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El laberinto de Bankia: cuándo vender, a quién y a qué precio

La situación política añade incertidumbre al futuro del banco. Goirigolzarri asegura que tiene potencial para ser "un actor independiente".

La situación política añade incertidumbre al futuro del banco. Goirigolzarri asegura que tiene potencial para ser "un actor independiente".
José Ignacio Goirigolzarri, este lunes, en Madrid. | EFE

José Ignacio Goirigolzarri estaba, este lunes, eufórico. Presentaba en Madrid el nuevo plan de "Posicionamiento de Bankia con los clientes". El banquero vasco anunciaba un golpe de efecto de esos que tanto le gustan, con el que espera sorprender al sector como ya hizo con el Libretón en los 90, cuando estaba al frente del BBV. Ahora de lo que se trata es de las comisiones, que se suprimen, y del servicio al cliente, que será mucho más ágil e integrado.

Con este anuncio encima de la mesa, llamó la atención la cantidad de preguntas que los medios dedicaron a un tema aparentemente muy alejado del negocio bancario: la situación política en España y Cataluña, con toda la incertidumbre que rodea a la elección del nuevo Gobierno unida al desafío secesionista del nacionalismo.

Goiri ya es un experto en estas lides y echó balones fuera. Ni se quiere meter en política ni le interesa. El problema es que, aunque el día a día de Bankia a veces hace que lo olvidemos, no estamos ante un banco más. Sí, el equipo directivo prepara su plan estratégico 2016-218 y asegura que en su gestión diaria no hay ninguna diferencia respecto a sus rivales. Al menos desde 2012, cuando llegó la nueva dirección a la entidad, parece que no ha habido demasiadas injerencias. Por eso, su presidente aseguraba en la rueda de prensa: "Lo que estamos haciendo es, como venimos haciendo desde 2012, gerenciar esta entidad con criterios estrictamente profesionales".

Pero eso no evita que siempre que se analice la situación de Bankia sobrevuele un hecho quizás incómodo pero insoslayable: el 62% del capital del banco está en manos del Estado, que pagó más de 22.000 millones de euros en forma de rescate a cambio de hacerse con el 100% de BFA (la matriz que tiene esa participación). El propio Goirigolzarri admitía que su labor es "generar valor", pero que a la hora de hablar de ventas "las decisiones sobre cualquier movimiento corporativo corresponden a los accionistas, no a los gestores"... Pero claro, en este caso hablamos de un accionista un tanto peculiar.

La fecha límite

De esta forma, 2016 comienza con varias preguntas sin respuesta en lo que hace referencia a Bankia. Hay muchos rumores y muchas incógnitas, pero pocas certezas. Lo primero que hay que recordar es que Bruselas presiona para que se privatice. Los 22.000 millones que el Gobierno metió en Bankia no salieron de la nada. Fueron parte del rescate bancario con el que la UE trató de ayudar en el verano de 2012 a poner un poco de orden en el desastre de las cajas de ahorro.

Y claro, el que pone el dinero también tiene algo que decir en cuanto a su destino. No es que nuestros socios de la UE no vayan a recuperar su aportación si Bankia no se vende (el que se comprometió fue el Estado español, no las cajas que recibieron el rescate), pero en cualquier caso en el famoso MoU (Memorando de Entendimiento) se recogía la exigencia de que las entidades nacionalizadas se pusieran a la venta cuanto antes y con las menores pérdidas posibles.

En octubre, los hombres de negro de la Comisión y el Banco Central Europeo estuvieron por Madrid y dieron un toque de atención en este sentido: hay que vender Bankia y BMN. No hay una fecha cerrada con Bruselas, aunque en la normativa que el Gobierno redactó en 2012, durante el proceso de nacionalización, se hablaba de cinco años. Es decir, la ley que fija el límite es española y podría cambiarse en España. Pero en el pacto con la UE, al menos implícitamente, siempre se ha entendido que habría que vender antes de finales de 2017.

En las últimas semanas, los rumores sobre posibles operaciones con Bankia se han disparado. Parece lógico con lo que apuntábamos sobre esa fecha límite. Si quedan menos de dos años para que el Estado salga de la entidad, tiene sentido que empiece a moverse el tema. La cuestión es si es el mejor momento. Y la respuesta parece clara: no.

