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Tres mensajes que harán mucho daño a la economía española… pase lo que pase

La prensa económica europea destaca la inestabilidad tras las elecciones. El mayor peligro, otro frente anti-austeridad con Portugal y Grecia.

Los inversores. ¿Quiénes serán estos tipos? Las pocas veces que se producen noticias en España que ocupan la primera plana de los medios internacionales, una de las primeras preocupaciones, al menos desde el punto de vista económico, se dirige a los inversores, ese colectivo un tanto misterioso que nunca queda muy claro de quién se compone.

Hay un poco de todo: desde pequeños ahorradores que tienen su dinero en unos fondos, a empresarios que están pensando en abrir nuevos mercados para sus productos, pasando por multinacionales que se plantean la construcción de una nueva planta o gestores de la City que están a cargo de grandes carteras de inversión.

Probablemente, ninguno de ellos tenga demasiada información sobre España, incluso aunque muchos tengan intereses o estén pensando en invertir parte de su dinero aquí. Sobre la situación política, conocen lo poco que pueden encontrarse en sus periódicos o televisiones y, para los más interesados, algún informe de los analistas de los grandes bancos de inversión. Por eso, en estos días post 20-D hay que tener muy en cuenta qué es lo que están escuchando, leyendo o viendo todas estas personas. En la prensa internacional hay todo tipo de enfoques, pero la mayoría coincide en dos o tres mensajes que son muy peligrosos para España. Las grandes cabeceras salmón (The Economist, Financial Times, Bloomberg, Wall Street Journal,…) apuntan en la misma dirección. Y pase lo que pase con los pactos postelectorales, no es una buena noticia para España.

1. Inestabilidad

Esta palabra se repite en casi todos los artículos. Es lógico, 24 horas después de cerrar las urnas nadie sabe quién gobernará España. Ni siquiera está claro si habrá Gobierno o iremos a unas nuevas elecciones. Y esto ya es en sí mismo una mala noticia.

No hay nada que asuste más al dinero (que ya de por sí es miedoso) que la incertidumbre. A veces, para los negocios es casi mejor una mala ley o un mal gobierno, pero conocidos, que no saber lo que se van a encontrar. Al menos con la primera alternativa uno puede hacer un cálculo de costes y beneficios.

El problema es que todo apunta a que España se enfrenta a 5-6 meses de absoluta incertidumbre, con ausencia de Gobierno y pactos muy complicados, No sólo eso, incluso aunque se logre un acuerdo de legislatura, la estabilidad del Ejecutivo que salga de esas negociaciones sería muy precaria. Es decir, la incertidumbre no es a corto plazo. Mirando a dos-tres años vista, no hay un horizonte en el que estas dudas desaparezcan. Las nuevas elecciones de las que ya se está hablando (si no hay acuerdo de investidura) no parece probable que dieran paso a un Parlamento mucho más estable.

Pensemos en todas esas personas de las que hablábamos antes (ese directivo de una multinacional que está pensando en hacer una inversión en España o el empresario que se plantea exportar o importar a nuestro país), este 21-D, todos ellos tienen un motivo para darle al botón de Pause. Como mínimo, para ver con cierta perspectiva cómo están las cosas.

Esta preocupación podía verse en las ediciones digitales de los grandes medios. El resultado de las elecciones en España ocupaba este lunes por la mañana un lugar destacado en las portadas de medios de comunicación de todo el mundo (incluso abriendo las primera plana al comienzo del día): The Wall Street Journal hablaba de "inestabilidad después de una elección no decisiva", The Economist alertaba de que los españoles "deben ahora vivir con las consecuencias" de lo que han votado y Bloomberg se preguntaba "qué pasará ahora: los partidos españoles maniobran en busca del poder".

2. La alternativa

El problema es que, además, la alternativa tampoco gusta nada. Los grandes medios internacionales destacan que Pablo Iglesias y Podemos son los únicos ganadores de la noche electoral. El escenario que se plantea a futuro es o un gobierno débil o unas nuevas elecciones en unos meses que, todo apunta, favorecerían claramente al partido morado.

Más allá de lo que cada uno piense desde España, visto desde el extranjero ésta es una perspectiva muy poco tranquilizadora. Probablemente, lo único que sabe el francés o alemán medio de Iglesias y los suyos es que son un partido anti-austeridad, euroescéptico y aliado de Alexis Tsipras y Syriza, el partido que llevó a la UE hace unos meses a la mayor crisis de su historia y que estuvo al borde de provocar una ruptura del euro.

