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Diez razones en contra de Madrid 2020

La candidatura Madrid 2020 constituye, simple y llanamente, un despropósito, una desvergüenza y una absoluta inmoralidad.

La candidatura Madrid 2020 constituye, simple y llanamente, un despropósito, una desvergüenza y una absoluta inmoralidad.
Las obras de la Peineta | EFE

Madrid está mucho más cerca de albergar las Olimpiadas de 2020 tras el informe favorable emitido por el Comité Olímpico Internacional (COI). Se trata de una noticia nefasta para España y, muy especialmente, para los contribuyentes, ya que la celebración de los Juegos Olímpicos (JJOO) supone un nuevo despilfarro público de grandes dimensiones que el país no se puede ni debe permitir, para mayor gloria y regocijo de la casta política.

La candidatura Madrid 2020, impulsada por las ansias faraónicas del ex alcalde de la ciudad y hoy ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, y apoyada por su sucesora en el Consistorio, Ana Botella, con el único fin de reeditar el cargo, constituye, simple y llanamente, un despropósito, una desvergüenza y una absoluta inmoralidad en los tiempos que corren porque, si bien los JJOO son ruinosos per se, organizarlos en medio de una crisis como la actual es una irresponsabilidad que no tiene pase. Basta con atender a los siguientes datos para percatarse del disparate que implica tal proyecto.

1. Un negocio ruinoso

Los JJOO son deficitarios por definición. Casi todas las sedes que han acogido este evento han arrastrado un enorme déficit. El caso más conocido es el de Montreal 76. La ciudad canadiense estuvo 30 años pagando una enorme deuda tras perder 1.000 millones de dólares en las Olimpiadas. Montreal partía con un presupuesto inicial de 310 millones, pero el coste final se disparó hasta los 1.500 millones. Se creó un nuevo impuesto para sufragar la deuda acumulada que se extendió hasta 2006.

La única excepción conocida a este desastre financiero a lo largo de la historia olímpica fue el caso de Los Ángeles 84, lo únicos Juegos que lograron superávit (unos 200 millones de dólares) gracias a que la organización utilizó gran parte de las infraestructuras deportivas ya existentes -sólo construyó dos pabellones nuevos- y, sobre todo, porque la gran mayoría de la inversión era de origen privado.

2. El fiasco de Londres, Pekín, Atenas…

A modo de ejemplo, basta con observar el balance económico que han arrojado las tres últimas citas olímpicas. Londres 2012 partía con un presupuesto inicial de 5.000 millones de euros, pero la previsión de ingresos se fue desinflando conforme se aproximaba la cita al tiempo que el gasto público no dejaba de crecer. El balance definitivo fue desolador: los JJOO costaron cerca de 15.000 millones y los ingresos derivados de la llegada de turistas se quedaron a años luz de los cálculos iniciales.

En cuanto a Pekín 2008, resulta imposible evaluar su impacto debido a la manipulación de datos oficiales por parte del régimen comunista, pero algunos estudios estiman que el coste ascendió a 41.500 millones de euros, mientras que Atenas 2004 costó más de 20.000 millones, una losa fiscal que agravó las ya de por sí muy deterioradas cuentas públicas del país heleno -Grecia quebró seis años después-.

3. El gasto está infravalorado

Las autoridades españolas insisten en que el coste de Madrid 2020 será mínimo para las arcas públicas, ya que la inversión a realizar de aquí a 2020 apenas superará los 2.000 millones de euros. El problema es que estas previsiones casi nunca se cumplen. Según un estudio de la Universidad de Oxford, en los últimos cincuenta años el presupuesto olímpico final ha sobrepasado en un 179% al inicial. Es decir, de media, el coste final suele triplicar los cálculos oficiales.

4. Las instalaciones no están acabadas

Una de las grandes falacias con respecto al coste total consiste en señalar que el 80% de las instalaciones ya están acabadas. Ésta es la cifra a la que se agarra Ana Botella para señalar que la inversión pública a realizar será mínima, de apenas 2.000 millones a repartir entre las distintas administraciones de aquí a 2020. Lo que no dice la alcaldesa es que el sueño olímpico lleva años gestándose, y ya lleva invertidos más de 9.000 millones de euros en infraestructuras para albergar los JJOO.