Por un lado, tenemos un Gobierno en funciones que tendría muy complicado dar su consentimiento a la venta de un activo tan importante (incluso habría que analizar la legalidad de la operación). Pero es que, además, la situación en los mercados no ayuda. Bankia bajaba la semana pasada de la frontera psicológica del euro por acción. No es sólo esta entidad la que está siendo castigada. Todo el sector financiero está sufriendo. De hecho, Goirigolzarri repitió varias veces en la rueda de prensa que su entidad había tenido en 2015 "el mejor comportamiento dentro de los grandes bancos españoles". Es decir, que eran los que menos habían caído.

Por un lado, un precio más bajo podría facilitar la venta desde el punto de vista del comprador. Ahora mismo la capitalización de Bankia ronda los 11.500 millones, muy por debajo de la cifra de mediados de 2014. Pero cuidado, si se vende a este precio, incluso con una prima, la cifra recaudada será muy inferior a los 22.000 millones que se inyectaron a la entidad.

La propia Bankia explica que de los 22.424 millones recibidos ya se han devuelto 1.432 millones (por la venta de un 7% del banco en febrero de 2014 y los dividendos de 2014). Y eso no es todo. BFA ha ido vendiendo sus participaciones en grandes empresas y el ladrillo que tenía en sus balances: podría decirse que ha hecho caja.

Es complicado hacer la cuenta de cuánto le quedaría al Frob, dueño de la matriz, en limpio: dinero que podría llevarse mañana si liquida BFA y se queda sólo con la propiedad del 62% de Bankia. Según el informe de gestión del Grupo BFA correspondiente al primer semestre de 2015: "El Grupo BFA ha alcanzado a 30 de junio de 2015 una ratio CET1 del 14,4% incluyendo el resultado neto del semestre, frente al 13,3% obtenido a diciembre 2014 (incluyendo el resultado que se prevé destinar a reservas generado en 2014), lo que supone un excedente sobre el mínimo regulatorio (4,5%) de 8.913 millones de euros". Pero esta cifra no sirve para saber cuánto podría sacar el Frob ahora mismo, porque buena parte de este exceso de capital corresponde a Bankia y habría que ver qué necesidades de capital exigiría el Banco de España, una cifra que para una entidad considerada sistémica estará por encima del "mínimo regulatorio".

Lo único claro es que la cifra que ahora mismo se puede decir que se ha generado (sumando a los 1.400 millones el exceso de capital recuperable) sigue muy lejos de los 22.000 millones del rescate. El resto habría que sacarlo vendiendo el 62% de Bankia y con este precio de la acción las cuentas no salen, ni siquiera aplicando una generos prima en la compra. Políticamente sería muy complicado que un Gobierno asuma el coste de unas pérdidas millonarias. Hubo un momento, hace año y medio, en el que podía incluso soñarse con recuperar todo lo invertido. Ahora, con la bolsa en mínimos, es un escenario más complicado.

Además, está el tema de a quién vender. Los candidatos que se mencionan en los medios son los grandes bancos españoles: sobre todo, BBVA. Pero parece que el Gobierno preferiría que Bankia siguiera siendo independiente, para no limitar aún más la competencia en el sector.

De hecho, el propio Goirigolzarri insinuaba que él también es favorable a esta solución este mismo lunes cuando se le ha preguntado por posibles fusiones: "En estos momentos, Bankia es una franquicia muy fortalecida, con una capacidad competitiva muy fuerte y tiene un papel que jugar como jugador independiente. Bankia es una franquicia que tiene un gran presente y un gran futuro". Pero en este caso habrá que buscar una novia en el extranjero y tampoco eso parece nada sencillo.

El factor Podemos

Y en esta coyuntura, aparece Podemos. Para el partido de Pablo Iglesias lo último que hay que hacer es vender Bankia. De hecho, en su programa figura la propuesta de que la entidad sea la primera piedra de una gran banca pública. Tendría que luchar (y mucho) con Bruselas, pero ésas son sus intenciones.

Oficialmente, el PSOE sigue defendiendo la privatización como vía para recuperar lo máximo de lo inyectado. Pero no se intuye que ésta fuera una línea roja que complicase un pacto de izquierdas. O por decirlo de otra manera: si se ponen de acuerdo en los temas difíciles (tipo referéndum en Cataluña) y Podemos exige banca pública, todo hace indicar que el nuevo Gobierno de izquierdas lo pelearía ante la UE.

Desde Bankia, aseguran que nada de esto les afecta, que la gestión diaria no se ve interferida y que el día a día en las oficinas de Plaza de Castilla no ha cambiado. ¿Banco público? ¿Absorción por uno de sus competidores españoles? ¿Compra de un gran grupo extranjero? ¿Cuánto se recuperará de los 22.000 millones? Son muchas preguntas. Ahora mismo, no hay respuesta para ninguna de ellas.

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