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EDITORIAL

Más reformas para reducir el paro

La reforma laboral que aprobó el Gobierno del PP está mostrando sus frutos. Tras su plena entrada en vigor, a mediados de 2012, el ritmo de destrucción de empleo y el aumento del paro se han ido atenuando de forma progresiva a pesar de la grave y profunda recesión sufrida durante este período. Y la prueba más evidente de esta mejora es el positivo balance laboral que ha arrojado el recién concluido ejercicio 2013. Así, el pasado año cerró con un total de 4.701.338 parados, 147.385 menos que un año antes, el primer descenso interanual que acontece desde el estallido de la crisis. Pese a ello, España siguió destruyendo empleo, tras perder 85.041 cotizantes en 2013, pero, aún así, se trata, igualmente, del mejor dato desde 2007. De hecho, todo apunta a que la economía nacional empezará a crear empleo neto a nivel interanual en los primeros meses de 2014, lo cual es una muy buena noticia. Así pues, la evolución del paro y la afiliación en los últimos meses avanzan la inminente estabilización del mercado laboral.

Sin embargo, el hecho de que la destrucción de empleo esté llegando a su fin, no significa que España vaya a superar el drama del paro a corto y medio plazo, ni mucho menos. Ello dependerá, en gran medida, de la voluntad que muestre el Ejecutivo de Mariano Rajoy para completar las numerosas y ambiciosas reformas que aún precisa España con el fin de impulsar el crecimiento económico sobre bases realmente sólidas y firmes. En este sentido, la complacencia del PP es, sin duda, la mayor amenaza para la recuperación. La buena evolución del paro en los últimos trimestres demuestra que la mayor flexibilidad laboral ha sido clave para salvar un gran número de puestos de trabajo en medio de una fuerte contracción económica, a diferencia de lo acontecido en los primeros compases de la crisis, en donde la negativa del PSOE a cambiar de normativa se tradujo en la mayor destrucción de empleo de los últimos tiempos. Pero los avances introducidos se antojan claramente insuficientes para revertir por completo la histórica tasa de paro que sigue presentando el país.

Por ello, urge perseverar en esta senda de mayor flexibilidad laboral para que los millones de desempleados tengan una posibilidad real de encontrar trabajo en España y, de este modo, no se vean obligados a emigrar ante la ausencia de perspectivas. Organismos internacionales y numerosos expertos insisten, una y otra vez, en la necesidad imperiosa de acometer una segunda reforma laboral para lograr crear empleo de la forma más rápida posible, tal y como en su día hizo, por ejemplo, Alemania, convertida hoy en paradigma europeo gracias a su baja tasa de paro. Sin embargo, el Gobierno se resiste a aplicar nuevas medidas de liberalización, ya sea por miedo a los sindicatos o bien para tratar de evitar un mayor deterioro electoral. El PP cometería un grave error si mantiene esta particular estrategia de brazos cruzados, a la espera de que suceda una especie de milagro. Y es un error, en primer lugar, porque más flexibilidad laboral, junto a la aprobación de otras reformas económicas clave orientadas a reducir el déficit público y mejorar la competitivividad, se traduciría en un creciente y sólido ritmo de crecimiento económico y creación de empleo, y, en segundo término, porque la consiguiente reducción del paro sería el mejor cartel electoral que podría presentar Génova a fin de revalidar su mandato en el horizonte de 2015. Por desgracia, Moncloa insiste en hacer oídos sordos a tales recomendaciones, quizá porque el PP de Rajoy no cree realmente en la flexibilidad como solución al paro y tan sólo se ha visto obligado por las circunstancias a adoptar ciertas medidas, lo cual, sin duda, sería la peor noticia posible, ya que en tal caso España se vería condenada a soportar un brutal nivel de desempleo durante largos años.

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