No es extraño que el Financial Times titule "Reina la confusión mientras Podemos se aprovecha de las grietas". The Economist, por su parte, señala a un posible escenario en el que "Podemos apuñale a Pedro Sánchez por la espalda si ve una oportunidad de convertir al PSOE en un partido irrelevante, como pasó en Grecia con el Pasok". El semanario británico cree que el hecho de que el Presupuesto de 2016 esté ya aprobado hace que la situación "no sea tan terrible como suena", pero advierte de que "un voto por el cambio podría producir meses de estancamiento".

En esta misma línea, Reuters apunta a una "parálisis que los analistas están de acuerdo que supondría una ruptura del programa económico reformista que ha ayudado a sacar a España de la recesión y dañaría el todavía muy elevado nivel de desempleo". De nuevo, poniéndonos en la piel de un extranjero que se plantee invertir en nuestro país, no parece que nada de esto ayude. Pablo Iglesias dirá que es injusto o que el programa de Podemos no es radical, sino socialdemócrata.

El problema es que tampoco es tan importante si es cierto o no ese giro al centro de Podemos. Al final, en este tipo de decisiones, pesan más las impresiones que la realidad. Además, para empezar, no es cierto que el programa de la formación morada sea socialdemócrata. Ninguno de los grandes partidos del norte de Europa habría hecho la mayoría de las promesas que ha hecho Iglesias. Pero es que aunque así fuera, primero tendrá que convencer a esos inversores, que tienen cientos de alternativas y lugares a los que ir, de que es un tipo fiable. Y eso no se consigue sólo con palabras. Hacen faltan muchos meses y muchas decisiones.

3. ¿Vuelven los PIGS?

El último de los grandes temas de los que se habla este lunes en Europa tiene más que ver con la tendencia que marcan las urnas en los últimos meses. Alexis Tsipras se salió con la suya y ganó las elecciones que convocó tras su referéndum. Luego llegó Portugal, con su tripartito de extrema izquierda. Y hace dos semanas Marine Le Pen y su Frente Nacional ganaban las elecciones regionales en Francia con el 30% de los votos.

Puede que al observador externo le parezcan partidos muy diferentes. Pero tienen muchos puntos en común: Podemos, el FN, Syriza o los comunistas portugueses coinciden en su rechazo al euro, su intervencionismo, su anti-asuteridad y sus ataques a Angela Merkel y a las reglas de la unión monetaria.

En su editorial del pasado viernes, The Economist no sólo pedía el voto para Ciudadanos (no ha sido muy escuchado el semanario británico) sino que alertaba de las consecuencias para la Eurozona de la llegada de Podemos, con su "grito de rabia" y su "entusiasmo con el modelo de su alma gemela, Syriza".

The Wall Street Journal se preguntaba el pasado 9 de diciembre si podían considerarse estas elecciones como "un test acerca de su las recetas de la austeridad son políticamente viables en Europa" y resaltaba las semejanzas entre el destino de Mariano Rajoy y los conservadores portugueses: un partido de centro derecha que siguió, más o menos, los dictados de la troika, consiguió buenas cifras económicas y que ha visto cómo, justo cuando empezaba la recuperación, era descabalgado por sus oponentes, llegados desde la marginalidad del sistema político.

Al final, éste puede ser el aspecto más preocupante para Alemania, Holanda o Austria. La crisis del euro parece muy lejana, pero no lo está, ni en el tiempo ni en la memoria de los que la sufrieron. Hace apenas unos meses del corralito en Grecia. España recibió un rescate hace tres años para sanear a sus cajas. Y Grecia y Portugal también han recibido dinero de los contribuyentes del norte de Europa.

¿Cómo les sentaría a estos alemanes de a pie una rebelión del sur? Durante los momentos más duros de la crisis del euro, algunos analistas especularon con la posibilidad de que la moneda única se rompiera por arriba (por los países ricos, hartos de poner dinero y de los incumplimientos por parte de los sureños) y no por abajo. Es decir, que los que recuperasen su divisa y se marchasen fueran alemanes o finlandeses, no los griegos...

Es cierto que ahora las cosas están tranquilas en los mercados, pero la situación de las cuentas públicas en la periferia de la UE están lejos de ser sólidas. Hace tiempo que no se habla de los PIGS, pero esto puede cambiar de un día para otro. ¿Qué pasaría si los gobiernos de Grecia, Portugal o España se pusieran de acuerdo para presionar en Bruselas acerca de los objetivos de déficit? Nadie lo sabe, pero desde luego no es un panorama tranquilizador.

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