"La economía española habrá crecido en 2018 entre cuatro y cinco décimas menos que en 2017 (+3%), y las previsiones apuntan que la desaceleración continuará en 2019, en un contexto de mayores incertidumbres". Así arranca el último comentario de situación macroeconómica publicado por Rafael Doménech, responsable de análisis del servicio de estudios de BBVA. Según dicho documento, "los riesgos externos" son el primer factor que explica el cambio a peor en las expectativas, si bien "los riesgos propios de la economía española" se vuelven cada vez más patentes y relevantes.
Empecemos por lo primero. El economista de referencia de BBVA entiende que los fundamentales del crecimiento global llevan ya varios meses cambiando a peor:
- El punto de máximo crecimiento del ciclo expansivo de los últimos años ha quedado atrás y la economía mundial, con la tasa de paro en mínimos de las últimas décadas, se desacelera.
- Mientras la liquidez global ha empezado a disminuir, el volumen de deuda mundial (317% del PIB en el segundo trimestre de 2018) supera el nivel alcanzado antes de la última crisis.
- Tras acabarse la expansión cuantitativa del BCE, los mercados esperan que en la segunda mitad de 2019 empiecen las subidas de tipos de interés.
- En la eurozona, tras crecer un 2,4% en 2017, la desaceleración observada en 2018 continuará en 2019, con un crecimiento que apenas rondará el 1,5%. Cada décima de menor crecimiento en la zona euro supone de media aproximadamente una décima de menor crecimiento en España, salvo que otros factores lo compensen.
- El menor crecimiento del comercio internacional, el proteccionismo, el posible aumento del populismo en las elecciones europeas, la renovación de puestos clave en instituciones comunitarias, el Brexit y las dudas sobre Italia son otras amenazas importantes para el crecimiento europeo en 2019.
A los riesgos de cola que han acabado con la inercia positiva que acompañó la recuperación económica española hay que sumarle también los factores domésticos. Doménech señala que "es difícil esperar que el turismo siga siendo uno de los motores de la recuperación, una vez que se ha agotado o, incluso, empieza a revertir el fenómeno del turismo prestado de países como Turquía, Túnez o Egipto". Por otro lado, "el consumo privado continúa su senda de leve desaceleración, una vez desaparecida la demanda embalsada durante la crisis".
El ciclo económico en España "va normalizándose y se acerca a una posición más neutral, en la que es muy importante la capacidad que tenga la economía de crecer sin generar desequilibrios". De momento, algunas señales empiezan a aumentar las dudas: "Pese a la elevada tasa de desempleo (14,6%), muchas empresas tienen problemas para cubrir vacantes con trabajadores cualificados. Los salarios crecen por encima de la productividad, que ya acumula un par de trimestres de caída. La capacidad de financiación frente al exterior lleva varios trimestres corrigiendo a la baja, hasta del 1,4% del PIB en el tercer trimestre de 2018, frente al 2,1% de 2017".
50.000 empleos que no se van a crear
También genera dudas la agenda económica del Gobierno de Pedro Sánchez: "Las incertidumbres sobre las políticas económicas no acaban de desaparecer. Los Presupuestos Generales del Estado continúan sin aprobarse, mientras la política fiscal es expansiva y los elevados niveles de déficit y la deuda pública son una importante vulnerabilidad. Cataluña lideraba el crecimiento de la economía española hasta el otoño de 2017 y ha pasado a crecer por debajo de ella. A corto plazo, las incertidumbres sobre la política económica afectan negativamente las decisiones de inversión de hogares y empresas. Las estimaciones de BBVA Research apuntan a que sin ellas el PIB podría crecer unas tres décimas más de lo previsto en 2019, lo que supondría la creación de unos 50 mil empleos más".
"A estos costes hay que añadir los de algunas medidas que pueden aumentar el elevado desempleo estructural, como la subida no modulada del salario mínimo en 2019 o el riesgo de revertir algunos de los avances de la reformas laborales de 2010 y 2012. La derogación del Índice de Revalorización de las Pensiones tendrá un impacto negativo sobre los costes de financiación, si no se llevan a cabo medidas compensadoras que aseguren la sostenibilidad del sistema de pensiones. A medio y largo plazo, la economía española sigue necesitando reformas para garantizar mayor empleo y productividad, y un crecimiento más equitativo con el que incentivar la innovación, mejorar el capital humano y aprovechar las oportunidades de la revolución digital", apunta Doménech.