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José T. Raga

Vivo sin vivir en mí

¿Por dónde irá el programa del señor Iglesias? No lo sé, de aquí mi ansiedad.

No se trata de un arranque de apasionado misticismo, por lo que mejor será aterrizar en este mundo de imperfección y de intereses, no siempre confesables.

¿Por qué me ha venido a la mente la Santa de Ávila? Porque siento ansia y curiosidad desmedidas desde que don Pablo Iglesias ha anunciado que va a conformar un programa económico, que llevará a las elecciones. Es más, previo a la ansiedad y a la curiosidad, me he visto turbado por la sorpresa. Una sorpresa porque, dada mi ingenuidad, yo pensaba que el programa económico ya existía, pues algo de ello se hizo presente en sus discursos y panfletos en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo.

La ansiedad se ha visto acentuada como consecuencia de las últimas noticias aparecidas en los medios, que afectan, posiblemente a nivel de presunción, a diversas personas de su entorno político y a él mismo. Noticias que nos mostrarían algo históricamente insólito: que exista corrupción en un grupo político antes de acceder al poder formal y, hasta donde conocemos, también sin detentar un poder real.

No olvidemos que recibir una retribución (más aún si es pública) por una tarea que no se realiza es, claramente, corrupción. Como corrupción fraudulenta es tener una productora de televisión con objeto mercantil como una entidad sin ánimo de lucro, como si de las Hermanitas de los Pobres se tratara. Estas cuestiones, salvo que se demuestre que son falsas imputaciones de hechos que nunca existieron, tan en contradicción con sus discursos y proclamas, invitando a una espiritualidad sin espíritu, son las que me están inquietando hasta que su programa económico se haga público.

Él ya nos había dicho algo de sus intenciones de expropiar y nacionalizar empresas estratégicas, de otorgar rentas básicas para todo el mundo, de denunciar y no pagar la deuda pública, etc. Que su modelo económico, político y social estaba a caballo, o quizá se alimentaba, de la Cuba castrista y de la Venezuela chavista, lo cual, hay que reconocerlo, era todo un programa. Y ahora resulta que va a preparar un programa económico que hará público para su conocimiento ante cualquier evento electoral… Por eso mi ansiedad es irrefrenable.

Los programas económicos, si el fin que persiguen es el bienestar de los ciudadanos, permiten pocas veleidades, y por ello en los países adelantados hay pocas diferencias entre las políticas conservadoras y las de tinte más social. La economía, que naturalmente no es una ciencia exacta porque tiene al hombre y sus preferencias como base de estudio, sí que muestra lo que se puede y lo que no se puede pretender. Es elemental que sólo se puede distribuir lo que se ha generado, y no más. Es natural también que los hombres actúen movidos por incentivos o desincentivos, a no ser que tengamos seres ciegamente sometidos a la voluntad del gobernante, anulando la propia.

¿Por dónde irá el programa del señor Iglesias? No lo sé, de aquí mi ansiedad.

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