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¿Hay alguna innovación real en el sector de la seguridad?

Una alarma o una cámara sin conexión a central de alarmas es más barata, pero también más ineficaz.

Una alarma o una cámara sin conexión a central de alarmas es más barata, pero también más ineficaz.
Las nuevas tecnologías aterrizan en el sector de la seguridad | Alamy

No podemos negar que la palabra innovación es sexy. Llama la atención de los que están hambrientos de novedades y esconde una promesa de poder para quienes apuestan por estar a la última.

Por ejemplo, nuevas funcionalidades en un móvil parece que garantizan nuevas experiencias, o nuevas realidades. En seguridad, apostar por última tecnología parece sugerirte que aún no hay nadie que sepa cómo desbaratar el sistema.

Pero esto sólo ocurre así en el imaginario del creador de la criatura, del comercial que quiere vender dicha innovación y del profesional de marketing que se las tiene que apañar para que el producto convenza.

En la realidad, el público es más escéptico y, en gran medida, más pragmático. Un profesor de universidad nos machacaba con la idea de que sólo debemos entender por innovación aquello que es asumido por el público.

Éxito o cajón del olvido. No hay otro argumento, ni más posibilidades. Si el público no asume una idea, dará igual lo fiable que sea el producto, no importará la superioridad técnica frente a la competencia, no habrá valido para nada cuidar el diseño hasta el último detalle.

Las estadísticas que no mienten confirman lo difícil que es introducir cambios en el mercado. Menos del 10% de las novedades que se introducen al mercado sobreviven tres años. O visto de otro modo, apostar por lo nuevo tiene más de un 90% de posibilidades de fracasar.

Innovación en la seguridad para el hogar

Por eso es necesario a veces hacer un pequeño reconocimiento a los que no se dejan animar por las estadísticas y buscan nuevas formas de mejorar o complementar las existentes alarmas para casa.

Drones y lámparas de jardín

Sunflower Labs sacó al mercado un producto que combinaba lámparas de jardín y drones. La idea es atractiva. Para regocijarse, basta con imaginarse la cara de alucinación de alguien que no es bienvenido al ver a uno de estos tétricos aparatos volando hacia él para inspeccionarle.

Lo que en verdad ofrecía la empresa era un sistema de seguridad que detecta una presencia en la zona y avisaba al móvil del propietario. La lámpara se enciende e ilumina, mientras que el dron se acerca automáticamente al lugar de los hechos.

En contra, hace falta jardín. Desde luego, no parece un sistema demasiado atractivo en un piso o en una casa convencional, sin zonas abiertas. Por otra parte, sólo funciona si el propietario está pendiente del móvil.

¿Pero qué pasa si estamos en la oficina, en una terraza con amigos, en el cine o durmiendo? No son preguntas gratuitas, sino que son los mismos inconvenientes que presentan las alarmas sin cuotas. Éstas al menos tiran de precio para convencer al que busca más una sensación de protección que una protección real. En la práctica, parece difícil que el mercado asuma esta innovación.

Física cuántica en los sistemas de alarmas

No hay que menospreciar tampoco los grandes beneficios que nos traerán estos enfoques a la vida diaria. Sólo habrá que ver cuáles son. Un laboratorio llamado Oak Ridge ha desarrollado un nuevo sistema de seguridad que, por sus altos costes, está dirigido a edificios que requieren un nivel de seguridad excepcional.

El público general apreciará la curiosidad del método. El sistema crea haces de fotones que se entrelazan por pares. La presencia de un intruso destruiría este entrelazado, lo que provocaría que irremediablemente saltase la alarma. El atractivo de este sistema que suena a loca ciencia ficción es que no existe ninguna forma actual de reponer o evitar la ruptura del entrelazado.

¿Dónde está el verdadero valor en el servicio de la seguridad?

Tiremos ahora de la opinión de los consumidores. En España, el consumidor medio que quiere proteger su hogar tiene no más de dos opciones: hacerse con un producto o contratar un servicio de seguridad.

Una alarma o una cámara sin conexión a Central de Alarmas es más barata, pero también más ineficaz. Y, a menudo, más problemática. Los aparatos económicos no contienen los dispositivos suficientes como para diferenciar una falsa alarma de una legítima.

Si uno piensa en las molestias de una sirena sonando en medio de la noche, se le pondrá peor cara si un vecino se queja y la policía acude. En la primera ocasión no habrá multa, pero a partir de la segunda acuda improcedente pueden aplicarse multas de varios miles de euros e incluso la retirada forzada del sistema de seguridad.

Entre los que optan por un sistema de cuotas, conectado a Central de Alarmas y monitorizado por profesionales existe ahora una nueva preocupación: ¿cómo está instalado mi sistema de seguridad? No es raro que algunas empresas dejen en manos del comercial la instalación in situ del producto.

Pero los consumidores empiezan a ser conscientes de que esto puede provocar agujeros en la seguridad y de ahí la nueva tendencia que parece que se consolidará en 2018: la de instalar las cámaras y alarmas a través de técnicos cualificados.

Porque lo que valora el consumidor es estar protegido, pagar lo justo y no seguir preocupado de su propia seguridad. Blanco y en botella.

En Libre Mercado

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