Menú
José T. Raga

Lo que duelen las comparaciones

Los sujetos de Podemos están contrariados porque a algunos medios y analistas malvados se les ha ocurrido comparar la amnistía de Tsipras con de Rajoy.

Es irreversible, lo dicho, dicho está, y lo estará para siempre. Comprendo la molestia de que a uno le recuerden su juicio en alguna ocasión, censurando la conducta de un tercero, cuando en cualquier tiempo posterior aquella censura se convierte en complacencia, dependiendo de quién sea el juzgado.

Los sujetos de Podemos, a los que parece ser que se les está acortando la coleta, están contrariados porque a algunos medios y analistas malvados se les ha ocurrido comparar la amnistía que planea el Gobierno griego de Tsipras con la aplicada en España por el vituperado Gobierno de Rajoy, al que con gusto aplicarían algún fetiche para su aniquilación.

El problema con el que se enfrenta la casta de Podemos, además de otros internos en los que no pienso ni quiero entrar –es cosa de ellos y que lo arreglen como puedan–, es, y supongo que lo planean así, por qué la amnesia no afecta más a los seres humanos (como pueda ser la gripe o la simple alergia), permitiendo que éstos, dotados de memoria prodigiosa, recuerden con detalle lo que ocurrió, lo que se dijo y hasta quién lo dijo. Una amnesia generalizada evitaría este problema.

Ellos, que cuando no les gusta algo con toda frescura discuten el ser de las cosas para anteponer, como signo distintivo de una justicia universal, que sólo ellos comparten, lo que consideran sobre cómo deber ser. Este postulado inicial les lleva a considerar que la amnistía de Tsipras es muy razonable, pues trata de ver si vuelve parte de los euros que emigraron a tierras más seguras, y que tanta falta hacen en territorio heleno, para dar suelta a la tentación confiscadora del Gobierno, una vez secadas las cajas de los ayuntamientos y las empresas públicas.

Al decir de los intelectuales académicos del trasnochado marxismo-leninismo, esta amnistía nada tiene que ver con la del Gobierno de Rajoy, porque esta última tendía a favorecer a los ricos, que en definitiva fueron los que regularizaron su situación patrimonial en el exterior, cumplimentando reglamentariamente con el Modelo 720 ante la administración tributaria.

¿Pensará el señor Iglesias que la del señor Tsipras está prevista para favorecer a los pobres? ¿Los pobres griegos lo eran porque tenían sus saldos bancarios allende sus fronteras y las de la Unión Europea? Yo puedo entender casi cualquier cosa, pero hasta donde no llega mi capacidad es a comprender que alguien pierda el respeto debido a su misma persona. El señor Iglesias y sus secuaces podrían haber silenciado sus juicios a la amnistía o regularización de Rajoy, pero de no hacerlo, como es el caso, lo que no pueden es olvidar su juicio anterior cuando se trata de juzgar un hecho parejo con el que mereció su crítica.

Si se pierden el respeto a sí mismos, ¿cómo podemos pretender que respeten a los demás? Y es que, inadvertidamente, su despotismo se fundamenta en el menosprecio.

En Libre Mercado

    0
    comentarios