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La renta básica y sus consecuencias sobre el empleo, la pobreza y la fiscalidad

Finlandia acaba de concluir un experimento sobre la renta básica, pero no mostrará los resultados hasta la primavera.

Finlandia acaba de concluir un experimento sobre la renta básica, pero no mostrará los resultados hasta la primavera.

Desde enero de 2017, unos 2.000 fineses de entre 25 y 58 años, desempleados en ese momento, comenzaron a recibir 560 euros al mes de forma incondicional. Este experimento debería haber entrado ahora en su segunda fase, en la que la renta básica se extendía a más grupos, pero el Gobierno de Finlandia ha decidido cancelar el proyecto. Los resultados obtenidos serán publicados durante la próxima primavera.

La renta básica universal es una idea polémica. Aunque pueda parecer una propuesta propia de la izquierda, no son pocos los liberales que la apoyan, aunque con diferentes fines. Mientras los socialistas desean implantarla como una adición al sistema, los liberales que la apoyan buscan que su implantación sirva para eliminar las demás ayudas sociales y simplificar la administración.

Los resultados que se esperan de la renta básica son varios. Por un lado, hay quienes creen que supondría una mejora en el nivel de vida de los receptores y que sería una buena solución a la (cada vez menor) pobreza extrema. Por otra parte, muchos creen que sería un incentivo para dejar de trabajar y/o que sería poco efectiva para combatir la pobreza. Veamos qué nos dice la evidencia empírica.

Empleo

Aunque Finlandia es el más conocido, no es el único país en el que se ha implementado una renta básica. Los ciudadanos de Alaska reciben cada año 2000 dólares desde 1982 con el único requisito de haber residido allí durante un año. Aunque dividiéndolo entre 12 meses no sea una gran cantidad de dinero, es un ejemplo muy usado en el análisis de los efectos de la renta básica. Un estudio reciente de los economistas Damon Jones e Ioana Marinescu muestra los efectos sobre el empleo de tal medida. En el gráfico siguiente podemos ver dos líneas: la línea azul representa la evolución del empleo en Alaska y la roja cómo habría evolucionado sin la existencia de dicha renta.

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Fuente: Jones & Marinescu, 2018

Como se puede apreciar, la puesta en práctica de esta propuesta no ha generado una diferencia notable en el nivel de empleo a largo plazo, claro que 2.000 dólares al año no permite a la mayoría prescindir de un trabajo remunerado.

Pobreza

A grandes rasgos, se puede hablar de dos tipos de programas gubernamentales para luchar contra la pobreza (aunque ésta no tendría por qué ser reducida por el Estado): los universales y los dirigidos a determinados objetivos. Los primeros implican a toda la población, mientras que los segundos están dirigidos sólo a ciertos grupos, normalmente los de rentas más bajas.

En otro reciente informe, los economistas Rema Hanna y Benjamin A. Olken investigaron programas antipobreza de Indonesia y Perú y llegaron a la conclusión de que, lejos de lo que muchos defensores de la renta básica creen, los programas universales son mucho menos efectivos a la hora de reducir la pobreza que los dirigidos a colectivos específicos. Su investigación muestra que, aunque los métodos para identificar a estos colectivos en los países en desarrollo son imperfectos, los programas para colectivos determinados generan mucho mayor bienestar para los pobres que los universales, puesto que al haber menos beneficiarios cada uno de ellos recibe una cantidad mayor de dinero.

Impuestos

Sin embargo, estos programas gubernamentales se financian mayoritariamente con dinero público, es decir, con impuestos. ¿Cuál es el efecto de los impuestos sobre el crecimiento económico? Una investigación del Banco de España de 2017 demuestra que una subida del 1% del PIB en impuestos hace caer el PIB un 1,3% tras un año.

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Fuente: Banco de España

Esto es lo que ocurre con tal subida en España, pero en otros países los efectos son peores. Por ejemplo, en Reino Unido la misma subida genera una caída del PIB del 2,6% tras 10 trimestres y en Estados Unidos la caída es del 2,1% en el séptimo trimestre.

Según un estudio del BBVA, una renta básica de 622,5 euros mensuales para adultos y 124,5 euros mensuales para menores de edad tendría un coste de 187.870 millones de euros, es decir, el 17,4% del PIB español. De añadir esta prestación al gasto público, sería necesario incrementar el tipo medio del IRPF para todas las rentas hasta el 49%, superando con creces el 18,4% registrado en 2010. Esto tendría un gran coste no sólo para el contribuyente, sino también para el crecimiento económico, la innovación y la creación de empleo.

Así pues, la renta básica en cantidades tan pequeñas como las probadas en Alaska no parecen afectar negativamente al empleo; en cualquier caso, se antoja que no es un instrumento idóneo para combatir la pobreza de forma efectiva; y, en rentas de mayor cuantía, como la analizada en el caso de España, necesitaría ir acompañada de significativos aumentos de la presión fiscal, lo cual podría causar efectos muy negativos para el crecimiento económico, la innovación y el empleo.

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