Pero es que, además, no es cierto que el 80% de las instalaciones estén ya acabadas. Una parte muy importante de las infraestructuras sigue en obras, tales como el Estadio Olímpico de La Peineta o el Centro Acuático. Además, aún resta por construir un pabellón de Voleibol; otro de Gimnasia; un Estadio de Hockey; un canal de remo; otro de piragüismo; levantar la Villa Olímpica; reformar y acondicionar varias instalaciones deportivas ya existentes; construir otras tantas instalaciones provisionales, como el velódromo cubierto, etc. Es decir, aún queda mucho por hacer.

5. Avales públicos, el coste oculto

Además, la inyección de dinero público no acaba ahí. En teoría, parte del presupuesto corresponde al Comité Organizador (COJO), cuya cuantía asciende a 2.418 millones de euros. Sin embargo, si el COJO tuviera déficit presupuestario, algo nada descartable, los Gobiernos municipal, regional y nacional efectuarían "los pagos que fueran necesarios para compensarlo antes del 30 de septiembre de 2022". Es decir, en caso de déficit, paga el contribuyente.

Según algunas estimaciones preliminares, el coste total de Madrid 2020, sumando inversión pública y la ejecución de avales, podría rondar los 18.000 millones de euros a lo largo de todo el proceso, en línea con lo acontecido en Londres o Atenas. Antes tales cifras, no es de extrañar que el Gobierno de Italia, con una crisis similar a la española, cancelara el pasado año la candidatura de Roma, alegando que se trataba de un proyecto "fiscalmente irresponsable". Los políticos españoles han preferido hacer oídos sordos.

6. Los ingresos están inflados

Por si todo esto fuera poco, las previsiones de ingresos serán muy difíciles de alcanzar, según admite la propia evaluación del COI. Por poner un ejemplo, tan sólo a nivel local, el Ayuntamiento de Madrid confía en recaudar 542 millones de patrocinadores y campañas comerciales para sufragar parte del coste asociado a los JJOO. Por el momento, sin embargo, tan sólo ha recaudado 10 millones en patrocinios.

7. ¿Y después? Instalaciones fantasma

Otro de los grandes problemas es qué hacer después con el gran número de instalaciones deportivas levantadas para acoger el evento, muchas de ellas ideadas exclusivamente para la celebración de las Olimpiadas. Es habitual que muchas queden desiertas o acaben derribándose debido a su nula utilidad y el elevado coste de mantenimiento. Pekín 2008 ejemplifica a la perfección este despilfarro. Hoy por hoy, varias de las sedes construidas para los Juegos están en desuso y otras permanecen completamente abandonadas. Asimismo, el 'Nido de Pájaro', el referente de los Juegos de Pekín, es un claro ejemplo de despilfarro, ya que no se prevé recuperar la inversión efectuada (unos 360 millones de euros) hasta dentro de tres décadas.

8. Elevado déficit y deuda pública

Lo más grave es que el Gobierno se empeña en culminar un proyecto claramente ruinoso en un momento de extrema dificultad económica y fiscal. España ya ha tenido que acudir a un rescate internacional para sanear el sector financiero y mantiene un déficit público de dos dígitos, equivalente al 10,6% del PIB. El sector público sigue gastando casi un 30% de lo que ingresa por vía fiscal cada año. Y Madrid es, sin duda, un caso extremo, ya que es el ayuntamiento más endeudado del país, con más de 7.400 millones de euros en 2012, el 63,5% de la deuda total de las grandes ciudades.

9. Un ‘Plan E’ deportivo que no resolverá la crisis

Pese a todo, los políticos insisten en que Madrid 2020 será muy beneficioso porque permitirá crear empleo y generar riqueza en la ciudad. Lo que no dicen, sin embargo, es que su financiación no es fruto del sector privado sino que proviene de recursos públicos y, por tanto, el proyecto se hace previo robo de rentas a familias y empresas sin que genere ningún beneficio, ya que su rentabilidad no sólo será nula sino negativa. En este sentido, Madrid 2020 vendría a ser una especie de Plan E, pero deportivo.

10. Tan sólo beneficia a los políticos

En realidad, la celebración de los Juegos tan sólo beneficia a los políticos, ya que supone una gran campaña de imagen para las autoridades públicas a nivel local, regional e incluso nacional de cara a su reelección electoral. Y ello, a costa de un enorme despilfarro público sufragado con el dinero de los demás (empresas y familias). Así, no sería de extrañar que Ana Botella se vuelva a presentar a la Alcaldía en caso de que Madrid tenga la gran desgracia de ser escogida como sede olímpica en 2020.

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