Sí, Estados Unidos tiene un problema de gasto. Lo tenía antes de la reforma impositiva de Donald Trump y lo sigue teniendo tras la profunda rebaja de impuestos que lideró el actual presidente. Pero sería un error afirmar que el recorte de la presión fiscal ha sido el detonante de la brecha presupuestaria.
De hecho, la Hacienda estadounidense se embolsó en 2018 más recursos que en años anteriores. Esta situación es notable y confirma un Efecto Laffer, ya que los caudales públicos no se han visto reducidos a pesar de que el Impuesto de Sociedades cayó del 35% al 21% o el Impuesto sobre la Renta vio duplicado sus mínimos exentos y experimentó un recorte automático en todos sus tramos.
Sí es cierto que los ingresos generados por el Impuesto de Sociedades han ido a menos tras la reforma. "Contábamos con ello", reconoce a este diario Arthur B. Laffer, arquitecto de la reforma fiscal junto con otros ideológicos liberales como Larry Kudlow o Steve Moore. "No solo estábamos bajando el tipo general de manera muy agresiva, sino que además estábamos cambiando las reglas de depreciación para que las empresas se puedan deducir automática e inmediatamente sus inversiones", advierte.
Así las cosas, si medimos la recaudación en términos interanuales, vemos que los ingresos generados por el Impuesto de Sociedades bajaron un 22,9% de enero a marzo de 2018, para después caer un 31,7% de abril a junio y un 39,5% de julio a septiembre. A falta de cifras para octubre-diciembre, parece evidente que las rentas generadas por este gravamen habrán caído al final del ejercicio 2018.
No obstante, si analizamos el resto de impuestos, el comportamiento es muy distinto. Excluyendo el gravamen aplicado a los beneficios empresariales, los demás tributos generaron un 10,6% más entre enero y marzo, un 10% más de abril a junio y un 9,5% entre julio y septiembre.
Si analizamos de manera conjunta todos los impuestos percibidos por la Hacienda federal, encontramos que los ingresos fiscales crecieron un 7,6% en el primer trimestre de 2018 y subieron un 6,4% en el segundo trimestre del pasado año, para finalmente aumentar un 5,3% en el tercer trimestre de dicho ejercicio.
Algo similar nos dice la recaudación conjunta de todas las Administraciones, que cerró enero-marzo de 2018 con un repunte interanual del 5,6% y subió otro 5,2% entre abril y junio y un 4,8% entre julio y septiembre del pasado año.
Así las cosas, aunque los contribuyentes pagan ahora mucho menos, el aumento del empleo, la subida de los salarios y la mejora de los márgenes empresariales ha hecho que los ingresos totales aumenten con fuerza.
La brecha fiscal de EEUU
Dicho todo esto, ¿qué tamaño tiene el agujero fiscal de Estados Unidos? Para el tercer trimestre de 2018, la diferencia entre ingresos y gastos fue de 6,5 puntos del PIB, puesto que el primer indicador llegó al 33,6% del PIB y el segundo se estancó en el 27,1% del PIB.
Eso sí: si tomamos como referencia el incremento anual del gasto y de la deuda medidos como porcentaje del PIB, el cambio no ha sido a peor. Bush aumentó el gasto a una tasa anual media de 1,9 puntos porcentuales, mientras que Obama lo redujo a un promedio de 0,6 puntos y Trump ha hecho algo parecido, pero con una décima más de esfuerzo. En cuanto a la deuda, subió a un ritmo anual de 2 puntos con Bush y de 8,7 puntos con Obama, siendo de 1,4 puntos el repunte bajo la Administración Trump. Lo vemos en el siguiente gráfico:
Así las cosas, el comportamiento con Trump ha sido mejor que con Bush y Obama, pero esto no implica que las cosas estén avanzando en la dirección adecuada. En diciembre de 2018, Trump planteó la posibilidad de reducir el gasto un 5% en cada departamento de gobierno, pero está por ver qué hará el Congreso ante estos planes de la Casa Blanca, especialmente ahora que hay una mayoría de legisladores demócratas en la Cámara de Representantes.