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María Jamardo

La vida después del euro

Los errores, siempre se pagan. Y eso, no hay Referéndum que lo arregle, ni apelando a la dignidad, ni apelando a la democracia.

Se ha formalizado la solicitud de un nuevo préstamo. Grecia traslada la necesidad de recibir un 3º rescate que ayude a aliviar la presión de una deuda vencida, la falta de liquidez inmediata y la situación de intervención bancaria (corralito) que asfixia la economía básica de un país en agonía indefinida. Por fin hay acuerdo. Los errores, siempre se pagan. Y eso, no hay Referéndum que lo arregle, ni apelando a la dignidad, ni apelando a la democracia.

En lo que a la UE se refiere, si algo ha fallado es eso precisamente, una falta absoluta de democracia en el proceso "constituyente". Al menos, para unos cuantos, no todos. En Inglaterra la cuestión, de estado, que no llegó a plantearse la posibilidad de entrada como una opción real, dejó claro, sin embargo, la homogeneidad de laboristas y conservadores, en defender que la misma, en todo caso debía ser resultado del pronunciamiento del pueblo británico específicamente consultado. También en Francia y en Irlanda, se convocaron consultas populares y la propia Alemania necesitó de pronunciamiento aclaratorio de su Tribunal Constitucional sobre la materia.

A los españoles, no recuerdo, ni recordarán ustedes que se nos haya consultado al respecto de nada. Curioso en una tesitura como la planteada, donde el ingreso en la unificación, representaba un claro ejemplo de cesión de soberanía monetaria. Eso sí, a cambio, recibimos un discurso fascinante y unas recurrentes campañas de promoción mediática que nos vendieron la moneda única como una auténtica panacea, además de parte irrenunciable del proyecto de construcción europea. Ese mismo en el que coexisten Noruega, Suecia, Dinamarca e Inglaterra (veremos la última por cuánto tiempo ya que votan de nuevo en unos meses), conservando moneda propia. Pero, claro, tampoco vamos a compararnos, no podemos, con las economías nórdicas. Precisamente porque son radicalmente opuestas al caos que representa la griega, mediterránea, resultado de su intervencionismo históricamente sostenido y el agravamiento de una situación de empobrecimiento sistemático, acuñado en base a la nefasta máxima de solventar el gasto desbordado con más gasto, compra de voluntades y esquilmar al pueblo con sangrantes subidas de impuestos.

El euro nació enfermo. Concebido y planteado de una manera defectuosa y, como estamos comprobando, la única evolución lógica es que o se replantea el proyecto de Europa (como toca) o que muera. En su planificación e implementación fallaron dos cuestiones capitales: la primera y esencial, que se materializa y escenifica una unión monetaria que en ningún caso supone la cesión de soberanía financiera por parte de los estados (esto es, abre la puerta a la subvención del despilfarro, sin plantear mecanismos de control efectivo); la segunda, y no menos relevante es el concepto equivocado de que una moneda pueda ser herramienta capaz de generar riqueza per sé, de manera que fijar una única para la Eurozona, caracterizada en términos macro por ser un entorno de coexistencia de economías asimétricas, termina provocando el esperpento de Grecia, inundada de déficit, endeudada y con presencia adulterada en un mercado en el que no es competitiva ni eficiente en la producción de bienes y servicios.

No era, por tanto, cuestión de medidas creíbles, ni de aprobación de una u otra propuesta. El problema, una vez conseguido consenso en Bruselas para el "parche", seguirá siendo el fondo clamoroso de lo que trasciende. El euro es la excusa, la política y las posiciones de poder, son la causa. De lo contrario no se explica en base a ninguna lógica razonable cómo Tsipras convocó un Referéndum para ignorar su resultado y acabar cediendo en circunstancias de un trato empeorado. Porque es mero postureo. No perdamos de vista la importancia estratégica de Grecia. Una economía ridícula, o eso dicen, pero con una ubicación privilegiada.

Al margen de las amenazas, estaba claro que Grecia no saldría del euro. Porque hay opción a operar a nivel interno con una moneda propia. Y, no dejarán que esto suceda quienes desde fuera deben financiarla para el consumo externo. De no hacerlo ellos, Rusia sería una peligrosa candidata, tendría una inmediata influencia táctica sobre el Egeo. Vean si no por qué EEUU se ha posicionado en todo este esperpento. Y el alcance e intención de las palabras de Juncker desde el comienzo: Grecia es Europa.

Las condiciones de la financiación "amiga" frente a la "enemiga" son, a pesar de todo, ventajosas. Hay muchos intereses en juego. Y en este momento, un objetivo fundamental, maquillar un fracaso político que puede sentar precedentes de riesgo. La confirmación de que habría vida, y otra Europa es posible (y necesaria), después (y a pesar) del euro.

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