Menú
José T. Raga

Ultrajes a la verdad

Yo, respetuosamente, preguntaría al presidente si acaso él se cree los Presupuestos. Si la respuesta fuera afirmativa, la situación sería muy grave y peligrosa.

Ante el título de hoy, muchos, sobre todo los más jóvenes, mostrarán un cierto rechazo, probablemente impulsados por un natural sentido pragmático, preguntándose qué es eso de la verdad ultrajada. Más aún, porque la verdad ha quedado en desuso, una antigualla, desplazada por la posverdad, que es lo que prima en la actualidad.

Los que ya peinan canas, sin embargo, pensarán que no está de sobra recrearnos en la verdad, tributarle la consideración que merece, porque lo que los jóvenes, y algunos de la progresía no tan jóvenes, cultivan como posverdad no pasa de ser, simplemente, mentira.

En tiempos pasados, una persona de relevancia social, científica, política o económica, tenía buen cuidado en respetar la verdad y, más aún, asumía, como responsabilidad personal, su difusión. Hoy, cuando la sociedad está hecha añicos, la verdad se subordina a los intereses más perniciosos para avalar o fundamentar sus actuaciones, convirtiéndolas en propias de la posverdad.

Nuestro presidente del Gobierno es un buen ejemplo de ello. Asumida la Presidencia mediante un voto de censura que pierde su sentido cuando se hace para quitarte a ti para ponerme yo, sin participación del pueblo en una elección.

Si esto le parecía normal –problemas de la posverdad–, nada hay de extraño en las mil y una tropelías para despreciar la verdad y el sentido de las cosas, y para mentir, sin recato alguno, diciendo y desdiciendo.

Los clásicos –léase ancianos– hemos contemplado siempre con el máximo respeto e interés los Presupuestos Generales del Estado, como expresivos de la política económica del Gobierno de la nación. Es decir, hablamos de objetivos claros, bien definidos y cuidadosamente cuantificados, con las consecuencias –positivas y negativas – que se derivarían de hacer o no hacer cuanto se propone. Y, no menos importante, de dónde van a allegarse los recursos para financiar tales propuestas, con indicación de en cuánto benefician a unos y en cuánto sacrifican a otros.

Si esto es así, y así figura en la doctrina hacendística más consagrada, cómo puede haber tanto pacto, marchas adelante y atrás, compensaciones a votos esperados de grupos parlamentarios, etc.; todo resumido en, como bien se expresa, cuentas al alza para llegar a 2020.

¿Piensa el presidente que lo de al alza representa el interés social? ¿O que más equivale a mejor? De ser así, estamos ante un Presupuesto de la posverdad.

Yo, respetuosamente, preguntaría al presidente si acaso él se cree los Presupuestos. Si la respuesta fuera afirmativa, la situación sería muy grave y peligrosa. Por activa y por pasiva, las voces más autorizadas –gobernador del Banco de España, la Comisión Europea, la AIReF, que además niega la pretensión de recaudar trece meses de IVA en 2019, como si de juego de triles se tratara– han proclamado la falsedad de los supuestos y la amenaza de un déficit que, parece, poco importa al presidente.

Porque lo importante es llegar a 2020; si es que queda España.

Temas

En Libre Mercado

    0
    comentarios