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Hollande estudia aplicar impuestos a YouTube y Facebook

Francia baraja que las web dedicadas a compartir vídeos paguen un impuesto para subvencionar el cine galo.

Francia baraja que las web dedicadas a compartir vídeos paguen un impuesto para subvencionar el cine galo.

El Consejo Audiovisual Superior de Francia acaba de publicar un polémico informe en el que afirma que las páginas web dedicadas a compartir vídeos deben pagar un impuesto para ayudar a financiar la producción audiovisual de cine y televisión hecho en Francia.

Hablamos de un gravamen que complementaría un "impuesto a la cultura" ya existente. Este tributo recauda anualmente 1.300 millones. Lo pagan salas de cine, canales de televisión y operadores de telecomunicaciones. Ahora, el Consejo Audiovisual Superior quiere que YouTube o DailyMotion también contribuyan al fisco por este concepto.

El informe apunta que "los vídeos compartidos en internet a título privado no deberían ser sujetos a impuestos, pero estos portales aportan un contenido cada vez más profesional y, además, generan programación propia y desarrollan acuerdos con productores audiovisuales para repartirse ingresos publicitarios".

Eso sí, el ente galo va más allá y entiende que otros ámbitos de la red también deben estar sujetos a este impuesto. Por ejemplo, en la medida en que Facebook y otras plataformas similares sirven para ofrecer contenidos también cabría aplicarles el "impuesto a la cultura".

En paralelo, Francia también estudia la creación de un gravamen aplicado a los smartphones, las tabletas y otros dispositivos tecnológicos similares. En mayo se publicó un informe que pide "un recargo del 1% en la venta de estos productos". Según el Ministerio de Cultura, "esto generaría una recaudación de 86 millones de euros anuales, y dichos fondos podrían ser empleados para financiar la transición digital de nuestras industrias culturales".

Francia, un infierno fiscal

Recientemente, la Corte Constitucional francesa avaló el tipo máximo del 75% para el Impuesto sobre la Renta. Inicialmente, este gravamen se aplicaba únicamente sobre los salarios, lo que llevó al tribunal a prohibir el impuesto, entendiéndolo "confiscatorio". Sin embargo, el gobierno de Hollande contraatacó proponiendo que el esfuerzo fiscal adicional sea soportado como un recargo tributario para las empresas. Este cambio de planteamiento ha permitido que la Corte de luz verde a la propuesta.

En opinión del filósofo Nicolás Baverez, este tipo de medidas se enmarcan en un contexto de desesperación ligado a una crisis que viene de atrás. "Francia acumula importantes desequilibrios desde los años 70. Esta crisis nos encierra en el crecimiento cero porque hemos acumulado un paro cada vez más grande, una deuda pública cada vez más alta…".

Según Baverez, una de las voces liberales más respetadas de Francia, "el Estado francés devora todo lo que encuentra a su paso: empresas, trabajo, rentas, patrimonios, libertad… Está destruyendo la economía y la sociedad civil. La divisa de la República ya no es libertad, igualdad y fraternidad sino estatismo, igualitarismo y comunitarismo".

En materia tributaria, no hay duda de que Baverez está en lo cierto. Francia acumula 84 subidas de impuestos en los dos años de gobierno de François Hollande. Si ampliamos el periodo de estudio, encontramos unos 200 aumentos de la presión fiscal desde que estalló la Gran Recesión. El gasto público ronda el 57% del PIB, frente al 52,6% del año 2007.

Hoy, las Administraciones francesas gastan 1,15 billones de euros al año frente a los 993.000 millones de 2007. Pese a todo, los ingresos siguen siendo insuficientes para lograr el equilibrio fiscal. Sin embargo, cada vez hay más oposición a nuevas alzas de la presión impositiva, según apuntan las encuestas.

Depardieu como símbolo

La simpatía que brindaron muchos franceses al exilio fiscal de Gérard Depardieu inauguró una corriente de malestar que empieza a mostrarse en las encuestas. En realidad, éste no fue un caso aislado: un creciente número de franceses ha dejado el país por motivos tributarios en las últimas décadas.

Como explica un banquero en el Telegraph, "a nadie le gusta que le traten como un criminal por ganar dinero y tener éxito, pero esto es lo que hace el sistema tributario, que cada vez hace más difícil hacer negocios. Uno ya no sabe cuáles van a ser los costes futuros. Nadie compra, nadie vende, nadie contrata…". Al respecto, el diario británico señala que el consumo de millonarios extranjeros que llegan a ciudades como París ya no sirve para maquillar la depresión del gasto y la inversión entre los ciudadanos más acaudalados del país vecino.

Todo este malestar ni siquiera se compensa con más ingresos tributarios, por lo que la Administración Hollande no tiene el consuelo esperado. Lo vemos, por ejemplo, en la precuela de la Tasa Tobin que Francia decidió aplicar mientras se discutía la implantación de este gravamen a nivel europeo.

Así, este impuesto generó menos de la mitad de los ingresos esperados: 199 millones en 2012, frente a una previsión de 530. Eso sí, el volumen de compraventa en el mercado francés se hundió un 20%, lo que indica un desplome del negocio en el ámbito financiero, ligado, claro está, a una reducción de beneficios y de plantillas.

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