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Hablemos de futuro

Crowdfunding: cuándo recurrir a la economía colaborativa

El crowdfunding ha irrumpido en los últimos años como una forma de financiación alternativa con sus ventajas... y también con sus peligros.

El crowdfunding ha irrumpido en los últimos años como una forma de financiación alternativa con sus ventajas... y también con sus peligros.
El crowdfunding, una forma de enfrentarse a los retos más duros | Joshua Earle / Unsplash

La irrupción de las nuevas tecnologías de la información ha supuesto cambios en la economía que ni siquiera era posible imaginar hace unos años: por ejemplo, la posibilidad de llevar adelante una idea empresarial, artística, solidaria o de cualquier otro tipo logrando el apoyo económico no de unos pocos grandes inversores, sino de un grupo mucho mayor de aportaciones más pequeñas. Es lo que se ha dado en llamar crowdfunding.

Una herramienta que está viviendo un auténtico boom: en los cuatro años entre 2012 y 2015 el dinero obtenido a través de este método por particulares y empresas creció nada más y nada menos que un 1.000%.

Para que nos demos una idea de los volúmenes de lo que estamos hablando, Kickstarter, una de las mayores plataformas de crowdfunding del mundo, presume de haber logrado ya más de 3.200 millones de dólares para cerca de 130.000 proyectos que han sido financiados por más de 13 millones de patrocinadores.

¿Qué es?

Usar una palabra del inglés como crowdfunding puede sonar extraño e incluso antipático para algunos, en ocasiones se traduce como "micromecenazgo" o "financiación colectiva", pero lo cierto es que el vocablo en inglés se está imponiendo, tal y como ocurre con tantos términos económicos.

Si tratamos de definir el crowdfunding con una frase podemos decir algo así como que es una forma de financiación con la que es posible sufragar todo tipo de proyectos a través de microcréditos otorgados por un gran número de particulares o pequeños inversores.

Es una forma, por tanto, de obtener dinero por una vía alternativa a las habituales, que permite una elasticidad no siempre al alcance de la financiación bancaria. Por ejemplo, puede ser la solución para proyectos que por su propia naturaleza tendrían complicado acceder a un préstamo y, en no pocas ocasiones, permite obtener cantidades inusuales para los canales más comunes de financiación.

¿Cómo funciona?

Como decíamos, el crowdfunding se puede vehicular gracias a las nuevas tecnologías que han permitido la aparición de numerosas plataformas en Internet en las que los responsables de un proyecto solicitan la cantidad que necesitan para llevarlo a cabo. Además, también se aprovechan las redes sociales para dar publicidad a sus campañas.

En la mayor parte de los proyectos las aportaciones pueden ser tan pequeñas como un único euro. Normalmente se establece la posibilidad de hacer donaciones de distintos niveles a las que se vinculan diferentes recompensas que puede ser económicas o no, dependiendo del tipo de crowdfunding que se esté realizando.

La variedad de propuestas es casi infinita y cada día más plataformas ofrecen vehículos en los que el inversor va obtener un interés por su dinero, pero lo más habitual todavía es obtener el producto que se esté tratando de crear o fabricar, con más y más extras según la aportación vaya siendo más alta.

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Una clave importante del crowdfunding es que el tiempo para reunir todo el capital siempre es limitado. Así, el dinero de los potenciales inversores no queda atrapado sin un horizonte final claro, ya que si cuando llega a la fecha tope establecida no se ha conseguido obtener el 100% de la cantidad solicitada se les devuelve el importe aportado y el proyecto se pospone o se cancela.

¿Cuándo usarlo?

El crowdfunding puede usarse en diferentes momentos del proceso empresarial o creativo, pero normalmente se reserva para lograr un salto que de otro modo no se podría alcanzar: empezar la fabricación de un producto, poner en marcha la obra creativa…

Además, por el momento lo más habitual es lanzar un crowdfunding cuando pueda obtenerse un resultado que ofrecer a los patrocinadores, lo que en muchos casos nos llevará necesariamente a las últimas fases del proceso empresarial.

¿Para qué tipo de proyectos?

El crowdfunding nació muy vinculado a proyectos artísticos o creativos. De hecho, se considera que la primera campaña que puede considerarse como tal fue la llevada a cabo por el grupo de rock Marillion en 1997 para financiar un gira. Basándose en esa idea, las primeras iniciativas de crear plataformas de crowdfunding estaban orientadas también al ámbito artístico y cultural.

De hecho, algo de ese espíritu original se mantiene en plataformas como la ya mencionada Kickstarter, en la que podemos encontrar proyectos de arte, cómics, baile, diseño, moda, cine y vídeo, música, fotografía, publicaciones, teatro y también de ámbitos paralelos como la tecnología o el periodismo.

Sin embargo, hoy en día se ha extendido a muchísimos sectores empresariales y, de hecho, han nacido multitud de plataformas especializadas en determinados ámbitos económicos o en algunos tipos de empresa.

Algunas, como Filmarket Hub, están pensadas para proyectos audiovisuales; las hay también que quieren promover proyectos científicos, comoI Love Science; los proyectos con un carácter social tienen también un éxito notable a través de plataformas como Social Impulse… Incluso en ámbitos para los que en principio no pensaríamos mucho en el crowdfunding se están desarrollando ideas con éxito, como está haciendo Housers en el mercado inmobiliario.

El crowdfunding puede ser también interesante para las PYMES, que son el objeto de varias plataformas que ofrecen financiación a cambio de acciones -es por ejemplo el caso de Crowdcube-, o simplemente en forma de préstamos -como el crowdlending de Comunitae-, o incluso en forma de anticipos sobre facturas o pagarés, tal y como hace Finanzarel.

¿Tiene algún peligro?

Por supuesto, no todo son ventajas dentro del crowdfunding y, de hecho, hay cuestiones que el empresario o el creador –especialmente el primero– deben poner en el otro lado de la balanza antes de estar seguro de intentar financiarse por este método.

Según los expertos, uno de estos peligros es la gran cantidad de información que debe compartirse sobre tu producto o tu idea, normalmente en un estadio en el que todavía falta tiempo para llevarla al mercado y, por tanto, exponiéndonos a que nos la roben.

Otro problema es que se comparte también mucha información sobre el estado de las cuentas de la compañía y, especialmente si se culmina con éxito una ronda de financiación importante, lo que puede suponer también el riesgo de ponerse en el escaparate de los ciberdelincuentes.

Además, hay que tener en cuenta que como cualquier otra actividad en expansión el crowdfunding puede dar lugar a engaños, con portales o compañías fantasma, o también a proyectos que fracasen dejando empantanada tu propia idea. Como todo lo relativo al ámbito empresarial, escoger los socios adecuados para iniciar un crowdfunding será, por tanto, esencial.

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