El Urbanismo Ideológico es un concepto que ahora se escucha con demasiada frecuencia, especialmente en ciudades cuyos ayuntamientos se encuentran bajo el control de partidos políticos de nuevo cuño, tipo populistas de extrema izquierda.
El urbanismo es una ciencia pluridisciplinar, que debe tener como único objetivo la definición de la ciudad más cómoda para vivir, pero para vivir todos sus habitantes, no solamente para que disfruten de ella algunos colectivos, en detrimento de la comodidad de otros, que, además, suelen ser mucho más numerosos.
Por ejemplo, hacer una ciudad como Madrid que sea muy cómoda para los ciclistas o los usuarios de patinetes, que es un colectivo muy pequeño, y de una edad y de un estado de salud muy determinados, implica que, por ejemplo, los mayores de sesenta años, -que son un colectivo aún mayor en número- tengan problemas de movilidad urbana de media y larga distancia si no se refuerza mucho el transporte público, y no digamos nada de los padres de niños en edad escolar.
Definir el concepto de ciudad es un derecho de los residentes en ella, pero por encima de las ideologías, y decir otra cosa es mentir a los ciudadanos. Definir la mejor ciudad, la más cómoda, la más eficiente, la menos contaminada, la más segura es el deseo de todos, se sea de derechas, de izquierdas, de arriba o de abajo. Sobre todo porque cambiar de ideas políticas es algo mucho más frecuente y fácil que cambiar el diseño de una ciudad de 3.000.000 de habitantes.
Definir el modelo de ciudad se debe hacer en base a las necesidades reales de los habitantes de esa ciudad, y no en base a comparaciones estúpidas con otras ciudades que, casi siempre, no están ni siquiera en España, y que tienen climas sin sol y sociedades de naturaleza y de idiosincrasia bien distinta a la de los españoles. Esto no ha funcionado nunca, por ejemplo: llevar a Málaga conceptos urbanos de Oslo normalmente no va a funcionar porque no tienen nada que ver ni el clima, ni la sociedad, ni el entorno, ni las necesidades sociales, ni los gustos, ni las costumbres.
Pues bien, una vez definido un modelo de ciudad concreta, debemos estudiar los cambios materiales que se deben incorporar a lo que tenemos para llegar a él, y eso es lo que se llama un Plan General de Ordenación Urbana.
Así, después de saber los cambios que queremos hacer en nuestra ciudad para hacerla más grata a sus ciudadanos, pero a todos, a los de todas las ideologías, y sobre todo a los de todas las edades, trazar el camino para llegar a ella puede necesitar la priorización de determinados objetivos en detrimento de otros, que es el único matiz que se puede dejar al albur de las ideologías, pero siempre que los políticos jueguen limpio y que la priorización sea eso y no olvido de los objetivos que no se compartan.