"La economía española habrá crecido en 2018 entre cuatro y cinco décimas menos que en 2017 (+3%), y las previsiones apuntan que la desaceleración continuará en 2019, en un contexto de mayores incertidumbres". Así arranca el último comentario de situación macroeconómica publicado por Rafael Doménech, responsable de análisis del servicio de estudios de BBVA. Según dicho documento, "los riesgos externos" son el primer factor que explica el cambio a peor en las expectativas, si bien "los riesgos propios de la economía española" se vuelven cada vez más patentes y relevantes.
Empecemos por lo primero. El economista de referencia de BBVA entiende que los fundamentales del crecimiento global llevan ya varios meses cambiando a peor:
A los riesgos de cola que han acabado con la inercia positiva que acompañó la recuperación económica española hay que sumarle también los factores domésticos. Doménech señala que "es difícil esperar que el turismo siga siendo uno de los motores de la recuperación, una vez que se ha agotado o, incluso, empieza a revertir el fenómeno del turismo prestado de países como Turquía, Túnez o Egipto". Por otro lado, "el consumo privado continúa su senda de leve desaceleración, una vez desaparecida la demanda embalsada durante la crisis".
El ciclo económico en España "va normalizándose y se acerca a una posición más neutral, en la que es muy importante la capacidad que tenga la economía de crecer sin generar desequilibrios". De momento, algunas señales empiezan a aumentar las dudas: "Pese a la elevada tasa de desempleo (14,6%), muchas empresas tienen problemas para cubrir vacantes con trabajadores cualificados. Los salarios crecen por encima de la productividad, que ya acumula un par de trimestres de caída. La capacidad de financiación frente al exterior lleva varios trimestres corrigiendo a la baja, hasta del 1,4% del PIB en el tercer trimestre de 2018, frente al 2,1% de 2017".
También genera dudas la agenda económica del Gobierno de Pedro Sánchez: "Las incertidumbres sobre las políticas económicas no acaban de desaparecer. Los Presupuestos Generales del Estado continúan sin aprobarse, mientras la política fiscal es expansiva y los elevados niveles de déficit y la deuda pública son una importante vulnerabilidad. Cataluña lideraba el crecimiento de la economía española hasta el otoño de 2017 y ha pasado a crecer por debajo de ella. A corto plazo, las incertidumbres sobre la política económica afectan negativamente las decisiones de inversión de hogares y empresas. Las estimaciones de BBVA Research apuntan a que sin ellas el PIB podría crecer unas tres décimas más de lo previsto en 2019, lo que supondría la creación de unos 50 mil empleos más".
"A estos costes hay que añadir los de algunas medidas que pueden aumentar el elevado desempleo estructural, como la subida no modulada del salario mínimo en 2019 o el riesgo de revertir algunos de los avances de la reformas laborales de 2010 y 2012. La derogación del Índice de Revalorización de las Pensiones tendrá un impacto negativo sobre los costes de financiación, si no se llevan a cabo medidas compensadoras que aseguren la sostenibilidad del sistema de pensiones. A medio y largo plazo, la economía española sigue necesitando reformas para garantizar mayor empleo y productividad, y un crecimiento más equitativo con el que incentivar la innovación, mejorar el capital humano y aprovechar las oportunidades de la revolución digital", apunta Doménech.