Tal y como viene sucediendo en los últimos años, Oxfam Intermón ha vuelto a publicar un informe sobre la pobreza y la desigualdad que, en este caso, sufre la UE, cuyos principales conclusiones son alarmantes:
- "En el seno de las prósperas naciones de la Unión Europea, 123 millones de personas se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social, lo cual supone una cuarta parte de la población".
- "Casi 50 millones de personas sufren severas privaciones materiales, ya que carecen de dinero suficiente para pagar la calefacción de sus viviendas o hacer frente a gastos imprevistos".
- "La pobreza en la Unión Europea no es un problema de escasez, sino de distribución de los recursos (renta y riqueza)".
- "Los siete millones de personas más ricas de Europa poseen la misma riqueza que los 662 millones más pobres (incluyendo a los países que no forman parte de la Unión Europea)".
El informe publicado este miércoles, bajo el sugerente título Europa para la mayoría, no para las elites, concluye que este "inaceptable" aumento de la pobreza y la desigualdad en la UE se debe a tres razones básicas:
- En primer lugar, porque los "ricos [...] han secuestrado los procesos de toma de decisiones políticas, manipulándolos para que favorezcan sus intereses, en detrimento de aquellos a quienes estos procesos deberían servir".
- En segundo lugar, por los "programas de austeridad", ya que "incrementan la fiscalidad regresiva, recortan el gasto público, privatizan los servicios públicos, hunden los salarios y deterioran las condiciones laborales".
- Y, en tercer lugar, porque "los injustos sistemas fiscales no sólo no corrigen las desigualdades de renta sino que, lo que es peor, en realidad están contribuyendo a incrementar la brecha de desigualdad" al beneficiar a rentas altas y grandes empresas.
Sin embargo, tal y como reza el dicho, el diablo está en los detalles. Y es que, a pesar de los llamativos titulares que arroja el estudio, la pobreza y la desigualdad en Europa esconden una realidad muy distinta y alguna que otra verdad incómoda para la citada ONG. A continuación, se resumen las cinco grandes falacias que, en gran medida, desmienten las conclusiones del informe.
1. No mide la pobreza real
Esos 123 millones de personas en "riesgo de pobreza o exclusión", equivalentes al 24,5% de la población europea, es el último dato oficial que arroja Eurostat para la UE-28, correspondiente al ejercicio 2013. Sin embargo, aquí radica la primera gran falacia, ya que, en realidad, no son pobres. ¿Quién lo dice? Eurostat y la letra pequeña (notas al pie) del propio informe de Oxfam.
La tasa de riesgo de pobreza es el porcentaje de la población cuya renta media disponible ecualizada (tras las transferencias sociales) está por debajo del umbral de riesgo de pobreza, que está establecido en el 60% de la renta nacional mediana disponible ecualizada tras las transferencias sociales. Este indicador no mide la riqueza o la pobreza, sino las rentas bajas en comparación con otros residentes en el país en cuestión, lo cual no implica necesariamente un bajo nivel de vida.
Así pues, dicho indicador no mide la pobreza real, es decir, lo que el común de los mortales entiende por "pobreza" (recursos insuficientes para poder mantener un mínimo nivel de vida). Tal y como aclara el Instituto Nacional de Estadística (INE), "la población en riesgo de pobreza es un indicador relativo, que mide desigualdad. No mide pobreza absoluta, sino cuántas personas tienen ingresos bajos en relación al conjunto de la población".
Además, el umbral de riesgo de pobreza se fija en el 60% de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de las personas y, en este sentido, cabe recordar que la "mediana" no es lo mismo que la media: "Es el valor que, ordenando a todos los individuos de menor a mayor ingreso, deja al 50% a cada lado".
2. El "riesgo de pobreza" no aumenta
Por otro lado, Oxfam enfatiza que la población en riesgo de pobreza ha aumentado en cerca de 7 millones de personas durante la crisis, al pasar de 116 millones en 2008 a casi 123 millones en 2013. ¿Mucho o poco?
Lo primero que cabe señalar es que esa cifra equivale a un aumento del 6%. Es decir, a pesar de que Europa ha sufrido la peor crisis económica en tiempos de paz desde la Gran Depresión de los años 30, el número de europeos "en riesgo de pobreza o exclusión social" tan sólo ha crecido un 6%. No se trata, por tanto, de un incremento alarmante ni especialmente significativo estadísticamente.
