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EDITORIAL

Cuando un déficit astronómico se vende como un éxito

El abultado agujero que siguen presentando las cuentas públicas es una pésima noticia para los españoles.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha vuelto a alardear de política presupuestaria este viernes, tras destacar que España ha cumplido el objetivo de déficit público marcado por Bruselas. Sin embargo, sus manidas soflamas no sólo no se corresponden con la realidad, sino que ocultan una gestión nefasta y muy perjudicial para el conjunto de los españoles. Si Montoro ha destacado por algo en estos tres años de Gobierno es por disparar los impuestos a familias y empresas como nadie antes había hecho, por rescatar a los políticos autonómicos más díscolos e irresponsables a costa de todos contribuyentes y, sobre todo, por incumplir de forma reiterada todos los límites presupuestarios previstos, en contra de lo que suele afirmar.

El déficit público cerró el pasado año en el 5,83% del PIB, ligeramente por encima del objetivo fijado por Bruselas (5,8), de modo que, en realidad, España incumplió, una vez más, su compromiso. El truco que emplea aquí Hacienda para afirmar lo contrario es que el dinero destinado en 2014 al rescate de las cajas de ahorros (0,11%) no se contabiliza y, por tanto, el descuadre oficial se sitúa en el 5,72%, por debajo del límite. Pero lo cierto es que el único dato que toma Eurostat, la oficina estadística de la UE, es el primero, es decir, el déficit total, y, por tanto, pese a quien pese, España se ha vuelto a desviar. Además, el Gobierno anunció hace escasos meses que el agujero cerraría el año en el 5,5% del PIB, tal y como consta en el Programa de Estabilidad, de modo que también ha faltado a su propia palabra.

Pero lo más grave no es que se haya registrado una décima arriba o abajo, sino comprobar que toda la estrategia fiscal del PP durante la legislatura ha consistido, básicamente, en tergiversar la realidad para acometer el mínimo ajuste posible. No en vano, cabe recordar que cuando Mariano Rajoy llegó al Gobierno el objetivo de déficit fijado para 2012 se situaba en el 4,4% y, puesto que se encontró con un agujero mayor al previsto, lo primero que hizo fue elevarlo de forma unilateral al 5,8%. Pese a ello, no cumplió ninguno de los dos. España cerró 2012 con un déficit del 10,3% del PIB, mientras que el citado 5,8% se ha alcanzado dos años después de lo anunciado.

El panorama es aún más desolador si se observa que la reducción del déficit lograda por el PP apenas asciende a 3 puntos del PIB desde 2011. Es decir, a un ritmo de 1 punto anual, el mismo ajuste que, curiosamente, protagonizó Rodríguez Zapatero entre 2009 y 2011. Para semejante viaje no hacían falta tantas alforjas. Rajoy ha reducido el déficit al mismo ritmo que lo hizo Zapatero durante la segunda mitad de su legislatura. Y, además, copió su estrategia: disparar los impuestos y recortar mínimamente el gasto para mantener a toda costa el sobredimensionado sector público español.

Los resultados saltan a la vista. Tras siete largos años de crisis, España ha sufrido uno de los mayores deterioros fiscales y el mayor incremento de deuda pública del mundo y, lejos de solventar este desequilibrio, sigue registrando uno de los déficits más altos de la UE. Un agujero del 5,8% del PIB, equivalente a casi 62.000 millones de euros es una absoluta barbaridad, ya que significa que el Estado sigue gastando un 15,5% más de lo que ingresa por vía fiscal.

Además, las comunidades autónomas siguen sin cumplir las metas marcadas y, lejos de cerrar en el 1% previsto, han registrado un agujero del 1,6%, lo cual implica un desvío al alza del 60%. Por si fuera poco, es la primera vez que el déficit autonómico crece desde 2011, ya que en 2013 se situó en el 1,5%, lo cual es síntoma de que el Gobierno ha abierto la mano para conceder un mayor margen de gasto a las autonomías de cara a las elecciones del presente año.

Ante tales datos no es de extrañar, por tanto, que el Banco de España haya advertido en su último Boletín Económico que tampoco se cumplirán las metas marcadas para este año y el siguiente. La realidad desmonta de nuevo las fanfarronadas de Montoro. No se puede vender como un éxito un déficit astronómico que, por si fuera poco, ni siquiera se ajusta a los límites comprometidos con la UE. El abultado agujero que siguen presentando las cuentas públicas es una pésima noticia para los españoles.

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