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EDITORIAL

Oxfam, o la corrupción más abominable

Los tontos útiles que les entregan su dinero ya saben a quién están financiando y cuál es el verdadero rostro de estos depredadores de los más pobres de entre los pobres.

Oxfam es uno de los grandes emporios del llamado tercer sector, y mantiene una vasta estructura internacional que explota formidablemente el negocio de la solidaridad. Erigida a sí misma en vigía moral de Occidente, actúa como ariete multimillonario contra el capitalismo y el desarrollo económico y alimenta con sus informes tendenciosos la estrategia de los enemigos de la libertad.

Ahora bien, ese permanente afán justiciero de Oxfam y sus habituales diatribas sobre la inmoralidad del libre mercado han quedado ominosamente en evidencia en los últimos días.

Según ha informado el diario británico The Times, altos cargos del gigante solidario protagonizaron "orgías dignas de Calígula" con víctimas del terremoto que devastó Haití en 2010. Y, lejos de hacer públicos esos hechos aberrantes –en los que habrían tomado parte prostitutas y menores de edad– y emprender acciones legales contra sus perpetradores, Oxfam optó por el encubrimiento, por lo que los depredadores siguieron adelante con sus vidas con completa impunidad.

Oxfam es una organización que vive de explotar la mala conciencia de los occidentales, con unos sermones de una moralina insufrible y tóxicos por sus portentosas cantidades de desinformación. Sus informes y campañas la convierten en un poderoso enemigo de quienes menos recursos tienen, de cuyas desgracias extraen tantos beneficios estos hipócritas emporios trufados de ungidos de la peor calaña.

Los tontos útiles que les entregan su dinero ya saben a quién están financiando y cuál es el verdadero rostro de estos depredadores de los más pobres de entre los pobres.

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