De hecho, esos siete millones extra apenas equivalen a poco más del 1% de la población de la UE. Dicho de otro modo, sólo el 1% de los europeos ha caído en "riesgo de pobreza o exclusión" durante la crisis. El alarmismo, pues, brilla por su ausencia.
Y es que, al tratarse de un indicador relativo y no absoluto, se observa que el "riesgo de pobreza o exclusión social" se mantiene más o menos estable en el tiempo y sus variaciones responden más al incremento de la población europea que al deterioro de las condiciones de vida.
En 2008, los europeos en esa situación se situaban en el 23,8% de la población total frente al 24,5% de 2013, pero apenas ha subido una décima respecto a 2007 (24,4%), en plena burbuja crediticia, e incluso hoy presenta un porcentaje inferior al de 2006 (25,3%) o 2005 (25,7%).
Dicho de otro modo, si se amplía la perspectiva temporal, se observa que la población "en riesgo" ha bajado en los últimos diez años en casi 3 millones de personas, a pesar de la crisis. Todo ello demuestra, una vez más, la inutilidad de este indicador para medir la pobreza real.
3. La pobreza real, inferior al 10%
Y puesto que ese manido concepto no mide la pobreza real, Oxfam aporta otro indicador más fiable al respecto: el que mide la denominada "privación material severa". Tal y como aclara Oxfam en su informe:
La privación material se refiere a una situación de dificultad económica, que se define como la incapacidad (forzosa, no la elección de no hacerlo) para hacer frente a gastos imprevistos, pasar una semana de vacaciones fuera de casa una vez al año, comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días, mantener una temperatura adecuada en su vivienda, adquirir bienes materiales como una lavadora, una televisión en color, un coche o un teléfono, y la obligación de hacer frente a pagos atrasados (de hipoteca o alquiler, facturas de servicios, cuotas de compras a plazos u otros pagos de préstamos).
En concreto, la "privación material grave" es la incapacidad que tiene una persona para costearse, al menos, cuatro artículos de la lista anterior. Si se atiende a este indicador, el número de pobres europeos desciende a unos 48 millones de personas, el 9,6% de la población de la UE en 2013, según Eurostat. Es decir, unas 2,5 veces menos que el famoso "riesgo de pobreza o exclusión".
Además, cabe señalar una serie de puntualizaciones importantes:
- En 2008, este porcentaje ascendía al 8,5% de la población, unos 42 millones de europeos, de modo que la pobreza real en la UE ha crecido cerca de un 14% durante la crisis.
- Los porcentajes más altos de "privación severa" se concentran, como es lógico, en los países del sur, los más golpeados por la crisis (con elevadas tasas de paro), y en Europa del este, los últimos en incorporarse a la UE y con rentas muy inferiores a la media europea (los países más pobres).
- De hecho, el menor índice de "privación severa" de toda Europa se registra en algunos de los países más capitalistas, con mayor libertad económica y mayor número de ricos del continente, desmontando así la tesis socialista que defiende Oxfam, empezando por Suiza (0,7%) y seguido de Suecia (1,4%), Luxemburgo (1,8%), Noruega (1,9%), Finlandia (2,5%), Holanda (2,5%), Dinamarca (3,8%) o Austria (4,2%).
Por otro lado, en el caso de España, la pobreza real se ha duplicado durante la crisis, al pasar del 3% en 2007 a algo más de 6% en 2014, unos 3 millones de personas, según los datos del INE. Si, además, se acota la medición a la incapacidad de "comer carne, pollo o pescado cada dos días", el porcentaje se reduce al 3% de la población española (1,5 millones de personas).
Un situación dramática, pero, en todo caso, muy alejada de los titulares alarmistas que suelen difundirse. De hecho, se coja el indicador de privación material que se coja, los españoles están hoy mucho mejor que en los años 90.
4. Desiguales, pero ricos; iguales, pero pobres
Otro de los grandes mitos que trata Oxfam es el relativo a la desigualdad, al interpretar este concepto como algo negativo per se.
La pobreza en los países de la Unión Europea no es un problema de escasez, sino que tiene que ver más bien con la distribución de los recursos y con cómo una pequeña minoría de la población acapara un desproporcionado nivel de ingresos y de renta que supera con mucho sus necesidades, mientras que otras personas quedan excluidas y tienen dificultades para pagar sus facturas.
