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Subvencionar la baja por maternidad no reduce la brecha de género

La baja por maternidad pagada no consigue atajar la penalización laboral que sufren las madres a la hora de dar a luz.

La baja por maternidad pagada no consigue atajar la penalización laboral que sufren las madres a la hora de dar a luz.

La brecha de género es un concepto que está de moda entre la población en general. No obstante, los académicos no llegan a entender aún los motivos que se encuentran detrás de las diferencias salariales entre hombres y mujeres. Recientes estudios, que ya señalamos aquí, muestran que los hijos son un factor clave a la hora de explicar los motivos por los que las mujeres cobran menos a lo largo de su vida –por ejemplo, debido a una mayor parcialidad o a una menor experiencia–.

O, dicho en otras palabras, existe lo que se ha llamado una "Penalización por Maternidad". Es por este motivo que evaluar el efecto que tienen las distintas políticas públicas sobre el comportamiento de las mujeres respecto al mercado laboral puede ser una buena manera de intentar acabar con la brecha de género. Y es precisamente esto lo que analiza un reciente estudio, concretamente el efecto de la introducción de una legislación de baja por maternidad pagada.

En el año 2005, Suiza implementó una legislación que proveía un pago a la maternidad juntamente con la protección del empleo. Este pago constaba de 14 retribuciones después del nacimiento del hijo –equivalentes al 80% del último salario– que se financian mediante contribuciones a cargo del trabajador y del empresario, a partes iguales. Además protegía el empleo de la mujer contra el despido durante el embarazo y las 16 semanas después del embarazo, y las mujeres que quisieran optar por la nueva paga de maternidad debían haber trabajado 9 meses antes de dar a luz –cinco de los cuales durante el embarazo–, así como tener trabajo en el momento del nacimiento del hijo –o percibir prestación de desempleo–.

Los resultados de dicha política, sin embargo, fueron pequeños. Las ganancias medias salariales de las mujeres sujetas a dicha política –gráfico en naranja– y las que tuvieron su hijo con anterioridad a la aplicación de ésta –verde– siguen tendencias "prácticamente idénticas". A los 12 meses antes de tener el hijo se observa un pequeño efecto negativo cuantificado en un 4% sobre el salario mensual, pero a los cuatro años de su nacimiento las mujeres que siguieron la política tenían salarios ligeramente más altos (2%). Algo parecido se encuentra en los ratios de empleo de ambos grupos, ya que a los cuatro meses de tener el hijo las mujeres sujetas a la política tienen ratios de empleo levemente mayores.

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Evolución de los salarios por grupos de trabajadores

Una posible explicación a la evolución de los salarios vendría porque antes del nacimiento entrarían en el mercado laboral un pequeño grupo de mujeres que, en otro caso, habría quedado fuera de éste con unos niveles educativos y de experiencia más bajos y, consecuentemente, con salarios más bajos –lo que reduce el salario medio del mencionado grupo–.

Sin embargo, este hecho permite que a la larga dicho colectivo cobre más al haber estado más tiempo empleado y haber obtenido, por tanto, niveles de experiencia mayores. En conclusión, quedan abiertas las puertas a indagar en los motivos por los que el efecto es tan pequeño, así como en políticas alternativas para reducir el gap de la maternidad.

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