Cinco años de negociaciones entre la Unión Europea y Canadá están a punto de irse al traste porque el parlamento belga de la región de Valonia no está por la labor de aceptar los términos del tratado de libre comercio (CETA en inglés). Los líderes europeos concluyeron la cumbre de ayer por la tarde sin conseguir que la cámara territorial cambiase su postura y Canadá ya ha perdido la poca paciencia que le quedaba. A su salida de la sede del Gobierno valón, la ministra de Comercio canadiense, Chrystia Freeland, afirmaba sentirse "muy decepcionada" por la "oportunidad perdida", al mismo tiempo que ha culpado a la UE de ser incapaz de concluir un acuerdo comercial.
La clave del poder del parlamento regional de Valonia, una institución que representa a tres millones y medio de ciudadanos (menos de un 0,7% de la población europea), estriba en que la propia legislación belga establece que el Gobierno sólo puede ratificar un tratado internacional si previamente lo aprueban las cámaras territoriales. El veto de Valonia deja atado de pies y manos al Gobierno belga, que a su vez arrastra con él a toda la Unión Europea, ya que este acuerdo comercial requiere la firma de todos los estados miembros.
Por el momento, el presidente de la región de Valonia, Paul Magnette, asegura que su Gobierno sigue teniendo "dificultades" con el tratado con Canadá en particular, pero también con el enfoque general de la política comercial. "No se trata únicamente del CETA, se trata de todos los acuerdos comerciales bilaterales del futuro", asegura Magnette, cuyo principal temor es que este tratado servirá para fijar "unos estándares que se convertirán en la regla de la UE de cara a las negociaciones futuras con otros países desarrollados".
Todavía queda tiempo para salvar el mayor acuerdo económico bilateral que ha negociado hasta ahora la UE, al menos hasta el próximo 27 de octubre, que es la fecha límite prevista para la firma del tratado. Por el momento, los líderes europeos tratan de poner un parche a la situación y han anunciado que tomarán las medidas necesarias para reforzar la defensa de la política comercial europea y recuperar la confianza de los ciudadanos en los acuerdos de libre comercio con el objetivo de que el bloqueo al CETA no dañe a otras a alianzas en el futuro.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, afirma: "Nuestros ciudadanos están cada vez más preocupados sobre si los acuerdos comerciales que negociamos van en su mejor interés. Lamento que no seremos capaces de seguir negociando acuerdos si no probamos en la práctica que somos muy serios en la protección de los ciudadanos y compañías".