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Las claves sobre las pensiones de las que nadie querrá hablar antes del 26-J

Ningún partido se enfrenta al problema de las cuentas de la Seguridad Social. Los datos polémicos se ignoran o se maquillan ante el electorado.

Es sorprendente, con lo que les gusta a los políticos españoles hablar de los pensionistas, lo poco que se refieren a sus pensiones. Fotos con ancianos a las puertas de un mitin: todas las que uno quiera. Pero detalles sobre cómo serán las prestaciones del futuro, quién las pagará o cuál será la próxima reforma… sobre eso no hay que esperar demasiado en las semanas que restan antes del 26-J.

De hecho, sería una monumental sorpresa que alguien dijera algo al respecto. Ya contamos en diciembre cómo, de cara a la cita del 20-D, ningún partido se mojaba en esta cuestión. De hecho, un tema tan relevante, que preocupa a toda la sociedad (porque todos somos pensionistas o aspirantes a pensionistas), ocupa un espacio muy reducido en los programas de PP, PSOE, Ciudadanos o Podemos. Quizás los socialistas son los que más texto dedican a la cuestión y los que más propuestas concretas hacen: derogar la reforma de 2013 del PP, subir las mínimas, incrementar las cotizaciones para muchos colectivos (como los autónomos y los salarios más altos) o aumentar la aportación del Estado vía impuestos. Pero, incluso en este caso, se echan en falta cifras, datos sobre la situación actual, promesas más concretas… En resumen, se echa en falta un programa.

En Libertad Digital hemos decidido poner sobre la mesa todos esos temas incómodos que nuestros políticos quieren evitar. Y el primer capítulo de esta contracampaña tenía que estar dedicado a las pensiones. La partida más importante del gasto público (la Seguridad Social se lleva el 40% del gasto no financiero de los Presupuestos Generales del Estado), y la que más se asocia con ese Estado del Bienestar del que tanto hablan nuestros líderes, es también una de las grandes olvidadas cuando de lo que se trata es de poner sobre la mesa la realidad del sistema y su previsible evolución para los próximos años. Por eso, aunque no somos adivinos, estamos convencidos de que ni Mariano Rajoy, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias ni Albert Rivera le hablarán de ninguno de los siguientes cinco puntos en el próximo mes:

1. ¿Cómo están las cuentas? En realidad, de esto sí hablarán, sobre todo los tres líderes de los partidos de la oposición. Lo que ocurre es que para hacerlo recurrirán a la ocultación de los datos que no les interesa mostrar. Es decir, que no hablarán de la realidad. Lo más probable es que culpen del déficit de la Seguridad Social a Mariano Rajoy, a los recortes, a la política antisocial del PP o a cualquier otro de los sospechosos habituales.

Pero lo cierto es que el sistema está en números rojos porque las pensiones contributivas suben sin parar desde hace décadas, en parte por la demografía (vivimos más) y en parte porque los nuevos jubilados tienen derecho a una pensión más alta que los que salen del sistema por fallecimiento (las bases de cotización son más elevadas y sus carreras más largas). En los últimos 15 años, desde el 2000, la parte contributiva se ha deteriorado en 30.000 millones de euros. Sí, con algo menos de paro, las cuentas estarían más equilibradas, pero no nos hagamos trampas al solitario, el modelo, tal y como está planteado, no se sostiene.

2. Cuánto queda en la hucha. De nuevo, es posible que los partidos de la oposición recurran a las cifras del Fondo de Reserva, ya que éste ha pasado de tener 66.815 millones a apenas 32.485 millones durante el Gobierno del PP. Pero no es muy probable que tampoco en este tema le cuenten toda la verdad a los españoles.

Por ejemplo, ni Iglesias ni Sánchez ni Rivera le dirán a los españoles qué habría pasado si el Estado no hubiera tirado del Fondo de Reserva. Es cierto, como ellos dicen, que con Mariano Rajoy la hucha de las pensiones se ha quedado tiritando, con el equivalente a menos de cuatro meses de prestaciones (por cierto, otro dato que lo más probable es que tampoco escuche). Pero lo que no es menos cierto es que esos activos retirados del Fondo de Reserva se han usado para pagar las pensiones. Si el Gobierno no hubiera recurrido a esos fondos tendría que haber reducido las prestaciones o disparar el déficit público del resto de los PGE o hacer recortes en otras partidas.

