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África vuelve a tropezar con la piedra de la deuda

La condonación aplicada hace ahora diez años a varios países africanos se ha traducido en una nueva senda ascendente de deuda pública.

Hace ahora una década, líderes africanos como Nelson Mandela encabezaron una campaña que buscaba el perdón de la abultada deuda pública que habían asumido numerosos gobiernos del continente negro. Aquel esfuerzo fue exitoso y liberó a los Ejecutivos africanos de una carga presupuestaria que había alcanzado niveles significativos. Sin embargo, diez años después, la deuda de diversos países africanos vuelve a alcanzar niveles preocupantes.

En los últimos diez años, los contribuyentes de países como Ghana, Senegal, Zambia o Ruanda han visto cómo sus gobiernos acudían a los mercados de capitales para financiar nuevos programas de gasto público por la vía del endeudamiento estatal.

En el caso de Ghana, país que viene experimentando elevados niveles de crecimiento, su deuda pública ascendía al 36,3% del PIB en el año 2009, pero apenas tres años después, en 2012, ya registraba cotas cercanas al 50% del PIB. Este galopante aumento no se detuvo entonces: la cifra definitiva para 2013 fue del 55,5%, mientras que para el presente 2014 se manejan niveles superiores al 60% del PIB.

Aún más preocupante ha sido el desempeño de Senegal, que en 2006 manejaba una deuda pública del 21% del PIB, pero en 2012 había doblado estas obligaciones del Tesoro y registraba un endeudamiento equivalente al 44% del PIB.

El caso de Zambia también parece ser el de un país que vuelve a tropezar dos veces con la misma piedra. Aunque el montante total de la deuda pública se mantiene en cotas aceptables, cerca del 30% del PIB, las proyecciones para 2018 apuntan a obligaciones superiores al 50% del Producto Interior Bruto, un nivel difícilmente manejable para un país en vías de desarrollo que cada vez genera más dudas entre los inversores.

En Ruanda nos encontramos con un escenario similar, esta vez motivado por las arriesgadas operaciones crediticias de la banca pública. El país africano busca desarrollar su economía emitiendo deuda pública e inyectando esos recursos financieros a las pymes del país, una arriesgada estrategia que empieza a despertar nervios entre la oposición política.

Nuevo mar de deudas

El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial llegaron a condonar alrededor de 100.000 millones de dólares a través del perdón de la deuda pública que se aplicó a treinta países del continente negro. Desde entonces, el manejo de las finanzas públicas no ha alcanzado los niveles desastrosos de antaño, pero las situaciones descritas anteriormente muestran que vuelven a repetirse patrones que acabaron conduciendo a buena parte de África hacia una situación de quiebra generalizada.

La lista no se queda en los casos antes mencionados. Uganda, Mozambique, Senegal, Nigeria, Malawi, Benin, Santo Tomé y Príncipe son algunos de los países que, de acuerdo con los informes del Banco Mundial, pueden acabar enfrentándose, de nuevo, a un colapso financiero si continúan su actual ritmo de endeudamiento. Algo mejor es la situación de Etiopía, Tanzania o Burkina Faso, si bien estas tres naciones también han recibido un toque de atención por parte del organismo multilateral.

Si medimos en suma la evolución de la deuda de los gobiernos africanos, vemos que la treintena de naciones que se benefició del perdón redujo sus obligaciones del 104% al 27% del PIB entre 2003 y 2006. Sin embargo, finalizada la condonación, la ratio volvió a crecer y ha alcanzado ya el 34% del PIB, cuatro puntos porcentuales por delante de los niveles que se consideran recomendables para países en vías de desarrollo.

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