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Por qué la robotización de la economía no debería asustar a los trabajadores

Los países más robotizados gozan, al mismo tiempo, de reducidas tasas de paro y altos salarios.

Los países más robotizados gozan, al mismo tiempo, de reducidas tasas de paro y altos salarios.

La tecnofobia o, lo que es lo mismo, el miedo a que las máquinas y los avances tecnológicos acaben destruyendo empleo, no es un fenómeno nuevo. El ludismo, por ejemplo, fue un movimiento que lideraron los artesanos ingleses a principios del siglo XIX para protestar contra la mecanización de los talleres tradicionales que propició la Revolución Industrial.

Ahora, el objetivo de los nuevos luditas son losrobots y el gran avance de las nuevas tecnologías. La progresiva robotización de la economía hace temer que desaparezcan muchos empleos en el futuro, ya que determinados puestos serían sustituidos por máquinas. Prueba de ello es que el precandidato a la Secretaría General del PSOE Pedro Sánchez aprovechó la celebración sindical del Primero de Mayo para llamar a la unidad con el fin de hacer frente a la "digitalización de la economía", aunque, posteriormente, matizó sus palabras para decir que "se trata de abordar los desafíos de la digitalización y el empleo".

Sea como fuere, la cuestión es que los datos desmontan dichos temores. En primer lugar, la mecanización de la economía ha generado el período de mayor crecimiento de la riqueza en la historia de la humanidad, tal y como explicó Diego Zuluaga, investigador del Institute of Economic Affairs, en Libre Mercado. Así, entre 1930 y comienzos del siglo XXI, el PIB por habitante en los países más avanzados creció entre cinco y seis veces. En China, epicentro del milagro económico más reciente, únicamente entre 1980 y 2010 la riqueza per cápita ha pasado de 300 a 4.500 dólares; es decir, se ha multiplicado por quince en apenas tres décadas.

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En segundo término, porque el excedente laboral que generó la mecanización de la agricultura fue absorbida por la industria, y, cuando se robotizó ésta, los trabajadores se orientaron hacia el sector servicios, como muestra el caso de España, y así continuará, sucesivamente, para cubrir nuevas necesidades.

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Además, tal y como explica el economista Josep Pijoan-Mas en el blog Nada es Gratis, "la sustitución de trabajadores por máquinas requiere la construcción y programación de dichas máquinas, su mantenimiento, y distribución, y también la construcción de redes de energía o datos que las alimenten. Es decir: el progreso tecnológico genera nuevas industrias".

De hecho, los países más robotizados del mundo, como es el caso de Corea del Sur, Japón o Alemania, con una media de entre 300 y 500 robots por cada 10.000 trabajadores del sector manufacturero, registran también algunas de las tasas de paro más bajas del mundo, entre el 2,8% y el 4%, y una de las rentas per capita más elevadas, entre 25.000 y 38.000 euros anuales.

Y, por último, porque, si bien la automatización puede complementar y reemplazar al trabajo humano en numerosos ámbitos y actividades, es difícil que logre sustituirlo por completo. En los últimos 60 años, de las 270 ocupaciones que se recogen en el censo laboral de EEUU, las máquinas tan sólo han eliminado un puesto, el de ascensorista, según un estudio del economista James Bessen, de la prestigiosa Universidad de Harvard.

Asimismo, tal y como señala un reciente análisis de la consultora McKinsey, aunque muchos de los trabajos existentes en la actualidad pueden ser automatizados en mayor o menor grado, pocos pueden prescindir totalmente de la presencia humana. Y esta robotización parcial, a imagen y semejanza de lo que sucedió durante la Revolución Industrial, lejos de reducirlo, podría aumentar el empleo gracias al abaratamiento de bienes y servicios y al incremento de la productividad, según indica Bessen.

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