Tampoco le dirán, salvo sorpresa (¿se imaginan que en el próximo debate los candidatos se ponen a dar cifras reales, explicaciones completas y tenemos que pedir disculpas por haber dudado de ellos? Ya, nosotros tampoco)… Como decíamos, no es fácil que le expliquen, ni Rajoy, ni Sánchez ni Iglesias ni Rivera que la hucha está invertida al 100% en Deuda Pública española. Es decir, que si el país atraviesa dificultades financieras de verdad, esa famosa hucha, que en teoría respalda las pensiones, servirá para muy poco, porque se ha utilizado desde hace años para ayudar al Gobierno en sus colocaciones de deuda y no para minorar el riesgo al que se exponen los pensionistas futuros.

Eso sí, lo que probablemente sí le contarán es que su intención es llenar la hucha para "asegurar el futuro" de los pensionistas. ¿Cómo? Para esa pregunta habrá muchos menos detalles.

3. ¿Qué pasará en 2030 o 2040? "El sistema es sostenible". Ésta será la frase que más oirá. De una forma u otra, todos los candidatos lo repetirán cuando salga el tema de las pensiones. Si se lo creen de verdad o es sólo postureo electoral, sólo ellos lo saben. Eso sí, a la pregunta de qué pasará realmente dentro de 15 o 20 años, no es tan fácil que respondan.

En este tema, el discurso variará según cuál sea la postura respecto a la última reforma aprobada, la de 2013. En principio, PP y Ciudadanos la apoyan (aunque escuchando a Albert Rivera en los debates de diciembre se puede intuir que no se la conoce demasiado bien); PSOE y Podemos llevan en sus programas la promesa de derogarla, pero no la explicación de las consecuencias que esto tendría.

3.1 El discurso prorreforma: el Gobierno ha defendido en estos últimos cuatro años que la reforma ha hecho sostenible el sistema. Los dos nuevos factores (el de revalorización anual y el de sostenibilidad) están diseñados para cuadrar las cuentas. Es pura matemática. Si se aplican con rigor, el sistema no puede tener déficit crónicos. Es una buena noticia desde el punto de vista financiero, pero lo que debería explicar el Gobierno es la segunda parte: que esa sostenibilidad se conseguirá recortando las pensiones. Es decir, que las prestaciones serán menores de lo que los trabajadores actuales esperan, ya sea porque habrá una pérdida en poder adquisitivo (algo que nadie quiere admitir, pero que es perfectamente probable) o porque, en el mejor de los casos, se reduce el factor de sustitución (relación entre la pensión y el último salario percibido y el salario medio de la economía).

Un Gobierno o un partido responsable (y Ciudadanos, por ejemplo, ha hecho bandera de esa responsabilidad en otros temas) les diría esto a los españoles, para que se preparen y vayan ahorrando, con el objetivo de que puedan complementar su pensión pública. El partido naranja asegura en su programa que el modelo tiene que ser "transparente" y que la clave es la información al ciudadano. ¿Cuánta transparencia creen que demostrará Albert Rivera en este tema en la campaña?

3.2 El discurso antirreforma: en el lado contrario, PSOE y Podemos piden acabar con la reforma del PP. Bien, cada partido es libre de prometer lo que considere. Eso sí, en el párrafo siguiente de su programa electoral, socialistas y comunistas deberían aclarar que eso también tiene un coste. Y no es bajo. Son varios miles de millones de euros al año, que se van a ir acumulando en cada ejercicio. ¿Se harán recortes en otras partidas? ¿En cuáles? Las cuentas de la Seguridad Social son, con mucha diferencia, la partida presupuestaria más importante. Hablamos de 140.000 millones de euros al año (y subiendo), con 15.000 millones de déficit. Si prometes más gasto, tienes que explicar de dónde saldrán los ingresos o dónde aplicarás recortes. Y no, ese agujero no se cierra eliminando coches oficiales.

4. ¿Quién pagará? De todas las preguntas de este artículo, la que menos les gusta a nuestros líderes. Eso sí, como a estas alturas es demasiado evidente que los números no salen, todos los partidos (incluso el PP, aunque es cierto que en este caso con matices) han prometido complementar los ingresos de la Seguridad Social vía impuestos.

Hasta aquí perfecto. Parece un ejercicio de honestidad y responsabilidad no muy habitual en la vida pública española. ¿Cuál es el problema? Pues que hablar en genérico de "crear nuevas figuras impositivas" o "tasas específicas" es como no decir nada. Y recurrir al clásico "que paguen los ricos", como hacen PSOE y Podemos, es tan poco creíble que se acerca mucho a la mentira.

