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Ferrandis: "Argentina enfrenta las dificultades de salir de un régimen corrupto"

José Ramón Ferrandis acaba de publicar su segunda edición del libro "Globalización y generación de riqueza". 

José Ramón Ferrandis acaba de publicar su segunda edición del libro "Globalización y generación de riqueza". 

José Ramón Ferrandis, técnico comercial del Estado y vicepresidente del Centro Diego de Covarrubias, acaba de sacar a la calle la segunda edición del libro Globalización y generación de riqueza, disponible en Unión Editorial. Tras la presentación de la obra en NEXT International Business School, Libre Mercado se ha sentado a hablar con Ferrandis para comentar distintos asuntos de la actualidad que van de la mano con los temas centrales de su libro.

- ¿Qué está pasando en Argentina y por qué este país ha sufrido tantos vaivenes económicos desde hace décadas?

Argentina experimenta las dificultades lógicas de salida de un régimen corrupto, con castas políticas volcadas en el latrocinio y desinteresadas en cumplir con sus obligaciones internacionales. Las políticas ortodoxas de Macri en materia económica, que han conseguido aumentar el PIB de manera notable y reducir la alta inflación, se enfrentan al riesgo sistémico de Argentina, un país potencialmente rico por sus recursos naturales y humanos pero con instituciones desastrosas y gestión irresponsable. También influye la política de los bancos centrales, que en el caso de la FED ha elevado la rentabilidad de los bonos del Tesoro USA y depreciado las monedas de los países emergentes, pero esa es otra historia.

Un eventual inversor en Argentina tiene no sólo en cuenta el riesgo político (es decir, el que se basa en los componentes contemporáneos del Riesgo-País), sino el derivado de lustros de incuria y defaults. Esos capitales que no llegan no nutren la Balanza de Pagos y eso repercute en la cotización del peso. Una vez elevado el tipo de interés y utilizadas parte de las reservas del Banco Central para sostener la divisa, Macri ha optado por un préstamo Stand By del FMI con ese mismo fin. Es una decisión Inteligente pero que arma a la oposición, que paradójicamente es la que ha creado el panorama que ha sumido a Argentina en dificultades.

- A menudo se habla de África como un continente abocado a la pobreza perpetua. ¿Cuál es la realidad?

Que eso no es cierto. Para empezar, nada es eterno en materia económica. Los países de África han experimentado una colonización y una descolonización a cuál más dañina en el plazo de un siglo. La mayoría de los países de África (sobre todo los de África Negra) están sumidos en una pobreza relativa al ritmo general del mundo como consecuencia de su desvertebración como estados, la pobreza de sus instituciones, la superposición de estructuras tribales, la severa descapitalización humana, la prevalencia de élites corruptas, los frecuentes enfrentamientos armados (explícitos o larvados), la falta de infraestructuras, la deficiente sanidad, la escasa iniciativa privada, la ayuda oficial al desarrollo de los países ricos que perpetúa lo anterior …

No obstante, desde el 2000, el agregado de los países de África Negra crece consistentemente por encima de los países desarrollados y en general de todo el mundo con excepción de China e India, como consecuencia del comercio exterior, tanto de productos minerales como agrícolas, aunque ya empiezan a salir a los mercados productos manufacturados: es exactamente el mismo camino que siguieron los países de Asia, los de Iberoamérica y antes, los del llamado Primer Mundo; la Globalización. Y ya hay algunos casos de éxito en África Negra: Botswana, Mauricio, Namibia, Sudáfrica, Ruanda, Uganda … . Y otros que les siguen de cerca: Cabo Verde, Costa de Marfil, Senegal, hasta hace bien poco Etiopía. Sus gobiernos aprenden rápido.

- ¿Qué diría a quienes afirman que la globalización empobrece a los países desarrollados?

Simple y llanamente, que es falso. Una cosa es que los países emergentes crezcan más deprisa que los más desarrollados (lo que tiene su origen en el efecto estadístico, en los menores costes de aquéllos para atraer inversión extranjera directa debida a la deslocalización o en su rentabilidad superior) y otra es que los países desarrollados sean más pobres que antes, lo que es rotundamente falso. Basta con observar las estadísticas, incluyendo el año 2009, que es el peor de la serie reciente, como consecuencia de la crisis subprime. Y esta crisis es consecuencia de la manipulación de los tipos de interés por los bancos centrales así como de la normativa norteamericana en materia hipotecaria, pero vaya y dígaselo usted a los neokeynesianos: les da un ataque de bilis.

Lo enemigos de la globalización, por otra parte, son plenamente capaces de decir que se dan dos fenómenos simultáneos consecuencia de la globalización: que los países avanzados se empobrecen y que los países emergentes son explotados. Son unos genios de la lógica formal. Sin embargo, una vez superan este estadio, incapaces de evitar reconocer los beneficios de la globalización, pasan a la siguiente fase: ahora lo que importa ya no es la generación de riqueza sino su distribución, la desigualdad entre países y las diferencias de renta entre los percentiles de cada país. Son unos genios, hijos legítimos todos ellos de Willi Münzenberg.

