El Fondo Monetario Internacional en su última proyección sobre la actividad económica de Venezuela señala que el país sufrirá una caída del 15% del PIB en 2018. El año pasado, la caída de este indicador fue del 14%, mientras que en 2016 el descenso fue del 16,5%. En total, la actividad económica del país chavista se ha reducido un 45,5% en tres años -si se cumpliera la estimación del FMI-. En el último lustro, el país ha perdido la mitad de su Producto Interior Bruto.
Por si esto fuera poco, el organismo liderado por Christine Lagarde apunta a que la inflación se acerque al 13.000%, muy por encima del 2.400% alcanzado en 2017. Unos datos que reflejan la deriva del país latinoamericano hacia la quiebra.
La inflación provoca que los precios de los productos estén cambiando casi a diario, lo que hace cada vez sea más inaccesible la compra de alimentos básicos a los ciudadanos. El FMI asegura que esta espiral inflacionista se debe a los "profundos déficits fiscales y la pérdida de confianza en la moneda nacional". De hecho, los títulos de deuda emitidos por Venezuela se encuentran, técnicamente, en default. Standard & Poor y Fitch declararon el pasado mes de diciembre a Venezuela y a la petrolera PDVSA -controlada por el Gobierno de Maduro- en default parcial. Esto significa que el país y la compañía no podrán afrontar los pagos que se les presentan.
Todos estos indicadores macroeconómicos se ven reflejados en el día a día de los venezolanos que aún siguen en el país, ya que el éxodo está creciendo aceleradamente. Los precios de los productos básicos varían muy rápidamente y hacer la compra básica de la semana equivale a consumir el sueldo mínimo de todo un mes.
Una situación económica que solo se entiende por la pésima gestión del Gobierno de Nicolás Maduro. Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo, pero la empresa petrolera nacionalizada, PDVSA, ha entrado en colapso por la pésima gestión del régimen chavista.
El pasado mes de diciembre, Venezuela estaba en niveles de producción de hace 28 años -1,6 millones de barriles al día, 216.000 menos que en 2016-. Sin embargo, lejos de buscar compradores internacionales a los que vender petróleo, Venezuela se aísla. La solución que ha tomado Maduro para tratar de paliar esta situación ha sido lanzar la criptomoneda llamada petro, respaldada por "reservas de oro, gas y diamante".