El presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, acudió el lunes a la XXIII Noche del Empresario que organizó Cecot en el Teatro Nacional de Cataluña, en Barcelona, acompañado por otros miembros de la Generalidad, como el consejero de Empresa y Conocimiento, Santi Vila, la consejera de Trabajo, Dolors Bassa, la consejera de Gobernación, Meritxell Borràs, el consejero de Territorio, Josep Rull, y la consejera de Agricultura, Meritxell Serret. Al acto también contó con la presencia de la presidenta del Parlamento de Cataluña, Carme Forcadell, y el expresidente de la Generalidad Artur Mas, entre otros referentes del independentismo.
La nutrida asistencia de consejeros al evento de Cecot da buena cuenta del perfil nacionalista que posee esta patronal empresarial, cuya sede se en encuentra en Tarrasa (Barcelona). De hecho, Puigdemont fue largamente ovacionado a su entrada al recinto y durante su discurso. En un momento en el que Cataluña sufre una masiva fuga de empresas, el independentismo ha querido rodearse de empresarios afines al procés. Entre otras perlas, Puigdemont señaló durante su intervención que el Estado quiere a una Cataluña sumisa y que acate órdenes: "El Estado español ya ha hecho s aber qué Cataluña quiere: disminuida y humillada. Una Cataluña que acepte sin chillar su vergonzante falta de inversión o su insostenible déficit fiscal y su constante disminución del autogobierno. Una Cataluña que si alza demasiado la voz, se la castiga y se la agrede. O se le perjudica deliberadamente su capacidad económica. Y que si incluso así sigue alzando la voz, una Cataluña suspendida, en la que la voluntad de los ciudadanos no cuenta, y donde se pueda cesar al Govern y al Parlament a pesar de tener el apoyo indiscutible de la ciudadanía".
Por su parte, el presidente de Cecot, Antoni Abad, aprovechó su intervención para decir que "las voces y expresiones sociales no se pueden encarcelar". Aunque defendió el diálogo con el Gobierno central, hasta el punto de postularse como mediador, no mencionó en ningún momento la declaración de independencia ni el artículo 155 de la Constitución, pero sí recordó que el Foro Económico Mundial sitúa a España "por debajo de Kenia, China o Arabia Saudita" en cuanto a independencia judicial.
Asimismo, mencionó "episodios de falta de respeto a derechos básicos personales y colectivos" y cargó contra el "inmovilismo" político. Abad concluyó diciendo que "falla el recurso más básico de la democracia, el diálogo; y la virtud más primordial, la bondad", y que "el vacío creado por la incapacidad de dialogar no tarda en llenarse de veneno".
Cecot siempre ha sintonizado con las posiciones de Convergència, la actual PDeCAT, y ha sido uno de los grandes adalides del desafío independentista desde el ámbito empresarial. El 53% de las empresas asociadas a Cecot abogaban por la independencia de Cataluña, según una encuesta interna realizada en 2012 en la que respondieron unos 800 socios de los más de 7.000 que posee la entidad.
Abad, empresario metalúrgico de Terrassa, accedió a la presidencia de Cecot en 2005, y desde entonces ha revalidado su cargo, que, como mínimo, se extenderá hasta 2021 –encadena cuatro mandatos consecutivos–, tras vencer en las últimas elecciones de la patronal, a la que no se presentó ningún otro candidato. Un año antes, en 2004, Abad fue en las listas de CiU para el Congreso de los Diputados como número 12, pero no llegó a entrar.
De marcado carácter nacionalista y muy próximo a Artur Mas, Abad hizo valer desde el primer momento su peso territorial en la patronal más importante de Cataluña, Foment del Treball, en donde ha desempeñado varios cargos ejecutivos, aunque su gran aspiración siempre fue llegar a la presidencia de esta organización, cosa que, por el momento, no ha conseguido.
Abad forma parte de múltiples consejos de administración como patrono en la ciudad de Tarrasa, aunque una de sus principales ocupaciones se centra en la formación. Su familia es la máxima accionista del Grupo Montcau, dedicado a la educación concertada.