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José García Domínguez

¿Y si quebrara el Deutsche Bank?

A diferencia de los norteamericanos, en proporción mucho más pequeños que los nuestros, los grandes bancos europeos no son rescatables

Un rumor, un simple rumor sobre la solvencia de un banco alemán, el Deutsche Bank, está provocando una ola de histeria en los mercados bursátiles de toda Europa. Y no es para menos. Porque el balance del Deutsche Bank llegó a equivaler al 80% del PIB de Alemania en 2008 (ahora anda más o menos por el 50%). No, no me he equivocado al redactar la frase anterior. El pasivo contable de un solo banco local, ese mismo que es objeto de murmullos inquietos estos días, llegó a representar un valor monetario igual al 80% de todo lo que produce durante un año entero Alemania entera. Y el Deutsche Bank no supone un caso ni extraordinario, ni especial ni atípico. Europa está llena hoy de dinosaurios financieros similares. Llena. Sin ir más lejos, las cuatro mayores entidades crediticias de la Gran Bretaña cuentan con pasivos que sobrepasan con creces el 400% de su PIB.

Los balances de los tres primeros bancos de Italia equivalen al 115% de su economía. Un único banco holandés, ING, posee pasivos cuyo valor contable equivale al doble de todo lo que produce la población completa de Holanda durante 365 días. Los tres principales bancos franceses, en fin, suponen más del 300% del PIB galo. Las pruebas con bombas nucleares a las que tan aficionado es el dictador de Corea del Norte resultan mucho menos peligrosas que el sistema financiero de la Unión Europea. Y es que, a diferencia de los norteamericanos, en proporción mucho más pequeños que los nuestros, los grandes bancos europeos no son rescatables. Entre otras cosas, porque la famosa unión bancaria es una broma. Sépase que el fondo de garantía europeo dispondrá de una dotación máxima de 55.000 millones de euros, una calderilla que no cubre ni tan siquiera la mitad de lo que costó en su día el reflotamiento de del Royal Bank of Scotland. Ni la mitad.

Cuando la última orgía del crédito no era nada extraño que una entidad como el Deutsche Bank hubiese prestado cincuenta euros por cada uno de los que constaban como recursos propios en su balance. ¿Cuál es la diferencia entre prestar cincuenta veces lo que tienes y jugar a la ruleta rusa? Ninguna. Pero hay más. Los bancos toman dinero prestado a treinta días y lo convierten en créditos hipotecarios a treinta años. Intuitivamente, eso no puede funcionar. Y, en efecto, no funciona. De ahí que los sistemas financieros nacionales vayan a la quiebra por norma cada tres o cuatro lustros. La banca de Occidente quebró en 2008 porque tenía que quebrar. Así de simple. Y la bancarrota volverá a repetirse. Más pronto o más tarde, pero volverá a repetirse. Es algo que está en su naturaleza, como picar en la del alacrán. Pasará lo mismo: se hundirá el sistema crediticio y tendremos que reflotarlo de nuevo empeñando otra vez a los Estados por el camino. Solo es una cuestión de tiempo. Apenas eso. Y la Bolsa lo sabe. Por eso anda en caída libre.

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