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La tragedia de un expolicía: "Me piden 20 años de cárcel por defender mi casa y mi vida de unos ladrones"

Casimiro Villegas, víctima de un asalto a su vivienda,  tiene todas las cuentas embargadas y está a la espera de juicio. 

Casimiro Villegas, víctima de un asalto a su vivienda,  tiene todas las cuentas embargadas y está a la espera de juicio. 
Casimiro Villegas en un acto oficial | Archivo

Casimiro Villegas, un expolicía local de Sevilla, está viviendo un infierno en vida. Su caso pone los pelos de punta porque, como él mismo expresa, "le puede pasar a cualquiera que esté en su casa durmiendo una noche y le entren en su domicilio a robar". La Fiscalía pide 20 años de cárcel y una indemnización de 300.000 euros para los ladrones que asaltaron su domicilio. El juicio se celebrará en marzo del próximo año.

Tal es el calvario que incluso en este tiempo de espera ha intentado suicidarse. "No entiendo cómo se puede proteger a los delincuentes. Yo lo único que hice fue defender mi vida y la de mi mujer", explica con tono amargo.

Casimiro, licenciado en Derecho, nunca pensó que aquel 29 de marzo de 2011 su vida iba a cambiar por completo durante la madrugada de esa fatídica noche. "Eran las tres de la mañana, escuché ruido en la cocina. Cuando me levanté y bajé en pijama tenía a dos hombres encapuchados encima. Me pegaron, no dejaban de darme patadas. Actuaron con violencia feroz y extrema. Me mordían, yo intenté zafarme de ellos como pude", según narra.

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Restos de sangre en el salón de Casimiro Villegas

En ese momento, su uniforme de policía estaba en el salón. El exagente describe cómo, a duras penas, consiguió llegar hasta su dormitorio donde tenía su arma reglamentaria, allí estaba su mujer aterrorizada y le ordenó que no saliera de la habitación y llamara al 112. "Vi que había tres personas más. En total, eran cinco varones jóvenes, dos de ellos estaban en mi jardín. Había dos furgonetas, una con las que cargaban y otra con todas las herramientas y armas para realizar el asalto a mi finca. Eran profesionales del robo, una banda criminal organizada y sus vehículos estaban dentro de mi finca, en el césped. Forzaron la cerradura y rompieron cristales de seguridad climalix", señala el exagente.

Es en este punto de la historia, cuando Casimiro coge respiración y afirma contundentemente que actuó en legítima defensa: "Fue una agresión feroz y reaccioné como cualquier ser humano, quería sobrevivir, salvar a mi mujer y mi vida. Escuché cómo decían entre los malhechores: ¡Dispara y mátalo! En ese momento, en el que estaban discutiendo los delincuentes pude agarrar mi arma reglamentaria y disparé. Ellos tenían una escopeta... Hablaban de asesinarme", argumenta el sevillano.

Es entonces cuando las balas alcanzaron a tres de los ladrones. Ninguno murió. Luis Romero, abogado de Casimiro, aclara que "tres de los delincuentes fueron heridos. Uno de ellos tiene impotencia sexual y algo de cojera al ser alcanzado por los disparos en los genitales". El letrado garantiza que su cliente hizo lo que debía y van a demostrarlo en el juicio. Tienen todas las pruebas pertinentes para que ni siquiera se llegue a celebrar la vista. "No estaban huyendo, tal y como han alegado en el auto. La banda estaba a punto de matar a Casimiro y él no sólo actuó a través de un miedo insuperable, sino también cumpliendo el deber como agente de la policía, ya que se identificó ante sus agresores diciéndoles que era agente local", arguye la defensa.

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Cristales rotos y televisión en el suelo en la vivienda de Casimiro Villegas

"Ellos se retiraron, no huyeron. Salieron de mi jardín y yo, inmediatamente, llamé a mis compañeros. Vinieron de la policía científica y comprobaron cómo había sido un robo con uso de la fuerza y violencia extrema", afirma el que fuera efectivo local en la localidad. Pero lo peor aún estaba por llegar. Según Romero, "ni el juez ni la fiscal piensan que fue necesario disparar y piden para mi cliente 20 años de cárcel y una indemnización a los delincuentes de 300.000 euros".

