tenencia de armas esos incentivos cambian y dedicarse al crimen resulta mucho menos rentable que en el escenario anterior.

P: Cambiando de tema y centrándonos en asuntos europeos, habrá podido comprobar en su visita que existen muchas dudas sobre la moneda única. ¿Cuál es su opinión sobre los problemas monetarios de nuestro tiempo?

R: A menudo planteamos el debate entre dinero fiduciario o dinero respaldado por oro olvidando que, en primer lugar, ésta es una cuestión de incentivos. Si el Estado tiene el monopolio monetario, entonces se crean incentivos perversos que invitan a manipular la moneda para generar inflación y así crear una falsa ilusión de prosperidad. Por supuesto, otro problema derivado de ese monopolio es el aumento de la deuda pública.

Sería conveniente descentralizar esta cuestión, para que sean las personas y no un banco central quienes decidan sobre el dinero. La Escocia de Adam Smith nos da algunos ejemplos interesantes de lo que podemos hacer en este sentido. Entonces, la emisión de dinero estaba en manos del sector privado y las personas decidían día a día qué moneda empleaban. En dicho sistema se iría convergiendo hacia un panorama monetario libre, en el cual habría competencia real entre bancos más prudentes y responsables.

P: ¿Entonces Europa se equivocó creando una moneda "única" en vez de una moneda "común"?

R: No solo eso, sino que cuando se creó el euro, muchos de los problemas derivados de tener diferentes divisas nacionales ya estaban esfumándose. Al fin y al cabo, la tecnología ha hecho que manejar dos monedas diferentes ya no sea un problema significativo. Hoy en día, podemos acudir con nuestra tarjeta de crédito a cualquier país y un ordenador traducirá nuestro dinero a la divisa local de forma clara y sin problemas.

P: Y en lo tocante al sistema financiero, entiendo por sus palabras que un sistema de banca libre y dinero privado acabaría con los rescates que hemos vivido a ambos lados del Atlántico durante esta y otras crisis, ¿no?

R: Evidentemente, si retomamos el sistema de banca libre ya no existe una banca central, por lo que las entidades se verían obligadas a actuar de forma mucho más cautelosa. Un banco no podría extender la oferta de crédito de manera irresponsable, pues tendría que respaldar ese crédito. Aquí podemos debatir si ese respaldo debe ser con oro o sencillamente con capital.

En el ejemplo escocés, los bancos eran empresas de responsabilidad ilimitada, por lo que los dueños de las entidades respondían con su propio patrimonio. Esto llevaría a asumir comportamientos responsables y prudentes.

Hagan click aquí para leer la segunda parte de la entrevista. La maquinaria de la libertad, de Editorial Innisfree, está disponible en Amazon. Pueden seguir a Diego Sánchez de la Cruz en su cuenta de Twitter.

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