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Carlos Rodríguez Braun

Sbaraglia y Darín

Si hay algo que pagan los países subdesarrollados son los privilegios de sus propios gobernantes y de los grupos de presión que a su socaire medran.

Si hay algo que pagan los países subdesarrollados son los privilegios de sus propios gobernantes y de los grupos de presión que a su socaire medran.

Leonardo Sbaraglia y Ricardo Darín son grandes actores argentinos tratados con ilimitado entusiasmo por la prensa española (por ejemplo, aquí). En ese regocijo sin duda cuentan las simplificaciones políticas, como el considerar que sólo los militares violaron los derechos humanos en América Latina, y nadie más. Pero seguramente también cuentan las ficciones económicas.

Ricardo Darín, por ejemplo, no plantea ninguna objeción de fondo a la expropiación de Repsol, y sólo aporta un matiz: "Lo que no sonó muy bien fue la forma (…) pero con el fondo es difícil no estar de acuerdo", y añade que no fue un problema entre España y la Argentina, porque "sólo se trataba de cuestiones empresariales".

El acuerdo aparentemente incuestionable de fondo supongo que se referirá a la propiedad pública del subsuelo, una desgraciada tradición que mantuvo América del imperio español: ahí las autoridades de las naciones independientes no le tocaron ni una coma a la supuestamente odiosa herencia imperial. Pero por cuestionable que resulte esa tradición, el "fondo" de la cuestión no significa que las autoridades puedan hacer y deshacer a su arbitrio en lo tocante a los contratos que entablan en tanto que dueñas de los recursos petrolíferos.

No aclaró el señor Darín si la forma que no le sonó bien fue la expropiación sin contraprestación alguna primero, o la cuantiosa suma que el Estado argentino abonó después. Pero lo que no necesita aclarar, porque es evidente, es que en ningún caso se trató de "cuestiones empresariales", porque, en primer lugar, no fueron empresarios sino políticos, encabezados por el inefable Kiciloff, los que echaron a patadas a los españoles de las oficinas de YPF en Buenos Aires; y, en segundo lugar, también fueron políticos, y también liderados por el desastroso ministro de Economía argentino, los que forzaron a los ciudadanos argentinos a pagar la indemnización a Repsol.

Sbaraglia, por su parte, está muy contento porque en los últimos tiempos la Argentina y América Latina se están independizando "de la economía internacional (…) Eso es muy importante, para que no nos jodan con la gasolina, con la telefonía (…) Porque los países subdesarrollados son los que pagan los privilegios de los países desarrollados".

Esto no resiste el menor análisis. Empezando por el final, si hay algo que pagan los países subdesarrollados son los privilegios de sus propios gobernantes y de los grupos de presión que a su socaire medran. Pensar que el poder de esos gobernantes consigue que a sus súbditos no los "jodan" con la gasolina, el teléfono, etc. es no reconocer lo que está a la vista de don Leonardo, y de cualquiera: a mayor intervención de las autoridades, peor desenlace para los pueblos, como él mismo recordará de cuando no había forma de hablar por teléfono en la Argentina en el pasado, o en el presente cuando esa misma intervención está volviendo a provocar una vieja criatura de los políticos argentinos: los cortes de luz.

Hablando de la Argentina, es interesante que el señor Sbaraglia celebre la reciente "independencia" argentina de la economía internacional. Podría pararse a pensar un minuto en su propio país, que también es el mío. Hace un siglo la Argentina, con una economía muy abierta, era muy dependiente del exterior, y también era notablemente próspera: en esa época millones de modestos trabajadores europeos, entre ellos sus antepasados y los míos, prefirieron dejar Europa para emigrar a la Argentina. Ahora ya no existe esa terrible dependencia, la prosperidad relativa ha desaparecido y los trabajadores emprenden el camino inverso. No se entiende bien por qué hay que lamentar lo primero y aplaudir lo segundo.

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