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El populismo de Podemos: jubilación a los 60 y pensiones más altas para todos

La formación de extrema izquierda multiplica sus ofertas a los jubilados sin hacer ningún cálculo sobre los costes o la sostenibilidad del sistema.

Según los primeros estudios de los resultados de las Elecciones Europeas, Podemos ha sido especialmente efectivo reclutando el voto joven. En aquellos barrios con más participación de los menores de 30 años, ha sido donde el partido de Pablo Iglesias lo ha hecho mejor. Sin embargo, viendo algunas medidas prometidas en su programa, quizás deberían ser los mayores los que más apoyen a la nueva estrella de la política española… Al menos, si se creen lo que les dice.

De todas las propuestas contenidas en las 36 páginas del "programa colaborativo" de Podemos, pocas llaman más la atención que las referidas a la jubilación. Están en el primer punto, dedicado a la economía, y son realmente rompedoras. En un momento en el que en toda Europa se avanza en el camino de ampliar la carrera laboral hasta los 67 ó 70 años y reducir la tasa de sustitución (el monto de la pensión media respecto del salario medio), Iglesias apuesta exactamente por la dirección contraria y promete, si llega al poder:

  • "Reducción la edad de jubilación a los 60 años.
  • Derecho a una pensión no contributiva universal con una cuantía igual al Salario Mínimo Interprofesional (no da una cifra de cuánto sería éste, pero como explicamos este viernes podría situarse entre 1.000 y 1.200 euros).
  • Derogar la última reforma de las pensiones.
  • Prohibir la privatización o recortes del sistema público de pensiones".

Así a primera vista, lo primero que se preguntarán los españoles es dónde hay que firmar. Les están prometiendo trabajar menos, pensiones más altas (incluso aunque no coticen nada en su vida) y aseguradas hasta el día que se mueran. ¿Quién va a estar en contra de algo así?

Los números

El problema con estas propuestas es que no responden a la principal pregunta que se haría cualquiera, ¿y esto quién lo paga? El sistema de pensiones español está sometido a una enorme tensión financiera. De hecho, incluso aunque los sucesivos gobiernos han ido sacando partidas de gasto de la Seguridad Social (financiándolas vías impuestos), los ingresos no son suficientes para abonar todas las obligaciones.

De hecho, el año pasado, por segunda ocasión consecutiva, el Gobierno tuvo que tirar del famoso Fondo de Reserva. Más de 11.000 millones de euros tuvieron que ser enviados a la Tesorería de la Seguridad Social, para poder pagar todas las prestaciones. Ya sólo quedan 55.000 millones en esa hucha que se suponía que aseguraría nuestras pensiones para siempre. O lo que es lo mismo, en cinco años, el sistema podría entrar en quiebra.

Pues bien, a Iglesias no sólo no le preocupa, sino que promete un modelo con el que la Seguridad Social tendría menos ingresos (los cotizantes de 60 años se marchan) y más gastos (pensiones más altas y para un mayor número de jubilados). ¿Los números? No hay ni una sola cifra en todo el programa.

La realidad

Lo cierto es que la tendencia financiera de la Seguridad Social en los últimos años es preocupante. Y eso a pesar de que se le han ido quitando gastos. Ya a mediados de los ochenta, se desvinculó la financiación de la Sanidad pública de las cotizaciones. Aún así, ha habido que hacer más ajustes. Por ejemplo, hace un par de ejercicios se decidió que las pensiones no contributivas pasaran a pagarse, íntegramente, vía impuestos. Son unos 15.000 millones de euros al año (aunque ya antes se financiaba una parte desde los presupuestos). Pero ni siquiera así se ha conseguido el equilibro y, como ya hemos apuntado, ha habido que recurrir al fondo de reserva.

La realidad es tozuda. Según las estadísticas de la Seguridad Social, los ingresos por cotizaciones han pasado de 108.103 millones en 2008 a los menos de 103.000 millones previstos en los Presupuestos de este año. Es cierto, si se reduce el paro y se consigue crear empleo, esta cantidad podría subir algo, pero nada apunta a que el número de altas en el sistema vaya a dispararse. Las previsiones oficiales hablan de un paro cercano al 15% en 2020 (y son optimistas en comparación con otros estudios).

En cuanto a los gastos, la situación es la opuesta. Han pasado de 109.813 millones en 2009 a 129.000 millones para este año. Y ya no queda mucho donde rascar. De ese dinero, 125.000 millones corresponden a prestaciones sociales y el resto a gastos de personal y de bienes o servicios. Seguramente, para sostener el edificio, se seguirán quitando partidas de la Seguridad Social y pasarán a pagarse vía Presupuestos (las pensiones de viudedad están en el primer puesto de la lista). Pero aún así, la tendencia es clara y creciente.

De esta forma, las dos grandes cifras del sistema ya no cuadran. Este año, por ejemplo, las pensiones contributivas alcanzarán los 112.000 millones y las cotizaciones sociales (de todos los regímenes) se quedarán en menos 103.000 millones. Y la tendencia es imparable.

Por ejemplo, sólo en pensiones de jubilación hemos pasado de 4,9 millones de beneficiarios en 2009 a 5,4 millones el pasado año. Son 100.000 nuevos pensionistas al año. No sólo eso, la pensión media contributiva ha subido de 814 a 979 euros. En realidad, estas cifras son consecuencia de dos buenas noticias: los jubilados españoles viven cada vez más y los que llegan a los 65 años lo hacen con más "derechos adquiridos", puesto que han cotizado durante más tiempo y tenían sueldos más altos.

¿Podemos?

Por todo esto, sería de agradecer que aquellos que hacen promesas tan llamativas como las del partido de Pablo Iglesias, explicasen bien a la sociedad cómo las pagarán. Hay demasiados aspectos que no quedan nada claros.

En primer lugar, si suben las pensiones y, además, nos jubilamos a los 60 años, es evidente que los gastos de la Seguridad Social se dispararán. Por lo tanto, habrá que aumentar también los ingresos. Una vía es crear empleo y sacar más vía cotizaciones, pero ya hemos visto que incluso ese camino tiene un recorrido limitado. La otra vía es incrementar los impuestos o las cotizaciones sociales. Si ésa es la idea, habría que explicarla. Supondría que los trabajadores actuales pagarán mucho más ahora por un sistema que será aún menos sostenible a medio plazo.

En segundo lugar, habría que medir el impacto que esto tendría en las empresas. Una subida de impuestos o cotizaciones impactará de forma directa en su competitividad. Sus productos serán más caros y más difíciles de vender. ¿Qué supondría esto en términos de creación de empleo?

Por último, está la cuestión de subir las pensiones no contributivas hasta equiparlas con el nuevo y aumentado Salario Mínimo de 1.000-1.200 euros al mes. Esto no sólo tendría implicaciones evidentes por el lado del gasto. Puede intuirse fácilmente que también impactaría en los ingresos. ¿Qué incentivos habría a partir de entonces para cotizar? ¿Cuántas personas pasarían a la economía sumergida? ¿Para qué pagar a la Seguridad Social un 30% del sueldo cada mes si te aseguran una paga muy correcta? ¿Cuántos trabajadores se prejubilarían incluso antes, sabiendo que tienen el suelo de su pensión asegurado? A ninguna de estas preguntas contesta tampoco el programa de Podemos. Sólo había espacio para las promesas.

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