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Remesa de subvenciones al cine: 'espaldarazo' o sinsentido

Las recientes ayudas publicadas en el BOE recompensan tanto a películas con un importante número espectadores, como a grandes fracasos.

Las recientes ayudas publicadas en el BOE recompensan tanto a películas con un importante número espectadores, como a grandes fracasos.
Rodaje de una escena. | Corbis.

El cine español vive épocas duras. La taquilla no remonta, en parte por la crisis, en parte por los altos precios y en parte por las nuevas tecnologías (internet, televisiones cada vez más grandes,...). Y es evidente que la subida del IVA no ha ayudado.

Probablemente tampoco colaboran las polémicas que rodean al séptimo arte en nuestro país. El año pasado, el enfrentamiento fue con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, acerca de su calidad. Y cada poco tiempo surge el debate sobre las subvenciones a los largometrajes. Es curioso, porque ni el cine es la única industria que recibe ayudas. De hecho, es difícil encontrar un sector económico que no las tenga, algo que muchos expertos creen que incide (y no para bien) en la necesaria modernización y adaptación al cambio de nuestra economía.

Pero pocas de estas ayudas son más cuestionadas que las que se llevan las productoras. Por cierto, no es descartable que en esto tenga algo que ver la posición política de actores y directores. Los miembros de esta industria en muchas ocasiones parecen empeñados en enfrentarse a la mitad de su público potencial.

Las últimas subvenciones

Hace unos días conocíamos, gracias a su publicación en el BOE, las subvenciones destinadas por el Ministerio de Cultura para la amortización de la inversión en largometrajes. Esta partida, en concepto de ayuda económica de postproducción, se calcula en función del número de espectadores y el nivel de inversión previo en la película, ha alcanzado el presente año los 20 millones de euros. Entre las películas que se han repartido la subvención están tanto éxitos de taquilla, tales como Mientras duermes o Fuga de Cerebros, como fracasos absolutos.

Si analizamos los datos de taquilla de los films recompensados por la subvención para la amortización de inversión encontramos ayudas económicas de más de 1 millón de euros. Es el caso de Mientras Duermes que, pese a cosechar gran éxito entre la taquilla con sus 559.409 de espectadores y unos beneficios comerciales de 3.584.505 euros, obtuvo una ayuda gubernamental por valor de 1.777.100 euros. En total, cada espectador de la película fue subvencionado con 3,17 euros. Cabe preguntarse ¿por qué subvencionar algo que de por sí es rentable?

El segundo film al que mayor montante de subvención otorga el BOE es Fuga de cerebros, con 1,5 millones de euros exactos. De igual forma que el caso anterior, Fuga de cerebros debutó por todo lo alto, entrando el mismo fin de semana de su estreno dentro del top20 de películas con mayor recaudación fuera de los Estados Unidos. En total, 1,2 millones de espectadores se sentaron en los cines a disfrutar del film. Fue la película española más taquillera de 2009, con casi 7 millones de euros en recaudación. Mediante el millón y medio concedido en amortización de largometraje, cada entrada ha sido subvencionada con 1,3 euros. Vuelve a rondar la pregunta inicial: ¿por qué subvencionar algo que de por sí es rentable?

En el lado contrario, encontramos ejemplos como Cinco metros cuadrados, una película de Max Lemcke, con Fernando Tejeiro y Malena Alterio. A pesar de que no recibió malas críticas, no logró conectar con el público y menos de 70.000 espectadores acudieron a las salas en las que se proyectaba. Sin embargo, ha recibido una subvención de más de un millón de euros y sólo en esta convocatoria (probablemente haya tenido más ayudas de otro tipo). Sale a más de 14 euros por entrada vendida. ¿Tiene algún sentido que el Estado pague este precio por un producto que el público no quiere comprar?

Caída de las subvenciones

La larga crisis económica de más de un lustro que atraviesa España han perjudicado también a las partidas destinadas a la industria cinematográfica. Lejos quedan los tiempos en los que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) dedicaban subvenciones por valor de 100 millones de euros.

El presente año, según se marcó en los PGE de 2013, el Gobierno ha destinado en total 48,21 millones de euros, un 12,4% menos que el año anterior. Eso sí, a esta partida hay que sumarle las subvenciones que recibe el cine tanto a nivel regional, mediante las comunidades autónomas, como a nivel comunitario. Como referencia, en 2011 estas ayudas alcanzaron los 10 y 22 millones, respectivamente. Y no debemos olvidar sumar la tasa que la ley impone a las televisiones y que les obliga a invertir un porcentaje de sus ingresos en la producción cinematográfica.

Como publica el blog El BOE nuestro de cada día, la concesión de la ayuda por amortización del largometraje se fija en base a la orden CUL/2843/2009, en donde se contemplan dos tipos de partidas. La primera es de carácter general y supone el 15% de la recaudación en taquilla. El segundo montante se otorga en función de la inversión realizada por el productor de la película.

Asimismo, los largometrajes pueden verse recompensados por otro tipos de pluses tales como su participación en festivales, si está especialmente recomendada para la infancia, si las productoras son independientes, si el realizador es novel, su inversión, si es3D, coproducción extranjera, película de animación... entre otros. Estas bonificaciones secundarias se premian a 10.000 euros el punto.

Qué propicia la subvención

Como se ha visto a lo largo del artículo las concesiones de partidas gubernamentales no responden a ningún valor más allá del mencionado -número de espectadores e inversión realizada-. Atendiendo a películas exitosas como los ejemplos de Mientras duermes o Fuga de Cerebros, se refleja el sinsentido de recompensar con dinero público el triunfo comercial de un determinado producto. ¿Por qué ha de recompensar otra vez el Gobierno con dinero público algo que ya han premiado los espectadores con su asistencia?

Asimismo, remitiéndonos a películas con escaso apoyo demostrado en el mercado por parte de la audiencia, cabe preguntarse qué sentido tiene una recompensa a un producto que nadie quiere. Si extendiéramos este argumento a otros sectores como, por ejemplo, la industria automotriz, a nadie se le ocurriría premiar a Mercedes Benz cuando tuvo que detener su producción de su recién estrenado Clase A en 1997, al registrarse problemas de estabilidad en la llamada prueba del alce. Si el producto es malo, no se premia.

En este sentido, hace unos días se conocía otro caso de picaresca en la industria del cine. Según informe El Confidencial, la película de José Frade Producciones Cinematográficas, Por un puñado de besos, estaría supuestamente autocomprándose entradas para poder llegar a la taquilla mínima que exige las subvenciones para la amortización de largometrajes.

En concreto, las investigaciones del diario online muestran compras periódicas de entradas, por parte de los trabajadores, mediante internet, teléfono o aplicaciones móviles. Nada tendría de sospechoso, si no fuera porque las salas se quedaban habitualmente vacías y ninguno de los compradores de la entrada asistía a ver el largometraje.

Este tipo de situaciones se debe a que el Ministerio de Cultura exige, al menos, una venta de 35.000 entradas durante la vida comercial de la película para poder acceder a las subvención de amortización. En el caso de confirmarse el engaño por parte del film Por un puñado de besos sería aún más flagrante, ya que ha sido rodada gracias al respaldo financiero de las televisiones públicas TVE y Telemadrid.

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