Las compañías contratan servicios y ganan agilidad mientras que los profesionales trabajan por proyectos y gestionan su tiempo. Es la era de la digitalización del empleo, pero aún quedan asuntos por resolver para que este nuevo entorno sea beneficioso para todas las partes.
"¿Conoces a alguien a quien le interese limpiar dos horas a la semana en mi casa?", "¿sabes de algún manitas que me pinte la pared del salón?"; "¿te suena algún fotógrafo para una sesión en mis nuevas oficinas?". Alguna vez hemos escuchado estas preguntas en nuestro entorno sin saber que asistíamos a los primeros pasos de lo que ahora se conoce como gig economy: un paradigma laboral a demanda o de encargo, en el que se firman contratos puntuales para trabajos esporádicos y en los que el candidato aporta todo lo necesario para relacionarse con las empresas. Es la digitalización de la economía. Ya no se contrata a personas, sino servicios. Ya no se habla tanto de buscar un empleo, sino de fomentar la empleabilidad de cada uno.
Lo que hace diferente a este nuevo modelo laboral de la economía informal de toda la vida es su creciente peso en el mercado, como consecuencia de la aparición de nuevas empresas digitales y de la automatización de ciertos puestos de trabajo. Sólo en España, el 6% de la población ofrece productos o servicios de economía colaborativa, la cifra más alta de la Unión Europea, según el último informe del Foro Europeo de Economía Colaborativa (EUCoLab), publicado en 2016. En Europa se prevé que en los próximos años, 150 millones de personas participen en este modelo.
Los zocos digitales donde se producen estos intercambios laborales son muy variados. Están los que solicitan y ofrecen servicios básicos, hasta los que mercadean con otros más específicos y de mayor valor añadido. Entre los primeros, están empresas como Deliveroo, Uber, Airbnb y Wallapop, que sólo requieren del empleado que tenga bici, coche, una casa y algo que vender, respectivamente. En el otro extremo, Etsy, Fiverr y Amazon Mechanical Turk (MTurk), entre otros, donde artistas ofrecen sus obras y redactores y diseñadores pueden escribir textos a medida o desarrollar una imagen corporativa.
La característica común de todos ellos es que "el que necesita el servicio, busca capacidades, no personas; pide objetivos y prima la inmediatez", explica la investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE y especialista en revolución digital y transformación social, Liliana Arroyo. Si necesitas traducir un texto de temática agrícola del inglés al español de manera puntual, no buscas un ingeniero agrónomo en un proceso de selección largo al que incorporas a la plantilla, sino que es suficiente con alguien que sepa inglés, que domine la temática y que te devuelva la traducción lo antes posible. Y hasta ahí, la relación laboral.
Las ventajas
Esta economía del encargo "es una oportunidad no sólo para el empleado, sino también para el individuo y la empresa que contrata", señala la vicepresidenta Ejecutiva de la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA), Celia Ferrero.
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Profesionales que gestionan su propio tiempo
El primero puede obtener ingresos adicionales, trabajar desde casa y compatibilizarlo con su vida personal. Éstas son las razones principales por las que alguien se anima a optar por este modelo laboral, según refleja el informe La protección social de los trabajadores en la economía de plataformas, publicado por el Parlamento Europeo a finales de 2017.
Esos tres mismos motivos son los que han llevado a Rafael Martell, fotógrafo de bodas, a ofrecerse ocasionalmente para realizar sesiones, editar y retocar fotos: "Mi profesión es muy estacional porque la gente se casa mayoritariamente cuando hace calor, así que quería complementar mis ingresos con encargos fuera de temporada, sin compromiso, que pudiera decidir si me interesan o no en función de mi tiempo disponible". Según Ferrero, Martell es el ejemplo modélico del trabajador a demanda: "Es autónomo, cuenta con medios propios, se autogestiona, establece sus horarios y reconoce y defiende su derecho de decidir libremente".
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Empresas más ágiles
Por otro lado, está el beneficio que obtiene el que emplea a través de estas plataformas. A la empresa le permite acceder a servicios de manera inmediata, incluso a aquellos innovadores y altamente específicos que antes les eran inalcanzables, casi en cualquier momento, pagar sólo por lo que usa y disminuir sus costes de estructura. Eso sí, debe ser responsable como consumidor y no hacer la vista gorda ante situaciones abusivas que podrían estar detrás de precios bajos, explica Ferrero. En el otro lado de la cadena, están las plataformas digitales que "deben tener en cuenta que existen reglas que hay que respetar", comenta en alusión al fuerte rechazo que están teniendo plataformas como Uber en algunos países. Estas compañías ya "están pagando caro haber entrado de manera kamikaze, retrasando así su incorporación al mercado quizás para siempre".
En este entramado, también están las corporaciones tradicionales que se oponen al modelo colaborativo, pero que "no tienen más remedio que actualizarse ante un cambio sin vuelta atrás que, además puede suponer una oportunidad para ellos, si aprovechan sinergias e ideas innovadoras que generan estos nuevos actores", según la vicepresidenta de ATA.
A mejorar
"Existe una fuerte conexión entre el trabajo en plataformas y la precariedad", señala el Parlamento Europeo como una de las principales sombras de este modelo de negocio. "La desvinculación de estos profesionales con la protección social no es nueva ni exclusiva de la economía digital, lo que pasa es que cada vez más gente opta por este modelo laboral", asegura Ferrero.
Arroyo va más allá al señalar que los problemas que se achacan a la "uberización" del empleo son, más bien, consecuencia de algo más amplio: el crecimiento imparable de Internet y la automatización del trabajo. "Si tenemos una profesión que implica diez tareas distintas en una jornada completa y siete puede realizarlas un programa informático, la persona sólo trabajará –y cobrará- el 30% de lo que hacía antes", comenta. En este extremo, la precariedad sólo se solucionará si se asocian los derechos a cada persona sin vincularlos a su rol de trabajador. "Es una oportunidad para repensar el mundo y poner sobre la mesa una cuestión controvertida: la renta básica de las personas. Si no se hace de esta manera las desigualdades continuarán creciendo".
¿Cómo te debes preparar?
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Fuente: Opinno, editora de MIT Technology Review en español