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Los nuevos fármacos aumentan la esperanza de vida y suponen un ahorro para las arcas del Estado

En apenas dos décadas la esperanza de vida aumentó 1,96 años, de los que el 40,3% es atribuible directamente al consumo de nuevos fármacos.

En apenas dos décadas la esperanza de vida aumentó 1,96 años, de los que el 40,3% es atribuible directamente al consumo de nuevos fármacos.
Innovación en medicamentos | Pixabay/CC/jarmoluk

La inversión que el sistema sanitario público hace para poner a disposición de los pacientes los mejores tratamientos no sólo ofrece resultados en salud (curación de enfermedades, mejora de calidad de vida, aumento de la esperanza de vida…) sino que, además, contribuye a la sostenibilidad del propio sistema y favorece el crecimiento de la economía del país. Por ello, innovar en medicamentos es una decisión rentable tanto en términos económicos como desde una perspectiva social.

En este sentido, la innovación farmacéutica es la principal responsable del incremento en la esperanza de vida. Según el estudio The impact of new drug launches on longevity: evidence from longitudinal desease-level data from 52 countries, 1982-2001, en apenas dos décadas la esperanza de vida aumentó 1,96 años, de los que el 40,3% es atribuible directamente al consumo de nuevos fármacos. Un trabajo más reciente (Pharmaceutical innovation and longevity growth in 30 developing and high-income countries, 2000-2009) desvela que, en países desarrollados, la responsabilidad directa de los medicamentos innovadores en la última década es del 73% (1,27 sobre 1,74 años de aumento de esperanza de vida).

Algunos casos concretos ilustran este incremento en la esperanza de vida atribuible directamente al valor de los fármacos innovadores.

  • Diabetes: fue durante muchas décadas una enfermedad difícil de controlar para el paciente y que suponía la muerte precoz de muchos de ellos. En la actualidad, las terapias disponibles permiten al enfermo controlar con sencillez su condición y han reducido la mortalidad hasta un 30%. Incluso han limitado la probabilidad de sufrir comorbilidades, como la ceguera o el pie diabético. Con respecto al futuro, se investiga para lograr una cura con el tratamiento mediante terapia celular.
  • Insuficiencia cardíaca: la mortalidad de pacientes con insuficiencia cardíaca se ha reducido en más de un 60% en los últimos 30 años gracias a los nuevos medicamentos.
  • Hepatitis C: el pronóstico de un paciente con hepatitis C hace una década incluía cirrosis, cáncer de hígado y la necesidad de un trasplante. El descubrimiento y aplicación de los agentes antivirales directos (AAD) permite ya la curación de más del 95% de los enfermos y se lucha incluso por la erradicación de la enfermedad.
  • VIH: el diagnóstico del VIH en 1990 para un enfermo infectado era prácticamente una sentencia de muerte. Gracias al desarrollo de los primeros antirretrovirales y, más recientemente, de las terapias combinadas, la esperanza de vida actual de un paciente seropositivo es similar a la de un seronegativo.
  • Cáncer de mama: la supervivencia a cinco años del diagnóstico era de alrededor del 50% hace apenas 40 años. En la actualidad, con más de 27.000 diagnósticos al año en España, las pacientes tienen tasas de supervivencia superiores al 90% en el mismo periodo.
  • VPH: el virus del papiloma humano es causante del 90% de los diagnósticos de cáncer de cuello de útero. La vacunación de niñas contra este virus permite prevenir el 70% de este tipo de tumores.
  • Leucemia linfoblástica: los pacientes pediátricos que sufrían leucemia linfoblástica aguda tenían una tasa de supervivencia a 10 años del diagnóstico de apenas el 10%. En la actualidad, gracias a los avances en medicamentos oncológicos, la supervivencia es del 90%. E incluso se atisba una cura completa con el uso de terapias génicas y celulares como las CAR-T.
  • Leucemia mieloide: la tasa de supervivencia a cinco años de los pacientes con leucemia mieloide crónica era del 20% en 1975. La innovación en los tratamientos de esta enfermedad ha permitido incrementar ese porcentaje hasta más del 90% en la actualidad.

Ahorro a las arcas del Estado

Además de los beneficios en la salud de los pacientes, los medicamentos innovadores también generan un importante impacto económico para las arcas del Estado. El gran ejemplo de esta aportación son las vacunas. Las campañas europeas de vacunación antigripal suponen un ahorro de alrededor de 150 millones de euros por temporada en costes sanitarios y evitan más de 1,6 millones de casos de gripe, unas 700.000 visitas médicas y más de 45.000 hospitalizaciones.

También se nota este efecto en la enfermedad cardiovascular (ECV). La introducción de nuevos medicamentos en esta área en la OCDE en 2004 redujo el gasto sanitario per cápita en un 23%, incluida una reducción del 40% en el coste de hospitalización per cápita.

En la lucha contra el VIH, la introducción de los tratamientos antirretrovirales de gran actividad en 1997 supuso una reducción de los costes sanitarios mensuales del 16%. Mientras, la adherencia a la medicación de pacientes con diabetes tipo 2 reduce las hospitalizaciones en un 70%.

Una sociedad más productiva

Además de los ahorros de costes sanitarios que genera, también está demostrado que la innovación farmacéutica contribuye a que la sociedad sea más saludable y, por tanto, productiva. Se estima que un año adicional de esperanza de vida de la población supone un aumento potencial del 4% del Producto Interior Bruto (PIB).

Gracias a las terapias innovadoras en oncología, por ejemplo, el porcentaje total de pacientes que vuelve a trabajar tras serles diagnosticado un cáncer ha aumentado hasta más del 75%. En Francia, un estudio de 2010 refleja que el 82,1% de las mujeres trabajadoras a las que se les detectó cáncer de mama volvieron a su empleo tras una baja médica media de 10,8 meses.

En el ámbito de la artritis, el tratamiento con anti TNF, en combinación con terapias convencionales, ha mejorado la productividad de los pacientes de esta enfermedad reumática muy invalidante. Entre 2000 y 2012, los periodos de baja laboral se redujeron un 51%, de 21 días por paciente a sólo 10, y los afectados pudieron continuar trabajando durante más tiempo (el retiro definitivo debido a la enfermedad se redujo un 28%).

Menor precio

Además, la dinámica del precio de los medicamentos, tanto por su regulación administrativa como por la competencia, permite que la incorporación de la innovación sea sostenible en el tiempo.

Muchos de los medicamentos innovadores de la última década perderán la patente próximamente y entrarán en competencia genérica, con la reducción progresiva del precio que ese hecho supone. Además, el hecho de que las terapias avanzadas vayan dirigidas a grupos reducidos de pacientes también tiene un enfoque positivo, puesto que el acceso de éstos a los nuevos fármacos requiere de una inversión limitada.

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