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La 'niñofobia' se extiende por España: crecen los establecimientos donde prohíben la entrada a menores

Crece la demanda de hoteles, restaurantes y bares que cuelgan el cartel de "no se admiten menores". 

Crece la demanda de hoteles, restaurantes y bares que cuelgan el cartel de "no se admiten menores". 
Aumentan los negocios donde no pueden entrar niños | Guía de Padres

Las recepciones de los hoteles se llenan de quejas y reclamaciones por ruidos, molestias, llantos, gritos y carreras que provocan los niños que pernoctan en el establecimiento. Cada vez son más parejas, amigos o grupos de solteros sin hijos que no aguantan una piscina o restaurante que se asemeja más a una escandalosa guardería. La niñofobia se ha desatado y los establecimientos antiniños se han sacudido los complejos. Ya no se ocultan, no piden perdón y se enorgullecen de ofrecer opciones de ocio que garantizan tranquilidad y sosiego a sus clientes.

En los últimos años el portal adults-only-holidays.com, dedicado a aglutinar la oferta de hoteles libre de niños, ha pasado de tener 100 establecimientos inscritos en 2012 a más de 400. Grandes cadenas como Iberostar, Barceló, H10 o Hamilton se han sumado a esta iniciativa comercial: "Es el futuro de muchos nuevos hoteles, la demanda ha aumentado y es un mercado que funciona", afirma Armando Romero Cerdá, director de la web y pionero en este tipo de portales online.

El empresario es ahora director del Hotel Neptuno, un lugar de alto standing que ha eliminado de su carta el menú infantil y donde se promete el descanso sin la locura de los infantes. "El negocio se está especializando. Antiguamente los hoteles de cuatro estrellas con sus altos precios impedían que las familias de clase media acudieran. No había niños, pero por una cuestión económica. Desde que quisieron captar el público que tenía hijos, se produjo una fuga de clientes que no deseaban encontrarse a un menor llorando en la hamaca de al lado. Nacieron así los Adults Only", comenta Romero.

"Los padres se enfadan si regañas a su hijo"

El popular restaurante Miceli, en Baleares, es uno de los locales que ha colgado el cartel de "Prohibido niños menores de 12 años": "El restaurante se convertía los fines de semana en un ChiquiPark. El problema no es un niño sino ocho. Imagina cada niño de cada mesa y todos juntos después correteando por el restaurante. Los menores nos rompieron macetas y decorado del establecimiento, los camareros tropezaban y se les iban a caer todos los platos, gritaban y estropeaban la velada a las mesas vecinas, que no podían disfrutar de la cena con el jaleo infantil", confiesa con sinceridad Javier Ares, propietario del negocio.

A pesar de las continúas llamadas de atención de Javier y su mujer para que los clientes calmaran a su prole, sus quejas no daban fruto. Ellos tienen muy claro que los maleducados son los padres: "No nos quedó otra que prohibir la entrada los menores de 12 años porque no podías regañar a los niños, sus padres se enfadaban. La mayoría cree que su hijo es el mejor y estupendo. Mientras el niño está liando el caos, ellos están en la mesa tan tranquilos hablando y tomándose una copa, les da igual que amarguen a los demás que están alrededor", lamenta el empresario balear.

Tras tomar la decisión y enfrentarse a diario a quejas de padres que no pueden cenar en Miceli, los dueños revelan que es la mejor decisión que han tomado. "Tenemos un menú degustación que dura de dos a tres horas, los niños no aguantan. Ahora, nuestro salón libre de niños es una maravilla. Nos felicitan muchísimo, se puede comer relajado y en armonía. El ambiente ha cambiado a mejor. Incluso tenemos padres que nos dan la enhorabuena y nos comprenden. Teníamos una pareja que pagó a su canguro para pasar una noche romántica y tuvieron que aguantar a los cuatro críos que tenían al lado. Les aguaron la fiesta. No puedo permitir eso en Miceli", comenta el hostelero.

Los establecimientos antiniños se amparan en el derecho de admisión. El mercado de "locales y piscinas sólo para adultos" no deja de aumentar en volumen. "No entiendo por qué yo no puedo dejar entrar a mi restaurante a quién yo quiero. Es como si a un establecimiento vegetariano va un carnívoro y le exige que le pongan carne", se defiende Ares.

Los locales antiniños "están de moda"

Una de las frases que más escuchaba Armando Romero en sus vacaciones personales era: "Pero, ¿dónde están los padres de ese crío?", mientras el pequeño hacía de las suyas sin ningún adulto que le reprendiera. Si esta misma situación se traslada a un crucero, la situación es aún más compleja, ya que el cliente en cuestión no tiene escapatoria.

"Es la moda, los niños y familias tendrán sus espacios y los que no tienen hijos y desean estar en otros contextos pueden optar por estas alternativas. No hay nada malo en ello", concluye Romero.

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