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Niall Ferguson: "El internet progre está en crisis tras el auge de Trump"

El historiador escocés presenta su nuevo libro, La plaza y la torre. 

El historiador escocés Niall Ferguson es uno de los referentes esenciales del pensamiento liberal-conservador en el mundo anglosajón. Su nuevo libro, titulado La plaza y la torre (The square and the tower), plantea la importancia de las redes de poder de naturaleza horizontal, entendidas como el contrapeso a las estructuras de influencia jerárquica y vertical.

En la presentación de la obra, Ferguson señala que "los tecno-optimistas sostuvieron durante años que una mayor conectividad nos llevaría a un mundo mejor. John Perry Barlow decía que "estamos creando un mundo en el que cualquiera puede decir lo que piensa y expresar sus creencias y valores sin miedo a ser silenciado". Mark Zuckerberg apuntaba algo similar y decía que "cada vez estamos conectando a más gente y logrando cosas que no estarían a nuestro alcance en un mundo menos integrado". Pero esa línea de pensamiento ha entrado en crisis. Evan Williams, cofundador de Twitter, declaró recientemente al New York Times que, aunque antes pensaba que las redes sociales generarían automáticamente un mundo mejor, ahora cree que estaba equivocado"

¿Cómo se explica ese cambio? "Para empezar, no hay que olvidar que 2016 fue el annus horribilis del internet progre. Están en crisis desde la victoria de Trump. Por eso el flanco del tecno-optimismo que celebraba la participación en redes sociales de Barack Obama es el mismo que acabó hablando de censurar la cuenta de Twitter de Donald Trump o quejándose del Brexit. Además, la mirada acrítica a los gigantes de internet parece haber pasado a mejor vida en 2017, al calor de distintos escándalos que han afectado a Facebook, Google, Uber o, más recientemente, Twitter", apunta.

El historiador opina que "si queremos estudiar lo que ha ocurrido, debemos abandonar la obsesión con las jerarquías y la verticalidad que solemos exhibir los historiadores. No todo está diseñado de arriba abajo. Por hablar en términos de arquitectura urbana: pensamos mucho en la torre y no lo suficiente en la plaza. Quizá lo hacemos porque de esa forma obtenemos explicaciones más sencillas de lo que ocurre. También porque los documentos en los que nos apoyamos los custodian quienes se sientan en la torre y no quienes viven en la plaza".

De abajo arriba

"Investigando para escribir La torre y la plaza, he llegado a la conclusión de lo mucho que hemos subestimado la conectividad espontánea entre personas a la hora de crear redes de influencia. Asumimos que esos esquemas son creados de forma centralizada, lo que nos lleva a ignorar el cariz individualista del que parte, a menudo, el asociacionismo", apunta.

Ferguson explica que "sobre el papel, a nadie le sorprende que el ser humano tienda a forjar alianzas con personas que comparten criterios semejantes. Pues bien, si ahora tenemos más posibilidades de conectividad social y dichas redes pierden el diseño centralizado y jerárquico de antaño, eso explica que vayamos hacia una mayor polarización de nuestros valores políticos, económicos, personales… Al fin y al cabo, si cada vez conversamos con más gente que comparte nuestro criterio, entramos en un proceso de refuerzo y no de cuestionamiento de las ideas".

"En torno a 1500, el desarrollo de la imprenta supuso un cambio muy profundo para la difusión de ideas. En poco más de un siglo se multiplicó por diez la publicación de libros y documentos, mientras que su precio se redujo por un factor muy similar. Aquellas tecnologías permitieron desarrollar la reforma protestante pero, lejos de generar un cambio armónico y pacífico, el resultado de las campañas de Lutero fue una mayor polarización y un mayor nivel de conflictividad. También la Ilustración tuvo un impacto muy significativo. Sus ideas viajaron por toda Europa e incluso llegaron a distintos puntos de América y Asia, como muestran las rutas que siguieron las cartas, libros y documentos publicados por los principales pensadores de la época. De aquellas redes nace la modernización política europea, que tampoco fue pacífica sino que estuvo marcada por importantes choques. Dicho paradigma también inspiró la Revolución Americana y la guerra de las colonias contra Reino Unido. Por tanto, más conectividad y más información no tiene por qué conducirnos a los escenarios utópicos que hasta hace poco soñaban los tecno-optimistas", remarca.

La continua tensión entre la torre y la plaza

"Nuestro estudio de la historia suele dejar a un lado la importancia de las redes que surgen de abajo arriba. La ingeniería financiera de la Casa Rothschild, por ejemplo, fue vital para la reorganización política de Europa en los primeros compases del siglo XIX. En la segunda mitad del siglo XX, las redes diplomáticas que construyeron personajes como Henry Kissinger tuvieron una enorme influencia en el devenir de la política internacional. En términos económicos, ecosistemas empresariales como el que encontramos en Silicon Valley son el resultado de una evolución espontánea, basada en redes que no fueron diseñadas ni controladas desde la torre del poder", explica Ferguson.

En su opinión, "la tecnología ha hecho que las redes se expandan y ganen tamaño e influencia, pero también las convierte en blancos más vulnerables ante un posible ataque. Un ejemplo lo tenemos con la crisis financiera: la globalización, que tantos beneficios ha generado, también facilitó la propagación de la volatilidad, afectando a decenas de países de forma significativa. En clave geopolítica, también tenemos el caso de la estrategia de difusión de propaganda yihadista que ha desarrollado el Estado Islámico, que básicamente aprovecha las redes de comunicación social que tanta popularidad tienen en Occidente y las emplea como foro para difundir odio y captar adeptos".

Así las cosas, "la red de apoyos que captó Trump cogió por sorpresa al establishment porque no era el resultado de ordenar los apoyos que se prestan de forma estructurada al candidato favorecido por el partido, como tampoco era el resultado de obtener la bendición de los medios. Lo que sí era el candidato Trump es un magnate empresarial que partía con la ventaja de amasar muchos vínculos y contactos, de modo que, aunque no tenía asiento en la torre, sí amasaba un capital significativo en la plaza. Si a eso se le suma el auge de la derecha alternativa en internet e incluso el rol que pudo jugar Rusia en las elecciones, su victoria se antoja más fácil de comprender".

"Los jerarcas de las redes de internet aspiran a desarrollar el poder desde la torre. Por eso hablan mucho de conectar personas. Sin embargo, lo cierto es que han creado sistemas jerárquicos y casi monopólicos, lo que por ejemplo explica sus grandes fortunas. Por eso no ven con buenos ojos la irrupción de alguien como Trump, que precisamente ha sabido subir a la torre a base de relacionarse con éxito en la plaza", concluye Ferguson.

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