El ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, vuelve a estar en el ojo del huracán. Esta vez la polémica se ha generado a raíz de una entrevista con el New York Times en la que admite que ha grabado algunas de sus tensas reuniones con el Eurogrupo.
De momento, el de Syriza dice que no publicará las grabaciones "por las reglas de confidencialidad". Sin embargo, Varufakis ha aludido a las mismas para poner en duda las informaciones que retrataban su última cumbre en Bruselas como un auténtico fiasco para los intereses del gobierno griego.
"Los medios han alimentado todo tipo de ofuscaciones y mentiras, en parte porque se les han filtrado informaciones que niego rotundamente", apunta Varufakis. El economista también declara al periódico estadounidense que "odia la televisión", algo que choca con las críticas que recibe en su país, donde no pocos adversarios políticos denuncian la querencia del ministro por las cámaras.
En la entrevista, Varufakis reconoce que "la economía griega ha empeorado en los últimos dos meses como consecuencia de la apuesta del gobierno por una estrategia de negociación dura. Hay que hacer este tipo de sacrificios para lograr un futuro mejor. Es como una inversión: a corto plazo, siempre hay un coste".
A pesar de admitir que la pugna con los acreedores ha alimentado un deterioro del desempeño económico heleno, Varufakis dice a renglón seguido que está "preocupado y aterrorizado por la situación que estamos atravesando".
¿Significa esto que apuesta por una línea más pragmática? No caerá esa breva: "no me voy a humillar permitiendo que se comprometan mis principios o mi lógica. No aceptaré otro paquete de medidas económicas ni de broma, no van a perpetuar las políticas que nos han metido en crisis", declara.
"Hay racismo contra Grecia"
A lo largo de la entrevista, el mediático titular de la cartera de Finanzas del gobierno griego afirma que las quejas de los socios europeos sobre los planteamientos de Syriza "se explican porque algunos creen que somos algo así como una pequeña colonia fronteriza que no tiene derecho a opinar ni a decidir por sí misma".
Varufakis va más allá y se queja de que "hay un profundo racismo contra Grecia, se habla de nosotros como si todos los ciudadanos fuésemos responsables del "rescate", sin entender que muchos han protestado contra el mismo".
Profundizando en esta línea crítica, el griego compara su aventura político con el movimiento contra el apartheid que encabezó Nelson Mandela en Sudáfrica: "en los años 80 sufría por lo que ocurría allí, no podía quitármelo de la cabeza... Ahora, a raíz de la crisis que empezó en 2008, he sentido un enorme malestar por la idiotez con la que se ha reaccionado, creando problemas innecesarios".
No vivía en Grecia, sino en Texas
El economista se pone a sí mismo como ejemplo de disidencia, presentándose ante el periódico estadounidense como un militante de base: "los de Syriza somos los mismos que nos hemos pasado toda la vida protestando en la Plaza Syntagma, frente a la misma sede de gobierno en la que ahora están nuestras oficinas. Nos han tirado bombas de gas por protestar contra una deuda que no podemos devolver".
Resulta curiosa esta afirmación de Varufakis ya que, cuando decidió entrar en política y unirse a la lista electoral de Syriza, su residencia no estaba en Grecia sino en la ciudad de Austin, en Texas (Estados Unidos). Anteriormente, el hombre fuerte del Ejecutivo de Alexis Tsipras residió durante largos periodos en Reino Unido y Australia.
La dolce vita del ministro
Preguntado por su gusto por el lujo, el economista heleno declara que "aunque suene estúpido, no sabía lo que era Paris Match cuando me hice esas fotos con mi mujer". Varufakis explica también al New York Times que su esposa es la heredera de una familia que controló durante años la mayor empresa textil del país.