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Philipp Bagus: "Mientras el Estado ostente el monopolio del dinero, estamos condenados a sufrir nuevas crisis"

El economista Philipp Bagus explica en una entrevista con Libre Mercado cómo la política monetaria perjudica a las rentas medias y bajas.

El economista Philipp Bagus explica en una entrevista con Libre Mercado cómo la política monetaria perjudica a las rentas medias y bajas.

Philipp Bagus, economista y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, es coautor, junto a Andreas Marquart, de la obra Por qué otros se hacen cada vez más ricos a tu costa (Ediciones Deusto), con un gran éxito de ventas en Alemania. Esta obra, con prólogo de Juan Ramón Rallo, aborda, entre otras cuestiones, el contraproducente funcionamiento del sistema monetario, financiero y fiscal, y cómo esos fallos estructurales acaban beneficiando a las elites.

Sin embargo, al contrario de lo que se suele pensar, esta perversa operativa nada tiene que ver con el capitalismo y sí con el intervencionismo estatal, cuya máxima expresión es el monopolio del que gozan los políticos para fabricar dinero.

El sistema monetario actual es el principal culpable de muchos de los problemas económicos y sociales existentes, y mientras el Estado siga teniendo ese poder "estaremos abocados al colapso financiero".

Bagus explica en una entrevista con Libre Mercado algunas de las polémicas cuestiones que suscita su obra, así como el complejo contexto que vive la economía europea.

- A lo largo de los últimos años, se ha culpado a los banqueros, a la desregulación financiera y hasta al capitalismo de la crisis... ¿Quién es el verdadero culpable?

Los culpables son quienes intervienen en el sistema monetario, los que apoyan el socialismo monetario en pleno siglo XXI. Gracias al monopolio estatal sobre el dinero, a los bancos centrales que producen nuevo dinero, al privilegio de los bancos comerciales de crear dinero de la nada y a las garantías implícitas y explícitas a favor del sistema financiero, los bancos pueden crean dinero y causar una descoordinación entre ahorro e inversión que, en última instancia, es el causante de las crisis.

- ¿Estamos, pues, condenados a sufrir crisis similares en el futuro?

Mientras se mantenga el monopolio de dinero público y el sector financiero medio público que existe desde hace décadas, estamos condenados a sufrir crisis de forma recurrente. Eso es así porque el sistema de banca con reserva fraccionaria puede expandir los créditos y otorgar nuevo dinero a inversores sin necesidad de que nadie haya ahorrado previamente.

- En vuestro libro explicáis que la política monetaria beneficia especialmente a los más ricos en detrimento de los más pobres... ¿Cómo funciona ese proceso de empobrecimiento?

Cuando se crea nuevo dinero, siempre se benefician aquéllos que son los primeros en recibirlo en perjuicio de los últimos. Gracias a ese dinero extra, los primeros en aprovecharse de la expansión crediticia pueden comprar bienes y servicios a precios antiguos más bajos, pero, conforme la circulación de ese dinero se extiende al resto de la economía, los precios suben...

Como consecuencia, pierden aquéllos a los que el nuevo dinero todavía no ha llegado, pero, sin embargo, tienen que pagar precios cada vez más altos. Así, lo que ganan los primeros en poder adquisitivo lo pierden necesariamente los últimos.

Si eres rico tienes más posibilidades de estar entre los primeros que reciben ese nuevo dinero porque puedes ofrecer colateral al banco (acciones, casas, etc.) para recibir un préstamo con el que, a su vez, puedes comprar aún más activos, pedir más préstamos, comprar más y así sucesivamente.

Pero si eres pobre y no tienes activos ni trabajo, en tiempos normales no te van a dar fácilmente un préstamo de nueva creación. De este modo, el sistema de dinero fiat con reserva fraccionaria tiende sistemáticamente a redistribuir de los pobres hacia los ricos.

- ¿Los banqueros centrales son entonces los principales culpables de la desigualdad?

En conjunto, el actual sistema de bancos centrales incrementan la desigualdad de forma importante.

- ¿Qué opina del actual contexto de bajos e incluso negativos tipos de interés?

Los tipos de interés negativos roban a los ahorradores para beneficiar los agentes sobreendeudados, especialmente a los gobiernos. Es una medida del BCE para apoyar a los gobiernos del sur de Europa, que se niegan a recortar los gastos y a hacer reformas.

- ¿Cree que esta política está creando una nueva burbuja?