Cuentas embargadas

Esta orden judicial rompió a cachos los sueños de Casimiro. Desde 2011, tras lo sucedido, el que fuera un reconocido policía de la Unidad de Investigación Científica, fue despojado de su pistola y dado de baja en el Cuerpo. Además, "tiene embargadas todas sus propiedades y las tres cuartas partes de la pensión que le ha quedado por incapacidad laboral", lamenta el letrado del despacho Luis Romero Abogados, en Sevilla.

En aquel instante, se encontraba en lo mejor de su trayectoria vital. "Tenía 47 años, me iba bien en el cuerpo de policía local. Decidí comprar una parcela en el campo para vivir con mi mujer y empecé a construir mi casa, con mis propias manos, ladrillo a ladrillo. Nunca pensé que estaba levantando mi futura ruina", se queja apesadumbrado Casimiro.

A los embargos se le suman las secuelas psicológicas y físicas que les han quedado a él y a su esposa. "Tengo una hernia discal y mi mujer y yo padecemos síndrome de estrés postraumático. Estamos en tratamiento con ansiolíticos. No somos las mismas personas tras el ataque y encima, ahora, la Justicia quiere que sea yo el que vaya a la cárcel. No podemos más", critica.

"Quise acabar con mi vida"

Al verse al borde del abismo, en la miseria y psicológicamente destrozado, Casimiro quiso quitarse la vida. Su mujer logró salvarlo en el último momento, antes de que apretara el gatillo. Ahora, a sus 54 años, se dedica a dar conferencias sobre suicidio a policías y guardias civiles.

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Casimiro Villegas en las Jornadas de prevención del suicidio de Aeprepol

Justo nos atiende después de unas jornadas con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en las que se ofrecen estrategias para que los agentes eviten acabar con su vida. "Es a lo que me dedico, lo único que me queda y es lo que me está salvando. Sobreviví a los criminales y ahora tengo que sobrevivir a la locura que me pide la Justicia española. Llevo 42.000 euros gastados en defensa, debo dinero a compañeros policías y a mi familia", remarca.

"Mi casa, mi castillo"

Cabe destacar que los hechos acaecidos no son únicos en nuestro país. Existen numerosas víctimas de atraco en su propiedad que, al defenderse, han dado con sus huesos en la cárcel. ¿Cómo es posible que ocurra esto en España? ¿No existe legislación al respecto?

"En nuestro país tenemos leyes que nos protegen, pero no se aplican. El artículo 18.2 de la Constitución española garantiza que tu domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito", manifiesta el jurista de Dos Hermanas. Sin embargo, ¿por qué los asaltantes salen impunes o incluso indemnizados si el propietario se defiende?

Abogado y cliente revelan que en España se aplica lo que en la jerga policial se llama "teoría de los platos rotos". Es decir, si alguien es atacado en su propiedad por un delincuente y en su defensa provoca heridas al agresor mayores que las que ha producido el asaltante a su víctima, será culpable la propia víctima. "Quien haya roto más platos es el que paga, el hecho no importa", explican. En contraposición, "la cultura británica tiene otro concepto muy diferente de la defensa de la propiedad privada. Allí, el dicho común es Mi casa, mi castillo. Por lo tanto, tu reino, que es tu vivienda, no puede ser violado y se ampara a los dueños", responde el letrado andaluz.

"No es necesario copiar la legislación de otros países anglosajones. Aquí también tenemos contemplado en el artículo 1.902 del Código Civil la denominada asunción del riesgo. Esto significa que es responsabilidad absoluta del atracador al entrar en propiedad privada lo que le pase", matiza Casimiro.

En países como Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Japón o Australia, los propietarios están exentos de condenas penales si repelen violentamente a los asaltantes, pues están legitimados para ello. "Con sólo demostrar que habían usado la fuerza para entrar a tu casa, los jueces se desentienden de lo que le haya podido suceder al ladrón. El propietario está por encima de eso. En España falta que se aplique la asunción del riesgo", aclara,

De momento, y después de siete años, la vida de Casimiro sigue en suspenso. La Sala Tercera de lo Penal de la Audiencia Provincial de Sevilla decidirá el destino del que fuera policía local de Dos Hermanas. Faltan unos meses. El protagonista de esta cruda historia se muestra con fuerzas. "Vamos a llegar hasta el final. No puedo ir a la cárcel por defender mi casa y mi vida", concluye.

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