- ¿Cree que Trump va en serio en su reto al comercio global o que estamos ante una estrategia de negociación?

El Presidente Trump tiene prioridades muy claras, que no cambian en función de las encuestas y que reflejan lo dicho en su programa electoral. Además, el presidente norteamericano posee una capacidad de negociación muy desarrollada, no en vano se ha pasado la vida haciendo uso de ella en su profesión. No es un político al uso, evidentemente. Y como consecuencia de su habilidad negociadora, prepara el terreno de manera inmejorable para sus intereses, poniendo la frontera tan cerca de los postulados de sus oponentes como le es posible, utilizando sin complejos trucos bien conocidos. A partir de ahí, negocia y cede algo, pero como la partida fue predefinida por él, suele obtener resultados favorables. Echen un ojo a su trayectoria desde que llegó a la Casa Blanca y verán lo que digo.

En materia de comercio Internacional, lo que está claro es que Donald Trump quiere minimizar el multilateralismo y maximizar el bilateralismo por lo que a los EEUU se refiere. Es tan ortodoxo como desusado, pero no excepcional: muchos países lo han hecho y lo hacen pero en el caso de los EEUU sorprende, aunque su Historia indica que no es la primera vez. Lo que no creo haga Trump es elevar unilateralmente aranceles, no sólo porque la OMC se pondría enfrente sino porque sabe (la experiencia norteamericana es terrible: la Ley Smoot Hawley de 1930 tuvo efectos disolventes en el comercio mundial al elevar más de 20.000 posiciones arancelarias de la noche a la mañana, elevación que fue replicada de inmediato por sus socios comerciales con otras del mismo nivel y alcance, paralizando gran parte del comercio mundial y generando una gigantesca depresión que, a su vez, creó el caldo de cultivo para los fenómenos políticos que terminaron llevando al mundo a la segunda guerra mundial) que las consecuencias serían muy negativas para todos, empezando por los propios EEUU.

- ¿Es necesaria la "ayuda al desarrollo" para acelerar la reducción de la pobreza?

Muy al contrario. La Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) es una tremenda carga para todos. Para los que la pagan, porque sus efectos presupuestarios son enormes, innecesarios y asimétricos. Para los que la reciben, porque ha generado un caldo de cultivo que ha contribuido a mantener a las élites extractivas de esos países, ha acostumbrado a los países a recibir recursos sin contrapartida y porque no ha generado avances estructurales ni duraderos. Más de sesenta años y más de 100 billones (millones de millones) de dólares después, este es el momento en que ni un solo país receptor ha salido de la situación de postración en que se encontraba cuando empezó este flujo unilateral irresponsable.

China, India, Indonesia, Brasil, Tailandia, Malasia … todos ellos y otros muchos más se hallan fuera de la pobreza como consecuencia de su integración temprana o tardía en los flujos comerciales y de inversión internacionales que son conocidos como Globalización. Hong Kong, Singapur, Corea, Taiwan, Chile, México, y otros muchos tienen estándares de vida envidiables por su dedicación a los intercambios internacionales. Y es que la AOD no es la panacea, no es ayuda y no permite salir a los países de la pobreza: es su esfuerzo, su especialización y su Buen Gobierno quien lo hace.

- ¿Por qué pone a Irlanda como ejemplo a seguir y cuáles son los ingredientes centrales de su éxito?

Porque Irlanda ha pasado en un tiempo record de ser uno de los países más pobres de Europa a convertirse en el tercero más rico en renta per capita, sólo tras Liechtenstein y Luxemburgo, que en realidad militan en otra liga, la de los microestados bien gestionados. Según ese matiz, Irlanda lideraría la clasificación europea, lo que no es poca cosa, sobre todo viendo la competencia: Alemania, Francia, Países Bajos, Austria, Finlandia, Suecia… . El éxito es enorme, sólo comparable con el alemán de 1948, el español de 1959, el japonés de los sesentas, el coreano inmediato posterior o el chino desde 1978.

La diferencia es que, en el caso irlandés, el éxito, el origen de la riqueza de Irlanda, es su bajo tipo de impuesto sobre el beneficio de las sociedades, de un 12%, la mitad del que prevalece como media en los demás países de Europa. Es lógico. Las empresas extracomunitarias y comunitarias quieren reducir al mínimo el pago de impuestos. Yo también querría poder hacerlo, si a eso vamos. Y si hay un país ordenado, acogedor, fiable y además con impuestos bajos, la inversión extranjera directa se dirige a él. Es un ejemplo que cualquiera de los demás países podría seguir, pero no lo hacen: demasiada presión de la Comisión Europea, demasiada presión de las Haciendas respectivas. En el pecado llevarán la penitencia. Su única reacción es acusar a Irlanda (y no sólo a ella) de paraíso fiscal, desconsiderando su propia genuina condición de infierno fiscal, que lastra su competitividad y ve cómo nuestras empresas se dedican a exportar los capitales que necesitamos.

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