Gracias a estos tipos de interés negativos, es muy probable que se estén alimentando nuevas burbujas, ya que, entre otros efectos, se incentiva a la gente a invertir en activos de mayor riesgo. La burbuja más clara hoy es la deuda pública. Sin la intervención masiva y cada vez más extensa de los bancos centrales, esta burbuja habría pinchado hace tiempo.

- ¿Nos acabarán cobrando por los depósitos?

Se podría cobrar una cantidad muy pequeña. Si se cobra más, la gente acabaría sacando el dinero de los bancos para guardarlo por su cuenta, al menos una parte, lo cual pondría en riego el sistema de reserva fraccionaria.

Para evitar esto, ahora intentan abolir el dinero en efectivo. Sin metálico, la gente no puede sacar su dinero de los bancos y los tipos de interés podrían ser aún más negativos. Ya han empezado su plan para abolir el cash.

- ¿Es la deflación una amenaza para la economía, tal y como nos dicen los banqueros centrales?

Es la excusa para justificar la inflación. El principal efecto de la deflación de precios es una redistribución: es un problema para aquéllos que pierden, pero, obviamente, es bueno para los que ganan. Pero no es un problema general para la economía.

En una deflación de precios, ganan los acreedores y pierden los deudores. Incluso pueden quebrar los deudores, lo que significa que los acreedores reciben sus activos. No afecta a la capacidad productiva en general de la economía, tan sólo la redistribuye.

Aparte de eso, una deflación de precios causado por un crecimiento económico es lo más sano y natural imaginable. Pero claro, los agentes sobreendeudados tienen un interés en pintar la deflación de precios como una amenaza, no sólo para ellos sino para la economía en general.

Los gobiernos, empresas y bancos sobreendeudados temen la deflación de precios y hacen campaña contra ella. Para evitarla, recomiendan la inflación, un aumento de la masa monetaria… Y, curiosamente, suelen ser ellos quienes reciben primero este nuevo dinero producido para combatir la deflación.

- ¿Cómo acabará el inédito experimento monetario al que estamos asistiendo?

Hay varias opciones que analizamos en detalle en el libro. El problema principal es que los gobiernos están tan sobreendeudados y el sistema financiero es tan inestable que los bancos centrales no pueden abandonar su política ultraexpansiva sin poner en peligro la solvencia de los estados y del sistema financiero en su conjunto.

Para que el sistema monetario recupere la estabilidad habría que reducir el elevado endeudamiento existente y, una vez reducidas las deudas, los bancos centrales podrían subir los tipos de interés para salir de la dinámica inflacionista en la que están atrapados ahora mismo.

- ¿Y como reducir la deuda?

Hay varias opciones: un crecimiento real impulsado por una bajada de impuestos y una intensa desregulación; la hiperinflación; la aplicación de impuestos especiales sobre el patrimonio; la represión financiera; un bail-in [rescate privado mediante la conversión de deuda en acciones]; o una reforma monetaria completa. De momento, tan sólo lo están intentando mediante la represión financiera, con tipos de interés negativos.

- ¿Cuál sería la mejor solución?

Acabar con el dinero estatal monopolístico e introducir un dinero libre, un dinero privado con un sistema financiero sin privilegios legales.

El proceso evolutivo y competitivo del mercado propiciaría el surgimiento de un dinero sano y estable. El oro, por ejemplo, podría ser un dinero sano y estable. Su principal ventaja es que no es manipulable por los gobiernos.

El sistema financiero sería mucho más estable suprimiendo sus actuales privilegios legales, sin banco central, sin apoyo estatal y sin su capacidad de apropriarse de los depósitos de sus clientes para extender el crédito de forma artificial mediante el sistema de reserva fraccionaria.

- ¿Pero es posible una banca sólida y estable sin banco central?

En un sistema de banca con reserva 100%, es decir, que no se apropia de los depósitos de sus clientes, no hace falta ningún banco central porque los bancos siempre tendrán capacidad para devolver los depósitos de sus clientes. Sería, por tanto, sólido.

Pero es que, además, también sería muy saludable porque se eliminarían los ciclos económicos, y ello fomentaría el ahorro y pondría freno al sobreendeudamiento de hoy gracias a sus tendencias deflacionistas.

Cuando los precios muestran una tendencia a la baja a largo plazo, que es lo que sucedería en un sistema así, es menos interesante endeudarse y más ahorrar, aparte de incentivar otros efectos culturales muy positivos que analizamos en detalle en el libro.

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