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La sorprendente exigencia de Juan Roig a los directivos de Mercadona

A la hora de gestionar su compañía, el valenciano también ha tomado decisiones de lo más sorprendentes.

A la hora de gestionar su compañía, el valenciano también ha tomado decisiones de lo más sorprendentes.
Juan Roig | EFE

Mercadona sigue aumentando cuota de mercado en España y escala puestos entre los retailers mundiales. Tras ganar seis posiciones, la cadena de supermercados ya ocupa el número 41 en el ranking de Deloitte de las empresas de comercio minorista que más facturan del mundo.

El máximo responsable del éxito de la compañía valenciana no es otro que su fundador, Juan Roig. Aunque no suele conceder entrevistas, en sus declaraciones o ponencias ya es muy habitual que el empresario nos deje una batería de titulares. Pero las ideas de Roig no sólo llaman la atención de los medios. Y es que, a la hora de gestionar su compañía, el valenciano ha tomado decisiones de lo más sorprendentes basadas, sobre todo, en el ahorro y la cultura del esfuerzo.

Según cuenta Manuel del Pozo en Expansión, reducir costes para ofrecer siempre precios bajos "es una de las obsesiones de Juan Roig". Tanto es así, que el dueño de Mercadona obliga a sus directivos a llevar un céntimo de euro en el bolsillo "para que no olviden que rebajar un céntimo los costes de un producto supone un ahorro considerable para una cadena que tiene 1.600 establecimientos".

Su afán por no despilfarrar ni un céntimo llega hasta tal punto que obligó a su interproveedor de aceite a usar botellas cuadradas en lugar de redondas para que encajaran perfectamente en las cajas y no transportar aire. Además, eliminó los envases de cartón de los dentífricos porque suponían un coste inútil.

El error que aprovecharon las fruterías

Entre las anécdotas que recoge Del Pozo, también aparece uno de sus mayores errores: la baja calidad de sus productos frescos. En 2013, Roig reconoció que fue una equivocación intentar vender todos los productos frescos envasados, lo que hizo perder mucha calidad. "Cada vez vendíamos menos carne, menos fruta, menos pescado...", admitía Roig.

Los que aprovecharon esta metedura de pata fueron "cientos de fruterías que se fueron instalando alrededor" de cada tienda Mercadona, deseosas por acaparar a ese cliente insatisfecho. "Los fruteros no han ido a Harvard, pero yendo a Harvacete han sido más listos que nosotros", comentaba Roig.

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