Leí hace tiempo este titular en El Comercio de Gijón: "Francisco Rodríguez aboga por doblar la producción láctea para exportar". Uno habría pensado que para exportar hay que producir de modo más competitivo, y no simplemente producir más.
Pero don Francisco, presidente de Industrias Lácteas Asturianas, tiene ideas llamativas. En efecto, asegura que para exportar no hay que ser más competitivo sino menos. De modo que si para producir más hay que ser más proteccionistas, "habrá que hacerlo, porque hay que proteger cualquier cosa que signifique trabajo".
Esta confusión haría las delicias de Bastiat, que ironizó como nadie sobre ese tipo de falacias, hace más de siglo y medio. Se recordará su ironía sobre la conveniencia de prohibir a los franceses utilizar la mano derecha. En sus palabras:
Nadie puede dudar que cuanto más se trabaja, más riqueza se genera. Esta realidad se complementa con otra realidad, que es la de reconocer sin lugar a duda que cuantas más dificultades se tienen más se trabaja.
Es evidente que si sólo empleáramos una mano tendríamos que trabajar más, y don Francisco lo aprobaría porque según él "hay que proteger cualquier cosa que signifique trabajo". La falacia del razonamiento está clara, porque confunde esfuerzo con productividad, que son dos cosas muy distintas.
El señor Rodríguez tiene razón en sus críticas a las políticas europeas, profundamente intervencionistas, pero la solución no debería ser aún más intervencionismo sino menos. Y cuando apunta que "hacen falta soluciones políticas tendentes al equilibrio social en el campo", eso es precisamente lo que hacen las autoridades europeas que él tan acertadamente critica.