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Carlos Rodríguez Braun

Crisis y desigualdad

El desencadenante de la crisis no puede ser ni la desigualdad, ni la falta de demanda, ni de crecimiento económico, ni de mano de obra. Igual es otra cosa.

Leí hace tiempo en Público este diagnóstico del profesor Vicenç Navarro:

El incremento de las desigualdades ha sido una de las principales causas de las crisis financiera y económica actuales. Las políticas neoliberales llevadas a cabo por los gobiernos Thatcher y Reagan primero, y extendidas más tarde a otros países, causaron una gran concentración de las rentas derivadas de la propiedad del capital a costa de un descenso muy marcado de las rentas del trabajo. Esto último determinó una disminución de la demanda y del crecimiento económico, con lo cual disminuyó el porcentaje de personas trabajando, a la vez que creció el desempleo.

Había otras afirmaciones discutibles, como que España está entre los países más desiguales de Europa, lo que refuta un reciente estudio del Instituto Juan de Mariana, o la recomendación de subir los salarios o repartir el trabajo para propiciar el pleno empleo, o la necesidad de una banca pública, nada menos, o aumentar las inversiones públicas en infraestructuras, como si no hubieran sobreabundado dichas inversiones antes del estallido de la crisis en 2007.

Pero hoy me concentraré precisamente en ese escenario de crisis, para intentar demostrar los errores del profesor Navarro. En primer lugar, la distinción entre rentas del trabajo y del capital es más compleja de lo que sugiere, porque, de entrada, muchas rentas del capital provienen de los ahorros de los trabajadores: pensemos, por ejemplo, en los millones de trabajadores que invierten en acciones, fondos de inversión y otros activos; pero, además, una de las consecuencias del elevado desempleo es el aumento de empresarios y profesionales, cuyos ingresos dejan en muchos casos de figurar como rentas del trabajo, cuando son asimilables a ellas.

En segundo lugar, si las odiosas "políticas neoliberales" disminuyeron la demanda, no se sabe dónde está mirando el profesor Navarro, porque lo que sucedió en el largo periodo expansivo a partir de 1993 fue justo lo contrario: un notable aumento de la demanda, en unos años donde el crecimiento económico no disminuyó, y el desempleo bajó considerablemente, como se pavoneaba Rodríguez Zapatero justo antes del colapso.

Entonces, el desencadenante de la crisis no puede ser ni la desigualdad, ni la falta de demanda, ni de crecimiento económico, ni de mano de obra. Igual es otra cosa.

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