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La ley sanitaria de Obama amenaza con dejar sin cobertura a 25 millones de trabajadores

Los asesores del presidente estadounidense se muestran preocupados por el bajo nivel de registros de los más jóvenes.

Los asesores del presidente estadounidense se muestran preocupados por el bajo nivel de registros de los más jóvenes.

A finales del año pasado, 2,1 millones de estadounidenses seleccionaron diferentes planes de asistencia sanitaria a través de la web oficial creada por la Casa Blanca. Esta plataforma digital fue lanzada para articular la puesta en marcha de la polémica reforma sanitaria impulsada por Barack Obama, el polémico Obamacare.

El sistema informático impulsado por la Administración demócrata también ha sido testigo del registro de 1,6 millones de personas en el programa Medicaid, un seguro público destinado a personas de recursos bajos y gestionado a nivel federal y estatal. Hasta ahora, este colectivo de personas no se había dado de alta en dicho sistema público por decisión propia.

Como la ley sanitaria de Obama establece la obligatoriedad de contar con un seguro médico, 1,6 millones de estadounidenses han pasado ahora a la lista de habitantes cubiertos por este programa gubernamental. Evidentemente, esto conducirá a un mayor gasto público, camino que se antoja difícilmente sostenible si tenemos cuenta que los costes fiscales de la asistencia sanitaria pública se dispararon del 4,7% al 17,2% del PIB en el último medio siglo.

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De hecho, el aumento del gasto sanitario fue del 86% en la década anterior a la aprobación de la reforma sanitaria de Obama. Lo vemos en la siguiente tabla:

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Bajo el nuevo sistema, casi el 80% de la cobertura brindada a los nuevos asegurados implica un mayor gasto público en forma de subsidios. Inicialmente, estos niveles se habían ubicado en torno al 30%; sin embargo, conforme aparecen más registros, el desembolso presupuestario es mayor. De momento, la mitad de los nuevos asegurados simplemente se ha dado de alta pero no ha hecho ningún pago al sistema, lo que ensancha dicho agujero fiscal.

La aplicación de la ley sanitaria seguirá desarrollándose lentamente a lo largo de los próximos meses. Los continuos fallos tecnológicos de la plataforma Healthcare.gov han retrasado los procesos de registro, añadiendo más frustración y oposición social. De hecho, ya apenas un 35% de los estadounidenses se muestra a favor del Obamacare.

La Casa Blanca está preocupada por el bajo nivel de registros hasta la fecha. Un punto que genera nerviosismo entre Obama y sus partidarios es la apatía mostrada por los jóvenes: los menores de 34 años apenas suponen el 30% de los nuevos asegurados, mientras que el 70% tiene más de 35 años y, por tanto, acarrea mayores niveles de gasto. Esta situación ha impulsado polémicas campañas publicitarias destinadas a mejorar los bajos niveles de afiliación de los jóvenes. El Gobierno de Obama espera que esta ratio haya mejorado al final del primer trimestre del año.

Mientras tanto, los lamentables efectos secundarios de la criticada reforma sanitaria siguen generando polémica. El más preocupante tiene que ver con la anulación de planes sanitarios vigentes hasta la entrada en vigor de Obamacare. Las nuevas regulaciones ya han dejado sin cobertura sanitaria a cinco millones de estadounidenses. Sin embargo, en 2014 se espera que 25 millones de personas pierdan su seguro privado, elevando a 30 millones el número de individuos que ya no tienen cobertura sanitaria debido a la reforma sanitaria de Obama.

Esta pésima noticia se explica por la cancelación o la supresión de planes sanitarios sufragados hasta ahora por las empresas estadounidenses. Las normas de la reforma sanitaria de Obama han encarecido notablemente este beneficio laboral, motivando las citadas cancelaciones y disparando el empleo a tiempo parcial como vía para capear el mayor coste de la asistencia sanitaria bajo el nuevo sistema.

El deterioro laboral generado por esta reforma ha frenado la recuperación del empleo perdido con el estallido de la Gran Recesión. En los dos años anteriores a la aprobación de la reforma, EEUU creaba una media de 66.800 nuevos empleos cada mes. Durante los dos ejercicios posteriores a la aprobación de Obamacare, la tasa cayó a niveles de 300 empleos nuevos cada 30 días: 220 veces menos.

La escalada de costes también supone un rejonazo fiscal de proporciones mareantes. El tipo efectivo máximo del Impuesto sobre la Renta ha subido por encima del 52% como consecuencia de los recargos generados por la ley de Obama. Pero las rentas altas no se van a quedar solas a la hora de soportar la mayor fiscalidad alimentada por la reforma. De hecho, Obamacare ha creado 18 nuevos impuestos, una factura tributaria de 83.600 millones de dólares anuales.

Numerosos analistas anticiparon esta desastrosa situación. Sin embargo, las llamadas a liberalizar el sector sanitario cayeron en saco roto y la socialización de los costes del sistema ha ido a más de forma considerable desde la aprobación de Obamacare.

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