Las exportaciones, que durante la etapa de recuperación económica han jugado un papel clave para que ésta se saldase con éxito, han empezado a ralentizarse y ya se encuentran en terreno negativo.
Desde 2013, crecían entre un 1,5% y un 2% en términos interanuales, lo que permitió algunos ejercicios mantener la demanda exterior neta en términos positivos -en 2013, 2016 y 2017 (gráfico de la derecha)-. Al ser ésta uno de los componentes del PIB, su incremento ayudó de forma decisiva a crecer apoyado por el consumo y la inversión privada y, en algunos años, también por el consumo y la inversión pública (gráfico de la izquierda) - .
Sin embargo, como ya auguraba el Banco de España el pasado diciembre, las exportaciones se iban a moderar, volviendo así a registrar una demanda exterior negativa que, por tanto, no solo no contribuye al crecimiento del PIB, sino que lo lastra. Así lo muestra el economista Ángel Talavera en un breve análisis hecho en su cuenta personal de Twitter. Durante el primer cuatrimestre del 2019, las exportaciones restaron un 0,2% al crecimiento del PIB.
La caída de las exportaciones españolas desde 2018 es uno de los fenómenos más preocupantes ahora mismo a nivel de coyuntura, después de años donde habían impulsado el crecimiento de manera substancial. (1/4) pic.twitter.com/KxYRbVGbcH
— Angel Talavera (@atalaveraEcon) June 13, 2019
La explicación que aporta Talavera es que la mitad de las exportaciones españolas se destinan a cinco países de Europa (Reino Unido, Alemania, Francia, Portugal e Italia). Por tanto, el comportamiento de nuestras exportaciones depende, en gran medida, de la demanda de los países antes mencionados. También este hecho podría explicar por qué con un euro débil las exportaciones están cayendo. En conclusión, España parece volver al crecimiento fomentado por la demanda interna y no por el sector exterior, lo cual eleva la vulnerabilidad de la economía nacional ante el surgimiento de nuevas turbulencias financieras.