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No es el Deutsche Bank, es la banca europea

Es normal que un banco de este tamaño, 1,8 billones de euros en activos, preocupe, pero el problema de fondo es otro.

Es normal que un banco de este tamaño, 1,8 billones de euros en activos, preocupe, pero el problema de fondo es otro.

Como si del Guadiana se tratara, Deutsche Bank vuelve a ser el protagonista de un nuevo episodio de la crisis de la banca europea que ya dura más de siete años. Aunque los "lugares comunes" en torno a esta cuestión y las teorías son las mismas, cada vez que vuelve a aparecer trae nuevos matices acerca de la conveniencia de acelerar el proceso de Unión Bancaria o pidiendo activamente la intervención del Banco Central Europeo (BCE) o incluso del propio Gobierno alemán.

¿Por qué Deutsche preocupa? Es evidente que tanto su tamaño como su posición de mercado es tan importante que cualquier rumor pone en guardia a todo el sistema financiero. Un banco que acumula más de 1,8 billones de euros en activos y que cada año da empleo a más de 110.000 personas en todo el mundo es normal que suscite preocupación. Pero siempre poniéndola en sus justos términos y esto es lo que no está sucediendo, al igual que ha pasado en ocasiones anteriores.

El argumento fácil es acudir a un término que se ha popularizado como es la "exposición a derivados" cifrada en más de 76 billones de euros. Para que nos hagamos una idea, es 75 veces el PIB de España y casi 5 veces el de Estados Unidos. Sin embargo, en este dato hay una trampa subyacente que es considerar que Deutsche Bank es la contraparte de todos y cada uno de los contratos de derivados, cuando esto no es así. Deutsche es un "market maker" (creador de mercado) y sirve como cámara liquidadora o lugar en el que se pone precio para aquellos que quieren comprar un derivado y los que lo quieren vender.

Solamente el papel de "clearing", o lugar donde se liquidan los derivados, entraña importantes riesgos para Deutsche, ya que es el encargado de proporcionar liquidez siempre y en todo momento. En este sentido, la retirada de varios hedge funds americanos e inversores institucionales de este mercado causa un problema a Deutsche en forma de apuros si en algún momento dado los inversores fueran corriendo todos a la vez a liquidar sus posiciones en derivados.

Cuando un banco está tan expuesto a los mercados financieros, y especialmente a los de productos derivados, es fundamental mantener la credibilidad y la reputación poniendo cortafuegos ante posibles crisis de confianza. Este punto es el que no ha gestionado bien la entidad alemana, la cual ha preferido hacer alarde de las desinversiones con fuertes minusvalías sobre valor en libros antes que prevenir desde el primer momento las sospechas sobre sus estados financieros.

De hecho, cuando sucede algo de estas características, lo que venga en los estados financieros no es lo más relevante. Aunque ha mejorado de forma lenta su eficiencia (aunque sigue manteniendo una ratio de eficiencia cercana a 100) y está realizando ajustes muy importantes de costes, una reacción en cadena por parte del mercado se lleva por delante el balance, la cuenta de resultados y todo lo que se haya podido conseguir en materia de ajuste.

La diferencia entre declarar una ratio de solvencia cercana a la actual (ligeramente por debajo del 11% en términos fully-loaded) y una por debajo del nivel de conversión de los CoCos en capital básico es muy pequeña en un entorno de desconfianza, aversión enconada al riesgo y preferencia por la liquidez.

Más allá de esta tormenta en torno a Deutsche, una cuestión esencial es no caer en el error de que el problema quien lo tiene son unos pocos bancos como el Deutsche, los cuales pueden ser ayudados por el BCE o incluso rescatados si en algún momento fuera necesario. La regulación actual, que no contempla fenómenos de "cisne negro" y probabilidades de catástrofe repentina y que prima la normalidad en las distribuciones de probabilidad del capital bancario, tiene el argumento de que se necesita más dinero cuando el problema no es de dinero sino de credibilidad y futuro.

Por ello, lo que está sucediendo no es un "caso Deutsche", sino que es toda la banca europea la que está seriamente comprometida. Como señala el capítulo sobre banca en el último número de Cuadernos Económicos de Información Comercial Española, para que la banca europea sea viable tiene que remontar más de 2 puntos porcentuales en términos medios su rentabilidad sobre activos ponderados por riesgo, lo cual hoy por hoy es muy difícil, tirando a milagroso. No es conveniente centralizar el problema en una única entidad, sino buscar la raíz del problema: qué modelo de negocio va a tener la banca a medio y largo plazo.

Javier Santacruz y Miguel Ángel Bernal son profesores del IEB

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