Por ejemplo, los contribuyentes que declararon una base imponible superior a 90.000 euros en 2012 (datos de la Memoria Tributaria de 2013, la última publicada) aportaron menos de 14.000 millones en total a la recaudación del IRPF. Es decir, que ¡doblando! el impuesto sobre la renta de estos ricos (y suponiendo que no salieran corriendo del país) sólo se conseguiría cerrar el actual déficit… contando con que éste no siga subiendo en 2016 y sin contar con las promesas extra de los partidos a los pensionistas.

En este punto, los partidos recurren al recurso del impuesto a la riqueza. Pero tampoco salen las cuentas. La cuota íntegra del Impuesto de Patrimonio (lo que tocaría pagar antes de las bonificaciones autonómicas, que en algunas regiones reducen este tributo al mínimo) es de 1.500 millones. Es decir, necesitaríamos un IP diez veces superior al actual teórico (repetimos, sin contar los descuentos que aplican las CCAA) sólo para cuadrar el déficit de 2015.

En resumen, que si se decide mantener la tasa de sustitución de las pensiones, una opción legítima pero que tiene costes, habrá que hacerlo subiendo los principales impuestos al conjunto de la población y poniendo un nuevo peso en la estructura productiva española. Hace unos días el PSOE hablaba de una "tasa específica" que podía implicar un recargo extra en IRPF o IVA cuya recaudación iría destinada íntegramente a la Seguridad Social. Es una opción y aquí sí habría más margen para una recaudación elevada.

También se anuncian subidas en las cotizaciones, no tanto en los actuales tipos como en las reglas. Todos los partidos llevan en sus programas propuestas que van desde limitar los regímenes especiales a subir las cuotas de los autónomos para que paguen de acuerdo a su recaudación (esto se vende como una rebaja para los autónomos que menos ganan, pero para el 85% equivale a una subida de impuestos).

Y también está el truco de la reforma silenciosa (subir la base máxima sin hacer lo mismo con la pensión máxima). Esto tampoco lo cuentan en campaña, pero supone cargarse la naturaleza contributiva del sistema. La propuesta de Podemos directamente aboga por eliminar la base máxima, lo que supondría un palo fiscal brutal, de un día para otro, para las empresas o trabajadores con un sueldo superior a esa base máxima.

5. ¿Hay alguna solución? Ésta es la parte más grave de todas. Ni Rajoy, ni Sánchez, ni Iglesias ni Rivera tienen culpa en el diseño del modelo de la Seguridad Social. De hecho, probablemente tampoco los que lo instituyeron pensaron en aquel momento que las bases del sistema eran mucho más endebles de lo que en aquel momento parecían.

Pero sí hay una cuestión de la que son responsables los políticos actuales: no ofrecer soluciones realistas, con costes, porque nada es gratis, pero que al menos planteen alternativas válidas a medio plazo. Y de esto tampoco querrán hablar en campaña. Cuando en España se habla de pensiones sólo el sistema público se pone sobre la mesa. Parece que no hay más alternativas. Pues bien, no es cierto. De hecho, en la mayoría de los países ricos, tanto de la UE como de fuera del Viejo Continente, la norma es complementar el sistema de reparto como el español con otras alternativas (capitalización individual, planes sectoriales asociados al empleo en determinadas industrias, planes de ahorro privado voluntarios pero coordinados desde el Estado…).

Las opciones son muchas. E incluso es legítimo que ninguna convenza a los partidos. Lo que está bien es escamotear el debate, descalificar a cualquiera que siquiera insinúe plantearlo. Mentir o manipular haciendo ver a la opinión pública que el modelo actual es el único posible. Suecia, Holanda, Dinamarca, Irlanda… en todos ellos (y en muchos otros) parte de la pensión de jubilación depende del ahorro individual de cada trabajador a lo largo de su vida laboral.

En Suecia, ese ejemplo de socialdemocracia que tanto alaban nuestros políticos, hace un cuarto de siglo que se puso en marcha una reforma del sistema en esta dirección. Y pasaron de tener un problema muy serio de sostenibilidad a uno de los modelos más sólidos de Europa. En España, ya en el año 96, el Gobierno tuvo sobre la mesa un esquema de reforma de las pensiones de este tipo. ¿Ha escuchado hablar de esto? ¿Cree que alguien le explicará cómo es el sistema de pensiones sueco o el holandés o el danés en la próxima campaña? ¡Qué raro! Con lo preocupados que aseguran nuestros políticos que están por el futuro de los pensionistas.

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