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Moción de censura en Austria: Kurz irá a las urnas tras bajar impuestos y lograr superávit

Un escándalo de corrupción ha provocado la ruptura de gobierno y la convocación de nuevas elecciones.

Un escándalo de corrupción ha provocado la ruptura de gobierno y la convocación de nuevas elecciones.
El canciller austriaco, Sebastian Kurz, y su pareja, Susanne Thier | Efe

A finales de 2017, Sebastian Kurz se convirtió en el primer ministro más joven de la Unión Europea. Con apenas 31 años, los liberal-conservadores del ÖVP experimentaron un notable triunfo electoral que terminó siendo apuntalado por el auge del FPÖ, una formación que centra su discurso en contener la inmigración, reducir el peso de las instituciones comunitarias y apoyar a las familias.

El programa económico de Kurz se resumía en dos puntos: menos impuestos, menos subvenciones. En la misma línea se pronunciaron sus socios del FPÖ, que suscribieron un acuerdo de gobierno de 180 páginas en el que se plantean tres líneas básicas de actuación: "impulsar el crecimiento, reducir los impuestos y combatir la inmigración ilegal".

Seis de los catorce ministerios del nuevo gobierno fueron cedidos al FPÖ. Mientras otros líderes del PP europeo apostaban por aislar a las nuevas formaciones populistas de la derecha europea, Kurz apostaba por tejer una alianza y asumir parte de su discurso. La apuesta parecía dar frutos, pero un escándalo de corrupción ha echado todo al traste.

El lío que ha terminado tumbando al gobierno gira en torno a una grabación con cámara oculta en la que el líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, se reúne con una oligarca rusa en una villa ibicenca. La comprometedora conversación habría tenido lugar antes de las elecciones de 2017 y, durante la misma, Strache habría prometido a su invitada un maná de contratos públicos a cambio de la financiación que necesitaba su campaña electoral.

Kurz movió ficha y rompió la coalición de gobierno. El presidente de la República, Alexander Van der Bellen, dio el visto bueno a la petición del primer ministro y empezó a preparar la convocatoria de elecciones. En paralelo, Strache abandonó el gobierno y dimitió también como jefe de su partido, una medida que muchos de los suyos llevaban algunos días reclamando.

Las elecciones europeas del pasado domingo han permitido comprobar la evolución electoral de ambas formaciones. El ÖVP ha salido relativamente bien parado, puesto que ha sumado el 35% de los votos, mientras que el FPÖ ha sufrido el correctivo esperado y se ha quedado en un 17%. En 2017, Kurz subió al poder con un 32% del voto popular, de modo que su resultado mejora tres puntos, pero sus socios lograron un 26% de los sufragios, nueve más que en el 26-M.

La situación se complicó más aún el pasado lunes 27 de mayo, cuando el Parlamento austriaco aprobó una moción de censura que adelante el final del gobierno de Sebastián Kurz. Las elecciones anticipadas serán en septiembre, pero el dirigente del ÖVP se verá obligado a dejar el cargo de primer ministro hasta entonces. El FPÖ ha apoyado la moción, poniendo de manifiesto la tensión entre los dos partidos de la derecha.

Menos impuestos

En materia económica, Kurz prometió que las familias con hijos pagarían 4.000 euros menos a Hacienda al final de su mandato. Durante el año 2018 y el primer cuatrimestre de 2019, su gobierno redujo el IRPF y aprobó un recorte del IVA aplicado al turismo, así como una rebaja del 50% en las tasas aéreas y una supresión al 100% de los impuestos que gravaban el alquiler.

El gobierno ha presentado un plan presupuestario que redujo gastos innecesarios en 2.400 millones de euros. El buen desempeño fiscal terminó aflorando un superávit histórico a cierre de 2018, con el primer diferencial positivo en las cuentas públicas desde el año 1954. Las cifras del ministerio de Finanzas apuntan que dicho balance seguirá en pie en 2019, permitiendo que la deuda baje al 71% del PIB, cerca del umbral del 60% que dictan las reglas del euro.

Entre 2016 y 2019, el gasto público habrá bajado del 50,7% al 47,8% del PIB, mientras que los ingresos fiscales habrán caído del 49,1% al 47,8% del PIB, convirtiendo un déficit del 1,6% en un escenario de superávit. La deuda pública era del 84% del PIB en 2016, pero ha bajado de forma reiterada durante el mandato de Kurz. Los indicadores macroeconómicos han mejorado también con el gobierno saliente. El PIB real subió un 3,2% en 2018, mientras que el paro bajó del 8,5% al 7,7% a lo largo del ejercicio.

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