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Bjorn Lomborg

La importancia de priorizar la ayuda humanitaria

Analizar los costes y beneficios de los programas de ayuda debería formar parte del debate para mejorar la eficacia.

Analizar los costes y beneficios de los programas de ayuda debería formar parte del debate para mejorar la eficacia.

Visite cualquier nación en desarrollo y encontrará que no hay escasez de organizaciones bien intencionadas y de personas que intentan hacer el bien. Los políticos locales, los filántropos extranjeros, las organizaciones internacionales de donantes y las organizaciones benéficas asignan fondos basados en sus propios valores, su percepción de lo que se necesita y las realidades políticas. Se logra una gran cantidad de beneficios, pero este enfoque tiene sus limitaciones.

En el desarrollo, como en todas las áreas, hay tendencias. Quizá esta semana sean los paneles solares o la próxima sea la lucha contra el virus Zika. Algunas causas son más fotogénicas que otras. Incluso para un amante ardiente de los animales, puede ser estridente visitar a una nación pobre y ver "santuarios de burros" bien financiados, donde los burros retirados viven sus días con relativa comodidad gracias a las donaciones extranjeras, mientras que las personas próximas y muy pobres luchan contra la falta de acceso a la atención médica y al agua potable.

Rara vez, sin embargo, vemos a estrellas de rock celebrando conciertos para promover una campaña antiparasitaria, a pesar de que las infecciones de helmintos transmitidas por el suelo se encuentran entre las infecciones humanas más comunes, y la infección puede afectar la ingesta nutricional en los niños, dañando todo el curso de su vida.

Cuando los gobiernos o los donantes emprenden un análisis económico sobre una inversión, tienden a hacerlo para una intervención, a menudo en apoyo de una decisión ya tomada, utilizando diversos supuestos. Las comparaciones entre las decisiones de gasto son casi imposibles. ¿Y si las cosas fueran diferentes? ¿Qué pasaría si los políticos e incluso el público pudiesen analizar una amplia gama de opciones simultáneamente -comparando la construcción de puentes con el gasto en paneles solares o una campaña antiparasitaria- para averiguar dónde podría aportar el mayor beneficio cada dólar extra en primer lugar?

El proyecto de Bangladesh

Esa es la pregunta que mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus, se propuso responder en Bangladesh, en la primera aplicación de nuestro proceso de análisis de costo-beneficio, que se ha utilizado durante mucho tiempo para examinar los desafíos globales. Bangladesh es un ejemplo de lo que un gobierno comprometido y los donantes pueden lograr: la tasa de pobreza ha disminuido rápidamente y la esperanza media de vida ha pasado de unos 48 años en 1980 a más de 70 en 2014.

El proyecto Prioridades de Bangladesh encargó a docenas de equipos de economistas especializados que estudiaran 76 soluciones específicas para mejorar el futuro del país. Un eminente panel de tres destacados académicos de Bangladesh y un premio Nobel de economía se reunió en Dhaka para pasar tres días discutiendo los hallazgos con los economistas especialistas.

Este panel identificó algunas inversiones notables. El tratamiento de la tuberculosis (TB) ocupó el primer lugar de su lista de prioridades. La tuberculosis mata a unos 80.000 bangladeshíes al año, una de cada 11 muertes. Es una enfermedad barata de tratar y el beneficio inmediato es por lo menos 21 veces más alto que el costo total de los exámenes y tratamientos. Cuando uno considera el impacto en las familias de no perder a su sostén y en las comunidades de no perder su fuerza laboral experimentada, el beneficio podría ser aún mayor.

Otra de las principales prioridades identificadas es la adquisición digital, una solución que mejoraría la supervisión de los 9.100 millones de dólares que el gobierno gasta cada año para pagar todo, desde nuevos hospitales hasta lápices. Un sistema de licitaciones en línea puede impulsar la competencia y reducir la corrupción, reduciendo los costos del gobierno en un 12 por ciento.

Las intervenciones nutricionales tempranas, que son vitales para determinar los resultados a largo plazo, también son importantes. Casi uno de cada cuatro niños menores de cinco años de Bangladesh sufre retraso en el crecimiento debido a la desnutrición, lo que dificulta el desarrollo mental, reduce el rendimiento escolar y conduce a una menor productividad y a peores resultados sanitarios en el futuro. Se estima que los beneficios de suministrar nutrientes y micronutrientes son 19 veces mayores que los bajos costos.

Cuando decimos lo que debe ser primero, también necesitamos decir lo que no debe ser primero. Esto puede parecer indiferente. Pero si no priorizamos explícitamente, terminamos priorizando, sólo que hacemos menos bien del que podríamos haber hecho.

El panel señaló que el cáncer cervical, por ejemplo, no debería ser lo primero. Esto es difícil. Mata a unas 10.000 mujeres de Bangladesh cada año, pero su tratamiento es muy costoso. Más del doble de las mujeres mueren de tuberculosis, que también mata a muchos hombres y niños. El objetivo más amplio es, sin duda, que Bangladesh pueda responder con eficacia a ambos desafíos. Pero si necesita comenzar en alguna parte, el análisis muestra que el dinero que podría salvar a una persona de morir de cáncer cervical salvaría a casi 50 personas de morir de tuberculosis.

No debemos esperar que cada donante y gobierno alinee sus gastos para lograr lo mejor con cada dólar. Hay argumentos válidos de por qué los actores usan otros criterios para asignar fondos. Pero la evidencia sobre costos y beneficios definitivamente debería formar parte del debate, también en España. Identificar esta información significa crear una lista de precios claramente comprensible. Compartirlo hace brillar una luz donde de lo contrario las decisiones se tomarán en la oscuridad.

Bjorn Lomborg es director del Copenhagen Consensus Center y autor de los best seller "El ecologista escéptico" y "Cool It". Considerado una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time, una de las 75 personas más influyentes del siglo XXI por la revista Esquire y una de las 50 personas capaces de salvar el planeta por el periódico The Guardian, del Reino Unido. Además, es profesor visitante de la Copenhagen Business School.

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