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EDITORIAL

La economía avanza a pesar de Rajoy

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, rezuma tal grado de optimismo y euforia que el pasado jueves se atrevió a anunciar que, "en muchos aspectos, la crisis es historia del pasado", arguyendo, además, que el origen de tal éxito se debe, sin duda, a su acertada política económica. La frase, por desgracia, no sólo peca de una irresponsable osadía, sino que constituye una afirmación desafortunada y, sobre todo, engañosa por varios motivos. Por un lado, es cierto que la economía española está hoy mucho mejor que ayer. El PIB crece y España, al fin, ha empezado a crear empleo, al tiempo que la incertidumbre financiera se ha ido atenuando en los últimos meses. Así pues, resulta evidente que la situación ha mejorado con respecto a la existente hace apenas dos años, pero de ahí a proclamar el fin de la crisis hay un trecho muy importante.

En primer lugar, cabe señalar que la reciente mejora de las previsiones de crecimiento para 2015 no responde a factores estructurales y, por tanto, propios de la economía española, sino que se debe a la favorable coyuntura que está propiciando la fuerte caída del petróleo y las nuevas inyecciones masivas de liquidez que ha lanzado el Banco Central Europeo (BCE). En este sentido, cabe recordar que la zona euro sigue estancada y, de una u otra forma, su parálisis acabará afectando a la actividad nacional, de modo que existen riesgos a tener muy en cuenta que, en ningún caso, deberían ser desdeñados.

En segundo término, sorprende que Rajoy insista tanto en el radical cambio de rumbo que ha experimentado el país desde mediados de 2012 cuando, en realidad, España se salvó in extremis de la quiebra gracias al salvavidas que aquel fatídico verano lanzó el presidente del BCE, Mario Draghi, tras prometer a los inversores que haría "lo necesario" para evitar la ruptura del euro. Poco o nada tuvo que ver Rajoy en el desplome que, desde entonces, ha registrado la prima de riesgo española. Por si fuera poco, es importante destacar que, si bien es cierto que el PIB crece, la recuperación sigue siendo extremadamente lenta y frágil y, como consecuencia, no se puede descartar una posible recaída o desaceleración, ya que el modelo productivo español se sustenta aún sobre las ruinas de la anterior burbuja inmobiliaria.

Por ello, precisamente, el déficit exterior está aumentando de nuevo, frenando la necesaria reducción de la abultada deuda externa que acumula el país. Además, Rajoy parece olvidar que España registra todavía una tasa de paro absolutamente inaceptable en un país desarrollado, próxima al 24%, y todo apunta a que tardará años en reducir esta colosal brecha hasta niveles más o menos tolerables, o que el déficit sigue siendo elevado y la deuda pública roza ya el umbral del 100% del PIB.

Sin embargo, lo peor de su declaración no estriba tanto en sus medias verdades como en lo que no dice. A saber, que si la economía ha mejorado en algo no es gracias a la política económica del PP, consistente en mantener intacta la colosal estructura estatal y en disparar los impuestos a familias y empresas, sino a pesar de Rajoy y su Gobierno. Su único mérito en materia económica a lo largo de la presente legislatura ha sido la reforma laboral, cuya implementación, aunque insuficiente, ha servido para frenar la brutal destrucción de empleo sufrida desde 2008.

De poco más se puede enorgullecer un presidente que, más allá de traicionar a sus votantes e incumplir su programa electoral, se ha caracterizado por mantener el statu quo, haciendo lo mínimo imprescindible para que siga todo igual, en lugar de acometer las profundas reformas y ajustes que necesita imperiosamente la economía para salir de la crisis de forma rápida y sobre bases sólidas. Y ello, sin contar que, tal y como denunció Rosa Díez esta semana en el Congreso, España todavía carece de una auténtica división de poderes y de una Justicia verdaderamente independiente del Gobierno, claves para superar la grave y agónica crisis institucional que sufre el país desde hace largos años. Es decir, España, al contrario de lo que dice Rajoy, todavía está lejos de superar la crisis, tanto la económica como la política.

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