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Yaron Brook: "Algo va mal si controlamos la banca privada y damos un cheque en blanco a la banca central"

El presidente del Instituto Ayn Rand explica en una conferencia en Madrid que, por desgracia, “no tenemos un sistema puramente capitalista”.

El presidente del Instituto Ayn Rand explica en una conferencia en Madrid que, por desgracia, “no tenemos un sistema puramente capitalista”.

El pasado 21 de noviembre, Madrid se convirtió por unas horas en la capital del objetivismo. Yaron Brook, empresario y presidente del Instituto Ayn Rand, estaba de visita en la capital española para ofrecer una conferencia en la Fundación Rafael del Pino. A lo largo del evento, este israelí afincado en Estados Unidos defendió el capitalismo como un sistema moral que genera prosperidad y permite la realización personal.

"No tenemos un sistema puramente capitalista. Hay ámbitos poco regulados, con sectores en los que las intervenciones del Estado son limitadas, pero también hay ámbitos muy regulados, en los que el papel de las Administraciones es muy intervencionista. En este sentido, Ayn Rand ya nos advirtió de que el capitalismo es un ideal que aún no hemos realizado", comentó Brook.

Autor de varios libros, el presidente del Instituto Ayn Rand afirmó que "la principal característica del mercado es el comercio. Todos comerciamos a diario, cada vez que vendemos nuestros servicios y cada vez que compramos los que nos brindan otras personas. En este mecanismo, nos movemos por distintas motivaciones. Para empezar, queremos ganar dinero. Eso es obvio. Además, también queremos sentirnos realizados a través del mercado".

"Aunque todos participamos en el capitalismo con el objetivo de mejorar nuestra vida, lo cierto es que el mercado tiene muy mala prensa. Queremos regularlos, controlarlos, limitarlos… ¿Por qué? Porque hemos permitido que se desvirtúe nuestro concepto del egoísmo. Una persona que mira por sí misma no está haciendo nada malo", señaló.

"Todos participamos en el mercado para maximizar nuestra posición. Queremos ganar más dinero, ahorrar más dinero, conseguir mejores productos… Nuestra perspectiva es esa: la de mejorar nuestra posición. Ese egoísmo es un proceso esencial en el mercado, pero nos hemos acostumbrado a pensar en ello como algo negativo. De hecho, el problema de fondo que tenemos es que la gente no actúe con suficiente egoísmo en el mercado", afirmó Brook.

Cheque en blanco al sector público

Según el israelí afincado en Estados Unidos, "desconfiamos del sector privado y sin embargo le damos un cheque en blanco al sector público. Restringimos todo lo que podemos la libertad empresarial de los banqueros privados, pero confiamos ciegamente en lo que hacen los banqueros centrales. Si un banco privado tuviese la influencia y el poder de un banco central, diríamos que es inaceptable. Pero como hablamos de un ente público, nuestra mirada crítica desaparece".

"No hay argumentos económicos potentes contra el libre mercado. La gran mayoría de los economistas acepta que el capitalismo funciona mejor que cualquier otro sistema. El reto, por tanto, no radica en ganar la discusión económica, sino en vencer también en el plano moral. Ahí es donde tenemos mucho trabajo por hacer", insistió.

"Está la moralidad del capitalismo, que mediante el egoísmo persigue nuestro progreso y nuestro avance. Pero hay otra moralidad, la del poder estatal, que considera bueno nuestro sacrificio y defiende que el individuo esté sujeto a las directrices que dicta el gobierno. Esa moral es una moral de servidumbre. Es una moral que nos quiere esclavos. Es una moral que no respeta nuestra libertad para labrarnos nuestro propio futuro. Y esa moral, basada en el sufrimiento y el sacrificio, es útil para promover las ideas del comunismo", zanjó Brook.

"El mundo lo ha cambiado el mercado, la innovación del capitalismo. La filantropía puede ayudar a algunas personas en determinadas ocasiones, pero la caridad nunca ha cambiado el mundo. Bill Gates no cambió el mundo con su filantropía, sino con su empresa tecnológica. Lo que necesitamos, por tanto, es que el discurso político empiece a representar también las ideas de la libertad", concluyó el objetivista.

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