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Vuelve Nassim Taleb: "Los intelectuales y políticos no se juegan nada"

Skin in the game, que podríamos traducir como Jugarse el pellejo, es la continuación de libros como El cisne negro Antifrágil

Skin in the game, que podríamos traducir como Jugarse el pellejo, es la continuación de libros como El cisne negro o Antifrágil. 
Nuevo libro de Nassim Taleb

Pocos autores han creado tanto interés en los últimos años como Nassim Taleb. El inversor y profesor de origen libanés cobró relevancia en el campo editorial hace ahora una década, con la publicación de El cisne negro, un libro sobre el notable impacto que tienen los acontecimientos inesperados. Aquel ensayo suponía una enmienda a la totalidad de los modelos que dominan la esfera del pensamiento económico.

Taleb no se conformó con aquellas reflexiones sobre el riesgo, sino que fue más allá y publicó algunos años después otro libro de gran éxito: Antifrágil. Este nuevo trabajo insistía en la importancia de diseñar estrategias basadas en acomodar la incertidumbre y fortalecerse con los cambios. En clave económica, Antifrágil cargaba las tintas contra la ilusión de la planificación y llamaba a construir sistemas capaces de adaptarse al cambio con flexibilidad y dinamismo.

Tras seis años de silencio editorial, Taleb va a publicar su próximo libro dentro de unas pocas semanas. El nombre de la publicación es Skin in the game, una expresión muy del gusto del autor, que ya la ha empleado de forma recurrente en sus anteriores trabajos. Podríamos traducir el término al castellano como "jugarse el pellejo" o "predicar con el ejemplo".

Nacido en Amioun pero afincado en Nueva York, Taleb tiene claro que el gran problema de nuestra sociedad es que dejamos que personas que no se juegan nada ocupen puestos públicos o privados desde los que toman decisiones de alto impacto en las vidas de los demás. Para el autor de origen libanés, hacer caso a quienes hablan desde un púlpito pero no "predican con el ejemplo" conduce a un mayor grado de fragilidad en nuestros sistemas políticos y económicos.

En sus anteriores libros, Taleb explica cómo podríamos aplicar el concepto de skin in the game a la vida pública. Un ejemplo sería obligar a los políticos a que sean usuarios de los servicios públicos que gestionan para el resto de la población. De esa forma, conocerían de primera mano esos sistemas de los que dicen ser garantes, pero a los que rara vez acuden como usuarios.

Reflexiones sobre la desigualdad

En Skin in the game, Taleb desarrolla la idea de que hay dos tipos de desigualdad: una que resulta socialmente aceptada y aceptable, como evidencia la popularidad de los mejores emprendedores, profesionales, artistas o deportistas; otra que genera rechazo y desaprobación, ligada a los burócratas que se llenan los bolsillos, los políticos que se benefician de los puertas giratorias y todos aquellos que se benefician del sistema a base de conseguir privilegios.

Según el autor de origen libanés, el debate sobre la desigualdad no puede meter en el mismo saco a unos y otros, precisamente porque los primeros asumen riesgos y se exponen a la posibilidad de perder sus ventajas en la medida en que el mercado puede dejar de primar su talento, mientras que los segundos medran a base de esquivar la incertidumbre y blindar su prosperidad a base de extraer rentas.

En esta línea, el nuevo libro de Taleb parte de que la desigualdad que caracteriza a los primeros es de carácter dinámico, de modo que no hay nada que objetar en su forma de enriquecerse, mientras que la desigualdad que apuntala la posición de los segundos es de orden estático, generada a costa de empobrecer al resto.

'Skin in the game'

En esta línea, Taleb propone que toda agenda de "justicia social" se base en "incorporar una mayor simetría en las dinámicas económicas, de modo que no sea posible enriquecerse a base de transferir el riesgo a los demás, como ocurre hoy en día en el ámbito financiero. Forzando a los bancos a jugarse el pellejo y tener su dinero en juego, logramos una asimetría capaz de hacer efectivo todo aquello que nunca vamos a lograr con leyes y regulaciones de todo tipo. El problema real es de incentivos".

El autor vuelve a cargar contra las élites intelectuales. "Es compatible ser muy inteligente y ser un tremendo idiota. Los filisteos mejor educados se han equivocado en todo. En su día, decían que la Unión Soviética tenía un sistema económico viable. Más recientemente, afirmaban que los mercados estaban creciendo de forma sostenible y que no había amenaza de burbuja", denuncia un Taleb que no duda en cargar contra los parlanchines que nos encontramos a diario en los medios de comunicación o las redes sociales.

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