Es decir, el origen de la pobreza, según Oxfam, estriba en la existencia de ricos y la insuficiente redistribución de recursos por parte del Estado a través de la recaudación de impuestos. Y todo ello, en base al siguiente postulado:
Los países donde la desigualdad de ingresos es mayor también tienden a tener un mayor porcentaje de población en situación de pobreza; aquéllos donde la distribución del ingreso es más igualitaria albergan a menos personas que sufren privaciones materiales severas.
El único problema es que no es cierto. La desigualdad en materia de ingresos o la desigual distribución de la riqueza no tiene nada que ver con el mayor o menor nivel de vida que registra la población o la tasa de pobreza que sufre un determinado país.
El coeficiente de Gini mide el nivel de desigualdad en la sociedad, con valores que van de 0 a 100, donde 0 es igualdad total (todos los miembros de la sociedad poseen lo mismo) y 100 es desigualdad total (una sola persona lo tiene todo y el resto no tiene nada).
Según destaca Oxfam, "Grecia, Alemania, Portugal y Reino Unido son los países más desiguales en términos de ingresos, con unos coeficientes de Gini de 50 o más". Así pues, algunos de los países más desiguales en ingresos resulta que son, al mismo tiempo, algunos de los más ricos (Alemania y Reino Unido) y más pobres (Grecia y Portugal) de la UE, y con mayores y menores tasas de privación severa (Grecia con más del 20%, frente a Alemania con poco más del 5%).
Pero es que, además, los países más igualitarios, como Eslovaquia, Malta, República Checa y Eslovenia tienen rentas per cápita muy inferiores a la media comunitaria, de modo que la igualdad no es sinónimo de bienestar económico y social, ni la desigualdad síntoma de pobreza, ni mucho menos.
Oxfam utiliza también el denominado "índice Palma", que permite calcular el ratio entre los ingresos del 10% más rico de la población y los del 40% más pobre con el fin de medir la concentración de la riqueza. Pero, nuevamente, esto no indica nada respecto al bienestar general de la población: "En la República Checa, Suecia, Dinamarca y Chipre, el 10% más rico de la población posee más de dos tercios de la riqueza del país, frente a aproximadamente un tercio en Eslovaquia y Eslovenia".
De hecho, según el informe, "Bulgaria y Letonia son los países de la Unión Europea con mayores niveles de desigualdad: los ingresos del 10% más rico son 1,4 veces mayores que los del 40% más pobre. En Eslovenia y Eslovaquia, los dos países de la Unión Europea con el índice de Palma más bajo, los ingresos del 10% más rico de la población son 0,8 mayores que los del 40% más pobre". Es decir, se da la paradoja de que los países más y menos desiguales en cuanto a la concentración de riqueza se sitúan, al mismo, entre los más pobres de Europa.
Asimismo, Alemania y Reino Unido son los que albergan el mayor número de milmillonarios, pero su población disfruta de una renta per cápita muy superior a la media de la UE.
5. El Estado del Bienestar no reduce la pobreza
Por último, Oxfam defiende un elevado gasto público y una estructura fiscal mucho más progresiva para redistribuir recursos y, de este modo, reducir los niveles de desigualdad y pobreza en la UE.
Sin embargo, el propio estudio de la ONG se contradice, ya que "el gasto de los Gobiernos de Hungría e Italia asciende a aproximadamente el 50% de su PIB, pero Hungría sólo reduce la desigualdad económica en 24 puntos de Gini a través de la redistribución, mientras que en Italia la disminución es de sólo 16 puntos". Así pues, un nivel de gasto muy elevado no implica, necesariamente, una mayor reducción de la desigualdad.
Además, "tras aplicar impuestos y transferencias, en la Unión Europea hay 120 millones de personas que se encuentran en riesgo de pobreza y 40 millones que no pueden satisfacer sus necesidades básicas", reconoce el estudio.
Es decir, a pesar de que Europa cuenta con el Estado del Bienestar más desarrollado del mundo y muy altos niveles de gasto público, los estados miembros de la UE sólo reducen mínimamente el porcentaje de población en "riesgo de pobreza" y con "privación severa", evidenciando así el absoluto fracaso de la redustribución pública en esta materia.